El presidente de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Miroslav Lajcak, sostiene que la prevención tiene muchas formas, y que hay que hacer frente a la raíz de los conflictos antes de que se propaguen. ¿Pero por qué cuesta tanto concentrarse en la prevención?
“Eso significa instituciones más fuertes; un desarrollo sostenible e inteligente; construir una paz inclusiva; promover los derechos humanos y el imperio del derecho”, detalló.
Los participantes del Foro sobre Paz y Desarrollo propusieron una mediación internacional, construir la paz previo al estallido de conflictos, medidas antiterroristas y, quizá lo más importante, un desarrollo sostenible que busque erradicar la pobreza y el hambre.
El foro de tres días, que terminó el 9 de este mes, contó con el patrocinio del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (Sipri) y del Ministerio de Relaciones Exteriores de Suecia.
Lajcak mencionó un estudio del Banco Mundial y de la ONU, “Caminos para la Paz”, que sostiene que en términos económicos, por cada centavo de dólar gastado en prevención, se ahorran hasta siete dólares a largo plazo.
En el foro “Política para la Paz”, Lajcak subrayó: “La paz puede ser política, puede ser complicada y puede ser confusa. Los mediadores no tienen un trabajo fácil”.
El presidente de la junta de gobernadores de Sipri, Jan Eliasson, excanciller de Suecia, coincidió: “además de ahorrar y mejorar la vida de las personas, los estudios sugieren que invirtiendo 2.000 millones de dólares en prevención se pueden ahorrar 33.000 millones de dólares al año en conflictos evitados”.
Según un estudio del Banco Mundial, apuntó, 40 por ciento de quienes se unen a grupos rebeldes lo hacen por falta de oportunidades económicas.
“Es hora de ponernos serios con la prevención y la paz sostenible si queremos lograr la paz a la que apuntan los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030”, sentenció Eliasson, ex subsecretario general de la ONU.
“Las autoridades deben concentrarse en la prevención, comprometer recursos adicionales y atender los entornos de mayor riesgo”, apuntó.
“Lamentablemente, la voluntad política para invertir en prevención a menudo falta donde más se la necesita”, observó Sipri.
El presupuesto de la ONU destinado a la construcción de paz para 2017-2018 es de unos 6.800 millones de dólares, pero ¿cuánto se gasta realmente en una diplomacia preventiva?
Al ser consultado por los “magros recursos, de poco más de un millón de dólares” destinados a la diplomacia preventiva, el portavoz de la ONU, Stephane Dujarric, declaró a la prensa el 25 de abril: “Creo que es una consulta para quienes asignan fondos. El secretario general reiteró los reclamos de más recursos y mayor énfasis en la prevención”.
Los conflictos violentos en la actualidad son complejos, transfronterizos y multidimensionales, observó Siddharth Chatterjee, coordinador residente de la ONU y representante residente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Asimismo, las causas y los patrones de los conflictos también son complejos y se relacionan con cuestiones étnicas, disputas por fronteras, competencia por recursos escasos, frágiles sistemas de gobernanza, pobreza, desigualdades socioeconómicas, degradación ambiental, entre otros.
Esas complejidades de los conflictos violentos, arguyó, es lo que los hace prolongados, mortales y económicamente costosos para los países que los padecen.
Además del costo humano, el gran daño derivado de los conflictos es que quitan recursos al sector productivo por la violencia y las actividades destructivas, observó Chatterjee.
“Los conflictos generalizados imponen un enorme costo económico no solo en los países con conflictos virulentos, sino también en los vecinos, que terminan albergando refugiados, lo que genera más problemas económicos y ambientales para los países de acogida”, explicó.
Más de 65 millones de personas debieron abandonar sus hogares en 2016. Hay conflictos que ya llevan décadas y otros con consecuencias más allá de su área inmediata.
“Estoy impresionado de que los gobiernos todavía piensen que las armas son el camino para lograr la paz y la seguridad”, dijo a IPS la directora ejecutiva de la Red Internacional de Acción de la Sociedad Civil (ICAN), Sanam Naraghi Anderlini.
