Una investigación realizada en Guyana concluyó que algunos tipos de mariposas y lagartos de la Amazonía buscan refugiarse del calor a medida que aumenta la temperatura en la selva.
Bajo la conducción de su director, Godfrey Bourne, el Centro Biológico CEIBA, en Madewini, Guayana investiga el impacto del recalentamiento global sobre ectotermos tropicales, como las mariposas y los lagartos, cuya temperatura corporal está determinada por el ambiente.
La investigación realizada por los estudiantes Chineze Obi y Noreen Heyari, supervisados por Bourne, concluyó que “cambios en la posición de las alas (de las mariposas Heliconius melpomene) se asocian con la regulación de la absorción de la energía solar”.
Por consiguiente, la temperatura torácica se regula efectivamente para mantener la temperatura corporal entre 28 y 34 grados. Las mariposas Heliconius melpomene estaban totalmente activas en ese rango de grados centígrados.
Pero cuando hace demasiado calor para realizar maniobras con las alas, las mariposas se retiran y descansan, concluyeron los investigadores.
También observaron que la mariposa mantiene “temperaturas relativamente estables durante las fluctuantes” temperaturas exteriores.
Las conclusiones del estudio sugieren que algunos ectotermos de la Amazonía podrían estar ajustando su comportamiento para hacer frente al calor, pero a expensas de actividades normales y necesarias para su supervivencia y la reproducción.
“Debido a que la mariposa Heliconius melpomene y el lagarto de collar mantuvieron temperaturas más bajas que el ambiente durante la mayor parte (de la investigación), (eso indicaría que) podrían estar buscando mantenerse frescas, en vez de pasar el tiempo buscando alimentos, tratando de aparearse y defendiendo territorios”, explicó Bourne a IPS.
“Las conclusiones sugieren que el aumento de la temperatura global podría tener consecuencias negativas en (los animales)”, resumió.
En ese sentido, un artículo publicado en la revista “Comportamiento Animal”, explica: “Los comportamientos para regular la temperatura son muy importantes para que los ectotermos puedan soportar el impacto de las temperaturas extremas”.
“Esos comportamientos no solo traen beneficios, sino costos a nivel del organismo como la menor disponibilidad de alimentos y eficiencia en la búsqueda de alimentos, lo que genera costos energéticos y consecuencias para el metabolismo”, explica.
Bourne señaló que eligió estudiar a las mariposas y a los lagartos nativos de la Amazonía porque aun un aumento moderado de la temperatura puede tener un gran impacto en la función metabólica y en las actividades diarias de esas criaturas.
“Los ectotermos terrestres tropicales, como las mariposas y los lagartos, tienen una menor tolerancia térmica que las especies de latitudes más altas; en la actualidad viven cerca de su límite máximo de temperatura”, precisó.
El aumento de la temperatura en la Amazonía, que Guyana comparte con sus vecinos, fue de 0,25 grados centígrados por década en el siglo XX, con un incremento previsto de 3,3 grados este siglo si las emisiones de gases contaminantes son moderadas, apuntó.
“Mariposas (invertebrados) y lagartos (vertebrados) generan la temperatura corporal principalmente a partir de la temperatura del ambiente; (a diferencia de) los endotermos, un enfoque fisiológico de la vida de alto costo en el que la temperatura corporal se genera a partir de la ingesta alimentaria”, detalló.
“Las mariposas y los lagartos son taxones bien estudiados, visibles y manipulables que ofrecen evidencia fuerte de las consecuencias ecológicas del cambio climático”, explicó por correo electrónico.
La investigación se basó en otros estudios publicados.
Un artículo de la revista Global Ecology and Conservation, señala: “la disminución de la adecuación local del clima (magnitud) puede poner en riesgo a las especies que viven cerca de su límite de tolerancia climática, y la elevada velocidad del cambio climático puede afectar la capacidad de las especies para localizar condiciones climáticas adecuadas, en particular las que tienen una reducida distribución”, precisó.
Además, la proporción de sexos incide en las probabilidades de supervivencia de las especies.
“Si vemos dimorfismo sexual en los comportamientos, en que un sexo es más activo que el otro con elevadas temperaturas de día, es posible que veamos cambios en el dimorfismo sexual, favoreciendo al sexo que es más activo con temperaturas más elevadas”, explicó a IPS.
“En ese contexto, el desequilibrio en el dimorfismo sexual terminará por contribuir a la disminución de las poblaciones”, añadió.
Un estudio de unos científicos australianos, realizado en 2016 y publicado en la revista Ecological Modelling, concluyó que cuando el dimorfismo sexual se inclina hacia las hembras en climas más cálidos, hace que el tamaño de la población de reptiles aumente de forma significativa, pero cuando se inclina hacia los machos, “el tamaño de las poblaciones disminuye de forma drástica”.[related_articles]
El impacto acumulado podría “ser una menor tasa de reproducción y un menor crecimiento poblacional para las especies de lagartos y de mariposas que evitan el sol, pero mayor para sus parientes que prefieren el sol”, apuntó Bourne.
“Pero en 20 años, sospecho que todas las especies se extinguirán a escala local”, añadió.
Asimismo, los seres humanos también sentirán las consecuencias de la pérdida de esas criaturas en la lucha contra el cambio climático. Hay estimaciones que indican que una tercera parte de los alimentos consumidos por las personas resultan de la polinización.
“A la larga, los servicios de polinización se minimizarán, lo que llevará a una reducida producción de frutas y semillas, y finalmente al reducido reclutamiento de nuevas plantas para los bosques”, añadió.
Como los lagartos también desempeñan un papel en el reclutamiento de plantas, su desaparición tendrá un impacto negativo en la cadena alimentaria.
Los lagartos tropicales estudiados por Bourne comen pequeñas frutas caídas y cuando lo hacen “se desplazan varios metros de los árboles madre, donde descartan las semillas”, explicó.
Así “las semillas tienen una mayor probabilidad de escapar de insectos, aves y mamíferos predadores y tienen probabilidades de germinar”, explicó.
“Esas tienen mayores probabilidades de reclutamiento y de volver a asentarse en la matriz forestal”, añadió Bourne. Es decir que menos lagartos implicará menos alimentos procedentes de las plantas.
Traducción: Verónica Firme