Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) constituyen una agenda muy ambiciosa de la comunidad mundial, adoptada en el marco de la ONU, que ahora es amenazada por la abrupta y brutal recesión mundial provocada por la pandemia de covid-19.
Con objetivos como reducir drásticamente el hambre y la pobreza extrema, las desigualdades de ingresos y de género, la crisis climática o la degradación ambiental, y su fecha de cumplimiento en 2030, los ODS han sido trastocados por el coronavirus, cuyos impactos diezman las economías de países tanto ricos como pobres o de ingresos medios.
Eso sucede cuando precisamente hay señales de alerta de cómo se va a producir un incremento desbordado de la pobreza y el hambre en el mundo y, por ello, los ODS y la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 que los sustenta resultan más indispensables.[pullquote]3[/pullquote]
El desplome de la economía mundial va a hundir en la recesión a los grandes donantes, como Estados Unidos, Japón, Gran Bretaña, Alemania, o China, por citar algunos.
En un informe del 14 de abril, el Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió que el mundo se enfrenta a su peor recesión desde la Gran Depresión de los años 30 del siglo XX, y que la economía mundial se contraería en al menos 3,0 por ciento en 2020.
Son prácticamente seis puntos a la baja respecto a la previsión de comienzos de año en que el organismo vaticinó que la economía mundial crecería este año a un ritmo de 3,3 por ciento.
Mona Juul, embajadora de Noruega ante la ONU y presidenta de su Consejo Económico y Social (Ecosoc), consideró que la covid-19 muestra que «es más importante que nunca centrarse en la implementación de los ODS». A su juicio, temas como la movilización de recursos, la deuda y el empoderamiento de las mujeres “deben ser prioridades «.
Pero pese a su renovada importancia justamente por la crisis en las sociedades de los países del Sur global y en particular de los más vulnerables, la pregunta es si los ODS y sus 169 metas se aparcarán o incluso si sobrevivirán en un futuro que se presenta tan incierto.
¿Las naciones donantes ayudarán a rescatar la agenda de desarrollo? ¿Se verá obligada la Asamblea General de la ONU a retrasar su cumplimiento más allá de 2030? Son algunas de las preguntas en torno a la suerte de los ODS estos días.
Tariq Ahmad, asesor principal de Políticas e Investigación de Oxfam América, dijo a IPS: «Estamos viendo que COVID-19 causará estragos en la economía global, que se siente de manera aguda en los hogares y comunidades de los más vulnerables”.
Se vislumbra una vez acabe la emergencia sanitaria una pospandemia con una situación sombría en cuanto a los recursos disponibles para financiar los ODS, reconoció, cuando la crisis podría empujar según Oxfam al menos a 500 millones de personas a la pobreza si no se toman medidas tan drásticas como urgentes para evitarlo.
Oxfam, como organización humanitaria internacional, ya pidió un Plan de Rescate Económico para Todos, sugiriendo cómo el mundo podría ayudar a financiar las necesidades para reducir esos pronósticos.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), por su parte, pidió a los gobiernos que movilicen al menos 2,5 billones (millones de millones) de dólares para apoyar la economía del Sur en desarrollo a afrontar los impactos de la pandemia y evitar un colapso económico mundial.
Un nuevo estudio del Instituto Mundial de Investigaciones de Economía del Desarrollo de la Universidad de las Naciones Unidas (UNU-WIDER) predice que la covid-19 coincide en que la pobreza mundial podría afectar a 500 millones de personas, ocho por ciento de la población mundial.
Esta sería la primera vez que la pobreza aumenta a nivel mundial desde 1990.
En su informe global anual sobre las crisis alimentarias, una alianza internacional de agencias de la ONU, gubernamentales y no gubernamentales dijo que, a fines de 2019, 135 millones de personas en 55 países y territorios experimentaron una inseguridad alimentaria aguda.
Jens Martens, director ejecutivo del Global Policy Forum, un grupo de expertos de la sociedad civil con sede en Nueva York y Bonn, es de los que cree que las secuelas de la covid-19 producirán un impacto cuantioso en la implementación de casi todos los ODS.
«La inminente recesión global aumentará dramáticamente el desempleo, la pobreza y el hambre en todo el mundo», dijo.
La crisis va a ser aún más grave, indicó, porque en muchos países del Sur la situación macroeconómica ya estaba en deterioro antes del brote del coronavirus.
