En Argentina terminó la pesadilla de la hiperinflación. Pero la función de neutralizar los desequilibrios fiscales mediante emisión monetaria descontrolada ya encontró reemplazo en la deuda externa, que crece a ritmo preocupante.
De 4.923 por ciento de inflación en 1989 a 1,6 por ciento en 1995, el problema de los precios se manifiesta saneado gracias al régimen de libre convertibilidad del peso. Pero el mismo modelo que impide emitir sin respaldo, no pone límites a la búsqueda voraz de financiamiento externo.
"Hoy el endeudamiento permite al Estado argentino tapar el agujero fiscal degradando así la convertibilidad. Es cierto, no hay casi inflación, pero estamos atándonos a una emisión futura llevando la deuda externa a un nivel preocupante, con limites que no están muy lejanos", dijo a IPS el economista Eduardo Curia.
Curia señaló que la deuda externa global de Argentina, que supera los 100.000 millones de dólares, equivale a cinco veces el monto de las exportaciones totales.
La hipoteca se compone de 87.100 millones de dólares de deuda pública, según datos oficiales, a lo que se debe añadir el total de deuda privada que rondaría los 15.000 millones.
Los compromisos asumidos por Argentina la obligan a cancelar este ano unos 11.700 millones de dólares entre amortización de capital e intereses, 14.400 millones en 1997 y 13.316 millones dentro de dos anos.
Pero el financiamento requerido no es sólo para cancelar deuda externa. Más de 2.000 millones de dolares de déficit en 1995 y más de 3.000 millones previstos para este ano, constituyen un serio desequilibrio para el modelo.
Así lo advirtió en los últimos días el economista Angel Broda, el más destacado consultor de empresas del país, quien controla permanentemente las cuentas publicas.
"La política de financiamiento del sector público parece estar signada por un orden causal revertido: el resultado global del sector público y, por lo tanto, sus necesidades de financiamiento, se determinan en función de la oferta de fondos disponible en el mercado".
"Cuando más fácil es el acceso a los mercados de créditos, menos austera resulta la politica fiscal", añadio Broda y advirtió que el gobierno, renuente al ahorro, está tomando como guia el ocasional aprovechamiento de las buenas condiciones externas.
Entretanto, el gasto público no para de crecer. Entre 1991 y 1995 lo hizo en 67 por ciento, a pesar de la reduccion de personal, la transferencia de empresas públicas y la ineficiencia en los servicios que quedan todavía bajo la órbita del Estado, en particular la educación y la salud.
De allí que los analistas coincidan en que existe un problema de desfinanciamiento crónico, que hoy estaría siendo neutralizado por el incremento de la deuda, un fenómeno menos popular que el aumento diario de los precios en el mercado interno.
"Es cierto que en relación con el PIB (producto interno bruto) el nivel de endeudamiento no es alto, pero el acento debe ser colocado en la capacidad exportadora de un país que es la vía por donde ingresan las divisas", remarcó Curia.
En términos similares evalúa el problema la agencia de calificación de riesgo Moody's, cuyo analista principal de Argentina, Kristin Lindow, sostuvo que "el nivel de endeudamiento es muy alto respecto de la capacidad de repago, que se mide por el total de exportaciones".
En 1995, las exportaciones argentinas crecieron 30 por ciento respecto del ano anterior, pero tanto Curia como Lindow consideran que ese porcentaje se incrementó a un ritmo menor que el de la deuda.
"No veo riesgo de 'default' (cesacion de pagos) en el corto plazo, pero no sería bien visto que el gobierno intente captar montos importantes de manera frecuente", advirtió el analista de Moody's.
En el Estudio Economico de América Latina y el Caribe 1994-95, la Comisión Económica para America Latina advierte que en 1994 los países que incrementaron su deuda en forma considerable fueron Colombia (16 por ciento), Chile (11), Bolivia (10) y Argentina (10).
Pero a diferencia de Colombia y Chile, que vieron disminuir los pasivos externos del sector público y aumentar los de los privados, en Bolivia y Argentina aumentó la deuda publica.
En este sentido, los colocadores de bonos en Nueva York señalan que durante 1995 el Estado argentino se convirtió en el mayor emisor de papeles de deuda en América Latina por tercer año consecutivo.
Este último año duplicó las colocaciones de deuda respecto del año anterior, al pasar de 2.121 millones de dólares a 4.409 millones. Para 1996, el gobierno prevé colocar como máximo 4.500 millones, pero en sólo 45 dias ya se endeudó en 3.400 millones de dólares.
Brasil también fue un importante colocador de deuda en 1995, pero a diferencia de Argentina, su socio en el Mercado Común del Sur (Mercosur) canaliza gran parte de los fondos al financiamiento del comercio exterior y a nuevas inversiones.
Argentina en cambio, más cerca de un camino que no le dio gratificaciones a Mexico, destina los fondos a repagar deuda externa y a compensar desequilibrios en el gasto, de manera que las cuentas le cierren prolijas y, una vez más, sus acreedores estén dispuestos a continuar prestándole.
Asimismo, la avidez del Estado argentino por acaparar el mercado de deuda deja a las empresas privadas casi al margen de la competencia, un fenómeno que no ayuda a la reactivación económica que deberia seguir a un año de caída de 2,5 por ciento en el PIB, como fue 1995. (FIN/IPS/mv/ag/if/96)