“A veces, cuando estoy solo, me vienen recuerdos de las espantosas imágenes que vi en el desierto”, confesó Njoya Danialo. “Creí que iba a morir. La gente que nos transportaba estaba dispuesta a deshacerse de nosotros si fuera necesario”, explicó, al narrar el calvario que soportó cruzando el desierto del Sahara.
Cuando el viento del desierto es muy fuerte, los traficantes de personas se protegen adentro o debajo de los vehículos, mientras los pasajeros encaramados arriba del equipaje en camiones repletos quedan a merced del mortal viento lleno de polvo, contó a IPS.
Njoya es uno de los más de 1.300 repatriados que, con apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para las Migraciones (OIM), regresó a Camerún desde el inicio de las operaciones de la agencia en África subsahariana, en junio de 2017.
Boubacar Seybou, el jefe de la misión de la OIM en Camerún, dijo a IPS que la Unión Europea (UE) destinó tres millones de euros (más de 3.500 millones de dólares) a las operaciones de repatriación en este país.
Las operaciones se realizan en colaboración con funcionarios de la delegación de la UE en Camerún, el Ministerio de Relaciones Exteriores, de Salud Pública, de Asuntos Sociales y de la Juventud y Educación Cívica.
Está previsto que el programa dure tres años, facilitando el reintegro de 850 retornados. Pero Seybou señaló que es necesario rever el programa porque se registraron más de 1.000 personas en esa situación apenas seis meses después de iniciadas las operaciones.
Njoya egresó de la escuela de fútbol Francoise Xavier Vogt, en Yaundé, pero nunca jugó profesionalmente. Según él, es necesario conocer a alguien importante o pagar un soborno para jugar en un buen equipo.
“Por eso decidí probar suerte en el extranjero, en especial después de que mi padre se enfermó con una extraña enfermedad y el negocio familiar se vino abajo. Tuve que arreglármelas solo”, relató.
Como muchos del millón de personas de África subsahariana que emigraron a Europa a partir de 2010, Njoya tenía un mapa y un plan.
Tenía esperanzas al salir de Camerún rumbo a Chad, Níger y Benin, hasta la noche en que se acurrucó en una calle de Argelia para dormir. Solo entonces se dio cuenta de que los inmigrantes indocumentados no eran bienvenidos. Y como muchos otros, se vio obligado a abandonar el país.
“La policía detuvo a muchos de nosotros y nos dejó en la frontera, en el desierto. Muchas de las personas que iban con nosotros murieron mientras caminábamos”, relató Njoya.
Agentes sospechosos
“Entre Níger y Marruecos, hay agentes llamados ‘passeurs’ (pasadores) que ofrecen tres posibilidades”, explicó.
«Te pueden ayudar a llegar al Mediterráneo, desde donde cruzas a España. Te pueden llevar a un centro de detención y llamar a tus padres para pedir rescate; o te roban y te abandonan en la selva”, precisó Njoya.
Él tuvo suerte de conseguir pasadores que lo ayudaron a viajar. Conoció a otro inmigrante de Burkina Faso que iba a España antes de que lo obligaran a pegar la vuelta en Argelia.
Los dos se las arreglaron para llegar a Niamey, donde la OIM los ayudó a retornar a sus respectivos países.
Pero Ramanou Abdou, quien también se dirigía a España desde Camerún, le dijo a IPS que no tuvo suerte.
Los agentes, siempre fuertemente armados y conocidos por violar mujeres, lo llevaron a la selva de Savannah, le robaron y se fueron. Todos tuvieron que arreglárselas para llegar a Niamey, donde la OIM podía ayudarlos, explicó.
Al igual Njoya y otros que regresaron a Camerún gracias a la ayuda de la OIM, Ramanou se benefició de un paquete que le facilita la reinserción.
Él eligió volver a estudiar geografía en la Universidad de Dschang.
“Estoy agradecido de la ayuda. Espero que puedan continuar hasta que obtenga mi título. También espero que me puedan proveer asistencia médica para la enfermedad de la piel y los problemas de estómago con los que volví. Todavía los sufro”, añadió.
Además de la enfermedad, Ramanou comentó que muchas personas tienen una mala impresión de quienes vienen del extranjero.
“La mayoría de mis compañeros de clase creen que soy un ladrón. Algunos piensan que los que retornan son vándalos o algo así. Pocos me tratan bien”, relató.
Como Ramanou, Njoya también piensa que la ayuda que le dan a los retornados debe redoblarse.
Le dieron unos 800 euros (más de 940 dólares) para empezar un negocio, que se fundió a los pocos meses. Ahora vive de cargador de vehículos.
“Ahorro dinero para viajar al exterior por la vía correcta
Mi sueño sigue vivo y lo voy a hacer enseguida. Me dan lástima los que se volvieron a ir por el mismo camino de la perdición para llegar a Europa”, añadió.[related_articles]
Ekani Awono, otro retornado, utilizó el capital semilla provisto por la OIM para comenzar un negocio. Abrió una cafetería, pero comentó que no es rentable para mantenerlo abierto.
Los beneficiarios que hablaron con IPS dijeron que sus compañeros que dejaron la oficina de la OIM en Niamey y regresaron a Costa de Marfil, dijeron que les dieron 3.000 euros para comenzar un negocio sostenible.
“Pero en Camerún, estamos obligados a presentar planes de negocio para recibir no más de 500.000 francos CFA (no más de 900 dólares)”, comentó otro retornado que no quiso dar su nombre.
Pero Boubacar Seybou, de la OIM, explicó que un comité directivo, integrado por donantes y ministerios, aprueba los planes de negocios.
La OIM se asegura que los paquetes de reintegración sean sostenibles. Seybou también comentó que los negocios de muchos retornados son rentables.
Además de la asistencia financiera, la OIM y el gobierno ofrecen asistencia médica y psicológica a los retornados una vez que están en su país, explicó Edimo Mbappe, del Ministerio de Asuntos Sociales.
“Algunas mujeres violadas en la selva, desiertos y campamentos llegaron aquí embarazadas. Además de niñas y niños traumados, ellas recibén apoyo psicosocial antes de que las dejemos volver a su comunidad”, explicó la joven.
La OIM y el gobierno organizaron una serie de actividades, como programas de radio y televisión, exposiciones de fotografías y conciertos para disuadir a posibles migrantes de emprender el camino peligroso.
De hecho, tratan de educar al público para que reciba a los retornados y rechacen los estereotipos que los hacen sentir incómodos.
Traducción: Verónica Firme