Una vez más, como sucede anualmente desde hace 14 años, los uruguayos saciaron su hambre de cine latinoamericano durante el festival cinematográfico internacional que se realizó en Montevideo.
Ese fervor, expresado en el XIV festival organizado por Cinemateca Uruguaya la primera semana de abril, fue este año particularmente destacado por el abundante número de películas de la región, algunas de las cuales mostraron relevantes picos de calidad.
Las salas exhibidoras de Uruguay, país de 3,1 millones de habitantes, tuvieron hasta mediados de la década de los años 60 una importante oferta de cine latinoamericano, en particular argentino y mexicano.
Los uruguayos que hoy tienen más de 50 años aún recuerdan con pasión a directores argentinos como Mario Sofici o el mexicano "Indio" Fernández, algunos de los que marcaron a esa generación.
De igual forma, la calidad de algunos actores de esos países es aún objeto de debate en peñas culturales en las que se cuestiona su valor artístico.
En las últimas décadas, junto con la progresiva desaparición de salas exhibidoras, se produjo en Uruguay una brusca merma de la oferta latinoamericana y europea, sustituída básicamente por el cine producido en Hollywood.
En el último festival el Decálogo, del polaco Krzysztof Kieslowski, Tierra y libertad, del británico Ken Loach, y A través de los olivos, del iraní Abbas Kiarostami, fueron consideradas los mejores largometrajes por el jurado.
No obstante , las películas latinoamericanas tuvieron particupar preferencia del público.
"La gente se mostró muy partidaria de las películas latinoamericans", dijo Ricardo Casas, coordinador de la Cinemateca.
La preferida del público fue la cubana Guantanamera, de Juan Carlos Tabío y Tomás Gutiérrez Alea, el mismo equipo que se proyectó internacionamente con Fresa y Chocolate.
La anécdota de la anciana cantante que regresa a su Cuba natal y muere en Guantánamo pero debe ser enterrada en el otro extremo de la isla está preñada de humor y pequeños detalles.
Anotaciones sobre la ineptitud burocrática, el dogmatismo y el mercado negro en Cuba son algunos de los elementos destacables que se añaden a una leyenda indígena, consignó el crítico del diario uruguayo El País Guillermo Zapiola.
La cubana Reina y Rey, la coproducción argentino-española La ley de la frontera, la argentina Facundo, y la coproducción chileno-francesa Los náufragos fueron las otras películas latinoamericanas preferidas por el público.
Zapiola aconseja a los productores de la región ver La ley de la frontera, de Adolfo Aristaraín, un "western" trasladado a escenarios de España y Portugal.
"Las cuatro quintas partes de los cineastas del continente deberían verlo y aprender, en lugar de pasarse el tiempo quejándose porque no se les abren los mercados internacionales", sentenció Zapiola.
En cambio, la crítica fue dura con Los náufragos, dirigida por el chileno Miguel Littín, que tuvo un período de esplendor con El Chacal de Nahuel Toro, entre otras películas.
La historia de un exiliado que regresa a Chile en busca de su padre y hermano desaparecidos tiene demasiados lugares comunes y carece de momentos de distensión y naturalidad, dijeron los especialistas.
Al margen de la preferencia popular, un jurado latinoamericano otorgó el primer premio compartido a Tierra extranjera, de los brasileños Walter Salles y Daniela Thomas, y a la también brasileña Carmen Miranda, bananas is my business, de Helena Solberg y D avid Meyer.
Como "opera prima" fue distinguida la boliviana Cuestión de fe, de Marcos Loayza, junto con Justino, un asesino de la tercera edad, del grupo español La cuadrilla. (FIN/IPS/rr/dg/96)