/DERECHOS HUMANOS/SUDAFRICA: Los victimarios aún no apuestan por la reconciliación

Grupos humanitarios de Sudáfrica recopilan información sobre los crímenes del apartheid y, al mismo tiempo, ayudan a las víctimas. Pero aún no lograron que los victimarios presten su testimonio, uno de los objetivos que persiguen.

Una a una, las 70 personas reunidas en un salón comunitario de un distrito del centro de esta ciudad se presentaron y explicaron por qué estaban allí.

"Los policías mataron a mi hijo en 1988", dijo una anciana. Un joven dijo que fue arrestado, torturado y confinado a una celda solitaria por la Fuerza de Defensa Sudafricana en 1986. Otra mujer comenzó a contar cómo su hijo desapareció en 1992, pero se desmayó en su asiento. Su hermana concluyó la historia.

Mientras tanto, los 17 integrantes de la Comisión por la Verdad y la Reconciliación viajan alrededor de Sudáfrica para investigan unos pocos casos de violaciones a los derechos humanos que llegaron a las portadas de los periódicos.

Pero programas como éste, el Grupo de Apoyo Khulumani, se ocupan de los incontables casos poco difundidos.

Aunque las víctimas tienen derecho a brindar su testimonio a la Comisión, que comenzó a funcionar el 15 de abril, el gran número de violaciones cometidas lo haría, en la práctica, imposible.

La Comisión sesionará durante unos dos años y considerará casos ocurridos entre el 1 de marzo de 1960 y el 5 de diciembre de diciembre de 1993.

"Programas como el Khulumani son fundamentales, pues convencen a la gente de que cuenten sus historias, demuestran que el sistema funciona y les prestan ayuda. No había otra forma de obtener la cantidad de información que se puede recopilar así", dijo Fazel Randera, integrante de la Comisión de la Verdad.

Un acuerdo entre el entonces gobernante Partido Nacional y el Congreso Nacional Africano del actual presidente Nelson Mandela garantizó en 1994 amnistía a los culpables de crímenes políticos durante el régimen de segregación racial (apartheid) y abrió el camino a las primeras elecciones multirraciales del país.

Pero no se estableció un cheque en blanco a los culpables de delitos, sino que se acordó integrar una comisión que recogiera evidencias a cambio de amnistía, así como el testimonio de las víctimas.

Khulumani (que significa "expresémonos", en idioma zulú) es un proceso paralelo al que desarrolla la Comisión de la Verdad y, eventualmente, los testimonios que obtenga serán incorporados por ella.

Pero la organización no es sólo una herramienta de recopilación de información, sino también un enorme grupo de apoyo para las víctimas del apartheid. Además, muchos reciben asesoramiento sobre cómo reclamar reparaciones, uno de los componentes del proceso.

"Suministramos a la gente una oportunidad de hablar, lo cual no los obliga a hacer nada. Pero si alguien está interesado en dar a conocer su historia, lo ayudaremos. Sólo queremos que las víctimas más ignotas obtengan un trato justo", dijo Maggie Friedman, una fundadora de Khulumani.

Aunque hasta ahora Khulumani y otros programas son visitados apenas por las víctimas, también podrían ser de utilidad para los perpetradores de crímenes, según Mdu Lembede, portavoz de la Comisión en KwaZulu-Natal, un área donde se registraron muchísimos pedidos de amnistía.

"En cierto sentido, los violadores de derechos humanos también son víctimas. Son policías o integrantes de fuerzas de seguridad que fueron obligados a cometer crímenes, y tienen que vivir con ello", dijo Lembede.

"Todo lo que necesitan es la oportunidad de expresarse. Los grupos Khulumani pueden ayudar a que esta gente venga a la Comisión. Todo esto es parte del proceso de audiencias, y cuanta más gente escuchemos, mejor", agregó.

Pero, por ahora, las únicas voces son las de las víctimas. El sobrino de Nanana Mngomezulu, de Alexandra, un poblado cercano a Johannesburgo que fue escenario de grandes brotes de violencia en los años del apartheid, desapareció en 1992.

Mngomezulu, de 57 años, comenzó a escribir un diario personal a fines de la década del 80 y registró allí cientos de casos de abuso policial. Ella desea que los policías atestiguen ante la comisión, pero no necesariamente que se los castigue.

"Sé que, probablemente, se les obligó a hacer lo que hicieron, y yo los perdono. Pero debemos saber la verdad. Quiero que ellos digan qué sucedió, que le pasó a mi sobrino y a tanta gente. Y también quiero que todos sepan lo que yo vi", dijo. (FIN/IPS/tra- en/jf/oa/mj/hd/96)

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