Advirtió que un círculo vicioso de políticas de deuda y austeridad ha amenazado el desarrollo socioeconómico desde Argentina hasta Líbano, por citar solo algunos de los países en una crisis prepandemia.
«La situación alimentaria también se había deteriorado en muchos países, incluso antes de covid-19, por ejemplo, debido a la plaga de langostas en África oriental», recordó.
Sin contramedidas multilaterales efectivas, argumentó Martens, la ya considerable desigualdad entre países ricos y pobres aumentará significativamente.
«La covid-19 es, por lo tanto, también una llamada de atención mundial para la cooperación internacional y la solidaridad», declaró.
En un informe publicado el 20 de abril, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) dijo que la pandemia podría casi duplicar el número de personas que padecen hambre aguda, elevándolo hasta 265 millones de personas para fines de 2020.
Eso significa 130 millones adicionales a los 135 millones de personas que padecían inseguridad alimentaria aguda en 2019.
Para Ahmad una de las formas de liberar recursos vitales para afrontar los problemas del hambre y la pobreza extrema sería condonar la deuda de las naciones en desarrollo con mayores niveles de pobreza.
La ayuda es un ingrediente crítico para ayudar a financiar la respuesta a los impactos de la pandemia. De la necesidad total estimada por la Unctad de 2,5 billones de dólares para afrontar la covid-19, la ONU cifra en 500 000 millones las necesidades que se requerirán de nueva asistencia oficial para el desarrollo.
Dentro de un informe de Oxfam que está por publicarse, se estima que casi 300 000 millones de este monto deberían ser proporcionados por los donantes tradicionales del Norte industrial. Y todavía hay algunas fallas fundamentales en el sistema actual que impiden que la ayuda pueda ser canalizada a quienes están en la primera línea local de las respuestas a situaciones devastadoras como esta.
«Esta crisis es el momento de tomar decisiones audaces y visionarias para nuestro futuro colectivo. Es hora de que los donantes transformen profundamente su ayuda para construir un mundo libre de pobreza, más igualitario, feminista y sostenible”, planteó el asesor principal de Oxfam.
Si ello no sucede, “la covid-19 podría retrasar la lucha contra la pobreza durante décadas”, así que “es ahora cuando debemos actuar y construir un futuro mejor «, declaró.
En tanto, Martens consideró negativo que se posponga más allá de 2030 el cumplimiento de los ODS porque eso enviaría una señal “completamente incorrecta”.
Por el contrario, dijo, la crisis del coronavirus muestra cuán importantes son estos Objetivos multilaterales y lo fatal que fue que los gobiernos no hayan tomado su implementación lo suficientemente en serio desde su aprobación en 2015.
Entre las lecciones de la pandemia, a su juicio, están que metas claves de los ODS, como el desarrollo de sistemas de protección social, la atención sanitaria universal y una infraestructura pública en funcionamiento, deben recibir la máxima prioridad.
Esto también requiere políticas efectivas de solidaridad mundial, dijo Martens.
«Lo que necesitamos ahora es una Cumbre de Solidaridad bajo los auspicios de las Naciones Unidas para hacer frente a las consecuencias sociales y económicas de la pandemia covid-19 de una manera integral”, remarcó.
También subrayó que en lugar de flexibilizar o demorar el cumplimiento de los ODS, lo que “necesitamos ver es una acción radical en todo el mundo para ayudar a compensar algunos de los peores impactos de esta crisis en la mayoría del mundo vulnerable».
“El reto aquí no es el tiempo, es la voluntad política”, señaló.
Los gobiernos y las sociedades de todo el mundo están ante un desafío devastador y sin precedentes “y debemos enfrentarlo con acciones urgentes que salven vidas ahora e intervenciones que creen un sistema más justo en el futuro”.
Entre esas respuestas, coincidió en que la cancelación de deuda a los países en desarrollo es uno de los mecanismos, al igual que el apoyo a las familias que han quedado sin ingresos y sin asistencia social “hasta que puedan ganarse la vida de nuevo».
Martens recordó que ya antes de la irrupción de la covid-19 «estábamos atrasados peligrosamente para cumplir con muchos de los ODS”.
“Pero si este momento nos ha enseñado algo, es que somos capaces de hacer cambios profundos en la forma en que todos vivimos y cooperamos, para enfrentar juntos el desafío. Debemos asumir el mismo enfoque adoptado para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, concluyó.
T: MF