“Cuando la gente es capaz de convertir un automóvil, un autobús o un camión en un arma, los misiles de alta tecnología no van a resolver el problema. Tenemos que atender las causas de raíz”, apuntó.
“¿Qué cuesta construir escuelas en el norte de Nigeria para que los niños tengan una oportunidad de futuro? y ¿qué cuesta desarrollar programas ambientales de última generación que preserven el agua y permitan que los agricultores planten, y así no tendrán que emigrar a las ciudades y quedar desempleados y desesperados?”, planteó.
Hay más de 260 millones de niñas, niños y adolescentes fuera de la escuela y 400 millones más que solo terminaron la enseñanza primaria, según datos de la ONU, divulgados en la segunda semana de mayo.
Si no se atiende esa crisis en la educación, en 2030, la mitad de los 1.600 millones de niños que hay actualmente en el mundo quedarán fuera del sistema o no aprenderán los conocimientos más básicos.
Este mes, el secretario general de la ONU, António Guterres, y su enviado especial para educación global, Gordon Brown, recibieron un pedido de aumentar la inversión en educación con la firma de 1,5 millones de jóvenes, el que fue entregado por delegados estudiantiles de India, Kenia y Sierra Leona.
Tras la Guerra Fría, “reconocimos que la seguridad humana era parte integral de la seguridad del Estado. Los ataques del 11 de septiembre (de 2001) desviaron el rumbo y entramos en un mundo de guerras perpetuas y represalias”, observó Naraghi Anderlini, de ICAN.
“El fracaso estatal está en el centro de todo lo que vemos, desde la corrupción a la violencia excesiva y la falta del suministro de servicios básicos”, añadió.[related_articles]
La tragedia es que la gente de a pie y los actores de la sociedad civil tienen respuestas y soluciones, apuntó.
“Se remangaron y con limitados recursos realizan un trabajo extraordinario. Plantean verdades incómodas y, por eso, los gobiernos y hasta el sistema de la ONU, no los invitan a la mesa de negociaciones”, acotó.
Pero los ciudadanos no son marginales, son el centro de cualquier Estado. Y las organizaciones de la sociedad civil, que permiten a la ciudadanía contribuir a la resolución de problemas, deberían ser socios en igualdad de condiciones en los espacios de toma de decisiones, reclamó.
Por su lado, Chatterjee dijo a IPS que el extremismo violento, no solo promueve un retroceso drástico en materia de desarrollo, sino que amenaza con entorpecer el desarrollo de las próximas décadas, en particular en las áreas fronterizas y marginadas, así como en las más desarrolladas.
El informe “El camino hacia el extremismo”, del PNUD, basado en datos recabados en países de África oriental y occidental, concluyó que la pobreza y la marginación son los principales factores que llevan a los jóvenes a unirse a organizaciones extremistas.
El estudio también concluyó que la cuestión crítica es cómo el gobierno trata a la comunidad y a los jóvenes.
Es mucho más complicado, más costoso e insume más recursos hacer frente a un problema declarado, que si se apuesta a la prevención, como lo prueban Somalia y República Centroafricana.
La agenda reformadora del secretario general también relaciona los conflictos con los ODS, y su principio de “no dejar a nadie atrás” es una condición crítica para lograr la prosperidad y la paz sostenible, observó Chatterjee.
“En definitiva, sin paz, se puede lograr poco o nada en términos de avances económicos y sociales, y sin desarrollo será difícil lograr una paz sostenible”, resumió.
En definitiva, ¿por qué es tan difícil concentrarse en la prevención?
Como resumió el director de Sipri, Dan Smith, citando una explicación dada hace años por el político noruego Erik Solheim, actualmente director de ONU Medio Ambiente: “Porque hasta donde yo sé, ningún político fue elegido por una propuesta de evitar una guerra que pudo no haber pasado en un país lejano del que ninguno de sus votantes oyó hablar jamás”.
Traducción: Verónica Firme