En los bastidores de la droga, muchas economías y algunos políticos dependen del lavado de dinero sucio del narcotráfico, mientras grandes bancos internacionales son controlados por traficantes.
Este es uno de los principales y más clamorosos consensos en la lista de denuncias que durante tres días fueron escuchadas en Lisboa, donde 160 delegados de 58 países productores y consumidores de droga participaron en la conferencia "Drogas: Dependencia e Interdependencia".
La reunión, organizada por el Centro Norte-Sur (CNS) del Consejo de Europa, con sede en Lisboa, fue inaugurada el sábado por el presidente del parlamento portugués, Antonio de Almeida Santos, y clausurada este lunes por el primer ministro, Jorge Sampaio.
El encuentro fue apoyado por la Organizacion de las Naciones Unidas (ONU), el Centro Georges Pompidou del Consejo de Europa y el Observatorio Europeo de la Droga y la Toxidependencia.
Asistieron a la conferencia representantes de poblaciones de las áreas de cultivo, asociaciones de ciudadanos, organizaciones de mujeres, juventud, sindicatos, líderes religiosos, educadores, expertos en agricultura, antropología, derechos humanos, sociología, historia, salud, asuntos sociales y jurisprudencia.
Los especialistas coincidieron en que en la actualidad el problema de la droga supera los meros intereses nacionales y requiere, para su solución, una estrategia mundial.
El dinero que se mueve por vía de los estupefacientes, de acuerdo con cifras dadas a conocer por un delegado del Programa de Control de Drogas de la ONU, fluctúa entre los 300.000 y los 500.000 millones de dólares. Estas cifras se consideran conservadoras, porque podría alcanzar hasta el billón de dólares.
Se coincidió en que el narcotráfico es ya planetario y se convirtió en una mercadería usada para pagar parte de la deuda externa de muchos países con economías vulnerables, mientras algunos bancos internacionales importantes son controlados, directa o indirectamente, por organizaciones criminales.
Los mecanismos de protección del sistema financiero, mediante el secreto bancario, favorece el blanqueo de dinero proveniente del tráfico de drogas, por lo que a pesar de reconcer las dificultades legales, los participantes defienden un mayor control de cuentas corrientes.
El italiano Umberto Santino propuso la abolición del secreto bancario y la instalación de sistemas de control en los movimientos de capital "para acabar con las actividades financieras de los traficantes de droga".
Asimismo, Santino defendió la idea de la universalización del tratamiento del problema, con un proyecto global para el Norte y el Sur, "porque la riqueza de uno está directamente relacionada con la pobreza del otro".
Según Rogerio Rocco, del Consejo Estatal de Estupefacientes de Río de Janeiro, "para muchos gobiernos, no interesa de donde viene el dinero, lo importante es que exista".
Cuando los delitos financieros se hacen públicos, "el sistema aliviana las penas, porque en estos casos están involucrados intereses privados que podrían desestabilizar toda la economía de un pais", acusó el experto brasileño.
Otra de las precupaciones de la conferencia, fue la creciente actividad en el campo de la droga de los países ex socialistas de Europa, que cuentan con una sofisticada tecnología en la industria química y farmacéutica, que se supone está siendo utilizada en muchos casos para producir estupefacientes.
En la ex Unión Soviética están proliferando campos de marihuana en Kazaquistán, plantaciones de amapola (base para la heroína) en Tajiquistán, Uzbequistán y Ucrania, se alertó en el encuentro.
El encuentro concluyó que en el caso de los países del Sur todo el problema de la droga está relacionado con el desarrollo: la falta de alternativa para los cultivadores de las materias primas base para la elaboración de estupefacientes. (FIN/IPS/mdq/ag/ip/96)
