La producción de alimentos podrá satisfacer las necesidades de 8.000 millones de personas en el 2020, de acuerdo a los progresos genéticos ya conocidos, afirmó hoy en la capital de España Hubert Zandstra, director general del Centro Internacional de la Papa (CIP), con sede en Lima.
Zandstra participó en Madrid en una reunión del Grupo Consultivo para la Investigación Agraria Internacional (GCIAI), una red con sede en Washington e integrada por 16 centros de investigación agraria en cinco continentess.
Como ejemplo, el científico citó los cultivos de raíces y tubérculos, que con los medios técnicos ya desarrollados pueden producir de 75 a 100 toneladas de alimentos por hectárea, casi dos veces el equivalente en granos de los mejores cultivos de cereales.
En el caso de la papa o patata, señaló que ya se dispone de la tecnología para reemplazar las dos toneladas de esos tubérculos utilizados como semillas para sembrar una hectárea, por apenas 50 gramos de semilla botánica.
La siembra tradicional de la papa se realiza utilizando el mismo producto, para lo cual siempre es necesario guardar una parte considerable de la cosecha del año anterior.
El nuevo sistema, desarrollado por el CIP, permite usar las semillas que provienen de la flor de las plantas, con lo cual se gana en trabajo, pues es más fácil sembrar semillas que enterrar papas, y en el producto que, en vez de guardarse para la siembra siguiente puede ser enviado al mercado para su venta.
Con esa técnica, explicó Zandstra, se puede aumentar en más del doble la producción de papas en los países en desarrollo, un incremento suficiente para alimentar a unos 150 millones de personas.
Alexander von der Osten, del CGIAR, pronosticó para dentro de cinco años un incremento de 25 por ciento en los rendimientos del arroz de riego, como consecuencia de la aplicación del mejoramiento genético de las plantas.
Eso se traduciría en un aumento de la producción asiática de arroz del orden de cien millones de toneladas anuales, suficientes para alimentar a unos 400 millones de personas.
Un informe presentado también este viernes en Madrid por el GCIAI y el Instituto Intrnacional de Investigaciones sobre Políticas Alimentarias (IIIPA-IFPRI), de Washington, indica que la producción agregada de alimentos crecerá con rapidez hasta el 2020 para atender al aumento de la población mundial, con una baja gradual en los precios.
En un escenario básico del modelo de investigación del IIPA- IFPRI, de aquí al 2020 se evitaría una presión abrumadora sobre las existencias de alimentos, derivada del aumento de la población y del ingreso.
También se incrementaría lentamente la disponibilidad de alimentos por habitante y los precios reales de los principales cultivos alimentarios seguirían bajando en el mercado mundial.
Pinstrup-Andersen, del IIIPa-IFPRI, dijo que "en teoría, si se sumara toda la gente y todos los alimentos del mundo, habría suficiente para todos. Sin embargo, en el mundo real, los alimentos no se distribuyen a menudo donde se necesitan y, cuando los hay, los pobres no pueden darse el lujo de comprarlos".
De hecho, el escenario de investigación muestra un crecimiento limitado de la disponibilidad de alimentos por habitante en muchos países de Africa al sur del Sahara y Asia Meridional.
Pinstrup-Andersen señaló como sumamente agudo el problema en el Africa subsahariana, donde el crecimiento de la producción alimentaria se prevé en poco menos de tres por ciento anual, que a duras penas superaría el crecimiento demográfico, previsto en torno a 2,9 por ciento por año.
Esas previsiones podrían ser aún peores si los países desarrollados siguen disminuyendo el financiamiento para la investigación agrícola internacional y en los países en desarrollo.
Si se mantiene esa situación, prosiguió, habrá drásticas bajas en la producción de cereales, en especial de arroz y trigo, y unos 10 millones de niños pasarían a engrosar las filas de los malnutridos.
Por último destacó que una drástica reducción de la desnutrición infantil exigirá que se haga lo mismo con la pobreza.
"En los países con alto grado de pobreza, que también dependen mucho de la agricultura, eso se puede lograr sólo con un gran aumento de la inversión en infraestructura rural e investigación y extensión agrícolas".
Y ello "junto a un amplio desarrollo económico y un incremento del gasto social en educación, salud, saneamiento y nutrición", concluyó. (FIN/IPS/td/jc/dv/96)