La crisis en las comunidades de pescadores de Nueva Escocia, sobre la costa atlántica de Canadá, ha invadido las calles y oficinas gubernamentales, mientras aumentan las protestas de los trabajadores contra lo que consideran una amenaza a su subsistencia.
Los manifestantes han ocupado seis oficinas federales del Departamento de Pesca y Océano, una durante casi tres semanas.
Los trabajadores, además, realizaron protestas en numerosas comunidades. La más numerosa atrajo a 3.000 personas en Halifax, la capital provincial.
El malestar actual puso de relieve las objeciones de los pescadores al fuerte aumento del costo de las licencias, los cambios en la política oficial y la nueva legislación.
Las protestas son consecuencia de varios años de creciente frustración en las comunidades pesqueras, donde la devastación de las existencias de peces ha provocado una crisis económica que amenaza su forma tradicional de vida.
"Como pescador sobreviví la mayor parte de los años capturando especies distintas", declaró Henry Surette, de 50 años, quien ha pescado en los bancos meridionales de Nueva Escocia desde que tenía 16. "Nos han venido acorralando desde todas partes sin que tengamos alguna culpa".
El principal motivo de enojo de los pescadores son las llamadas Cuotas Individuales Transferibles (ITQs), que permiten comprar y poseer cuotas pesqueras. Los trabajadores temen que esto permitirá a las grandes compañías apoderarse de la industria, dejándolos fuera de la actividad.
"De nuevo se la toman con el más débil", se quejó Surette en su aldea de Pinkney Point, a 300 kilómetros de Halifax.
"Este movimiento (de protesta) hará que alguna gente recupere sus derechos", dijo Surette, reflejando la esperanza que la mayor cohesión demostrada por las comunidades pesqueras dé resultado y permita el regreso al trabajo. "Volveremos a tomar las riendas de la pesca, la administraremos y pondremos a la gente en el mar".
El ministro federal de Pesca ha ofrecido conversar con los representantes de la industria. Sin embargo, previno que no formalizará los encuentros hasta que no cesen las ocupaciones e indicó que el gobierno presentará cargos contra los intrusos de oficinas federales.
Surette, entre otros, expresó que no se fía de los funcionarios del gobierno que estan restructurando las operaciones de la industria. Apuntó que el gobierno ganó partidarios cuando defendió el año pasado los abusos pesqueros de España en el Atlántico Norte.
"Todos pensaron que el ministro de Pesca era un salvador, pero luego anuncio que quería eliminar 11.000 licencias", continuó Surette, refiriéndose al plan oficial para reducir la actividad pesquera en el país.
El Departamento de Pesca y Océanos está planeando un aumento de los derechos de licencias de 30 a 2.000 dólares, en un intento de racionalizar la industria y disminuir el número de pescadores a tiempo parcial.
"Ninguno de nosotros puede dormir estos días", comentó Pam Becker, esposa de un pescador de Lockeport en la provincia de South Shore. "Han puesto un canon a nuestras cabezas. Quieren barrer la pesca costera".
Decker, cuyo marido ha estado pescando por casi 40 años, ha abierto una pensión con cama y desayuno en su casa para ayudarse económicamente. "No puedo mantener la familia. Mi hija mayor no quiere ir a la universidad porque nos endeudaremos aún más".
Decker explicó que su comunidad se está desangrando. Los negocios han cerrado y aquellos que no tienen trabajo se ven desplazados a otras comunidades para tratar de conseguirlo.
"Hay mucha rabia, desconfianza, falta de fé y esperanza", dijo señalando el creciente humor depresivo de los pescadores.
Comunidades como Lockeport son totalmente dependientes de la pesca. Cuando el gobierno redujo las cuotas debido a la reducción de los cardúmenes, plantas enteras cerraron y las comunidades sufrieron las consecuencias. Miles de puestos se trabajo se perdieron a lo largo de la costa atlántica.
La mayoría de los trabajadores de las plantas y los pescadores quedarán sin una fuente de ingresos cuando el seguro laboral financiado por el gobierno se agote. Cambios politicos propuestos por el gobierno harán aún más difícil obtener ayuda financiera.
Decker dijo que los hombres de negocios locales están sufriendo los efectos financieros y la tasa impositiva de la comunidad ha declinado. Agregado a todo esto, las familias están experimentando grandes tensiones.
"Recibo llamados de mujeres todos los días", dijo Decker. "Están frustradas".
Decker es miembro de FishNet, una red de mujeres en las comunidades de pescadores que luchan por salvar a sus comunidades. "Trabajamos juntas y nos apoyamos mutuamente", explicó.
Algunas comunidades trabajan duramente para encontrar alternativas económicas, incluso la pesca de especies menos comerciales, la mejoría de la piscicultura, más turismo y reconstrucción de las pescaderías tradicionales.
Una organización denominada Red de Comunidades Costeras ha juntado pescadores, obreros de las fábricas, trabajadores comunitarios, académicos y políticos. La red organiza grupos de tareas en la provincia para alentar a las comunidades que sigan planificando su futuro.
Wayne Edgar, dirigente de la red, señaló que si bien sus actividades no suenan excitantes, tienen gran importancia. "Todavía hay necesidad de comunicación básica". Si bien algunos tienen ideas de crear comunidades sostenibles, Edgar dijo que deben trabajar mancomunadamente para lograr sus objetivos.
Sin embargo, por ahora, proyectos económicos a largo plazo no son prioritarios, mientras las comunidades pesqueras siguen expresando su rabia contra la política oficial.
"Esta es una oportunidad perfecta para lograr un vuelco. La gente no va a ceder porque no tiene nada que perder y todo para ganar", afirmó Surette. (FIN/IPS/tra-en/vm/sw/ego/if).
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