AMERICA LATINA: Toques de alerta moderan euforia antinflacionaria

La euforia antinflacionaria con que se cerró 1995 en América Latina cedió este año espacio a la prudencia en varios países que registran en el primer trimestre aumentos de precios superiores a los esperados.

Mientras Venezuela parece encaminarse a una inflación de tres dígitos en 1996, en Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador, Uruguay y México se duda de que se cumplan las metas de control del índice de precios al consumidor (IPC) fijadas por los gobiernos para este año.

En Chile, las autoridades dispusieron esta semana un aumento de las tasas de interés para desalentar el consumismo y el endeudamiento familiar y salvaguardar el objetivo de un crecimiento del IPC de 6,5 por ciento en este ejercicio anual.

En Argentina, en cambio, la deflación tiende a convertirse en un fenómeno rutinario, en tanto Brasil, su gigantesco vecino, continúa con la exitosa política antinflacionaria inaugurada a mediados de 1994 con el Plan Real.

El escenario centroamericano sigue caracterizado por bajas tasas en Panamá y El Salvador, mientras Guatemala y Nicaragua se encaminan a inflaciones moderadas, al igual que Costa Rica, donde podría bajarse considerablemente el IPC de 1995.

En Venezuela se acumuló entre enero y marzo un crecimiento del IPC de 23,9 por ciento, con una tasa anualizada de 78 por ciento, que hasta diciembre podría bordear 100 por ciento, según analistas independientes y algunos funcionarios de gobierno.

Se produciría así no sólo un hecho sin precedentes en la economía venezolana, sino que además retornarían a América Latina las inflaciones de tres dígitos, que parecían haber pasado a la historia desde fines de 1994.

En todo caso, el presidente Rafael Caldera y su ministro de Planificación, Teodoro Petkoff, apuestan a un drástico ajuste que desataría los precios durante el primer semestre de este año, para controlarlos gradualmente hacia diciembre y lograr en 1997 un IPC inferior a 30 por ciento.

En la antítesis de Venezuela, Argentina cerró el primer trimestre con una deflación de 0,6 por ciento, en lo que debe ser la tasa más baja del mundo, gracias al polémico plan de paridad cambiaria del peso con el dólar estadounidense.

Pero la política del ministro de Economía Domingo Cavallo seguirá puesta a prueba mientras la deflación siga acompañada con altas tasas de desempleo y no se supere la depresión que en 1995 hizo caer el producto en 4,4 por ciento.

En Chile, en cambio, el gobierno de Eduardo Frei debe contener parcialmente el crecimiento económico para conseguir su meta de rebajar la inflación, de 8,2 por ciento en 1995 a 6,5 por ciento en este año.

La meta aparece un tanto lejana, con un crecimiento del IPC en el primer trimestre de 1,5 por ciento y una tendencia anualizada de 7,9 por ciento.

En Brasil, la inflación de 14,78 por ciento del año anterior disminuyó ya a una tasa tendencial de 13 por ciento, situándose en el escalón inferior de la meta planteada por el presidente Fernando Henrique Cardoso, quien prevé como máximo para este año un IPC de 15 por ciento.

En México se logró bajar la tasa de casi 52 por ciento de 1995 a un IPC anualizado del orden de 44 por ciento y de 8,35 por ciento en el primer trimestre, lo cual pese a configurar un cuadro promisorio hace aparecer como optimista la meta del gobierno de reducir este año la inflación a 25 por ciento.

En Perú, el Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió que la inflación superior a cuatro por ciento en el primer trimestre torna casi imposible el objetivo de un IPC de un dígito que se propuso para este año el presidente Alberto Fujimori.

También en Bolivia el trimestre entregó una tasa del orden de cuatro por ciento, que lleva a desahuciar la meta del gobierno de bajar en 1996 a ocho por ciento el IPC que en el año pasado superó 12 por ciento.

Hay igualmente escepticismo en Ecuador ante el objetivo oficial de contener la inflación en rangos entre 19 y 21 por ciento, ya que la tendencia anual a marzo bordea 25 por ciento.

En Costa Rica, en cambio, la inflación mensual de sólo 0,56 por ciento en marzo otorgó credibilidad a la meta gubernamental de reducir este año a 12 por ciento la inflación que en 1995 sobrepasó el 22 por ciento.

En Uruguay, que tuvo en 1995 la tercera inflación más alta de la región detrás de Venezuela y México, con 35,4 por ciento, el gobierno aspira este año a un crecimiento del IPC de 20 por ciento, meta para algunos desmedida.

La tendencia anual de la inflación uruguaya hasta marzo era más de 31 por ciento, pero las autoridades confían en que la tasa bajará porque la proyección anualizada de los últimos seis meses entrega un índice de 25 por ciento. (FIN/IPS/ggr/dg/if/96)

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