Con la pérdida de entre 50 y 90 por ciento de sus cultivos de trigo, Etiopía, el mayor consumidor de este cereal en África subsahariana, debió aumentar las importaciones para paliar la grave escasez que afecta a por lo menos 10 millones de personas, pero no contaba con el cuello de botella en Yibuti.
Las importaciones de trigo llegan a un ajetreado puerto en Yibuti, de donde salen camiones cargados rumbo a Etiopía para hacer frente a las consecuencias de la peor sequía que ha vivido ese país en décadas.
Pero a pesar de los esfuerzos de muchos trabajadores portuarios, la descarga no se realiza con la rapidez necesaria y se crea un cuello de botella, que hace que las embarcaciones queden varadas en la bahía sin poder atracar.[pullquote]3[/pullquote]
“Recibimos barcos con suministros de asistencia y con fertilizantes, y ha sido un desafío decidir qué priorizar”, explicó Aboubaker Omar, presidente y director general de la Autoridad de Zonas Francas y Puertos de Yibuti.
“Si se prioriza la asistencia alimentaria, que es comprensible, entonces habrá problemas con la próxima cosecha si los agricultores no reciben a tiempo los fertilizantes”, explicó.
Desde mediados de junio, los agricultores etíopes plantan para la principal temporada de cosecha, que comienza en septiembre.
Al mismo tiempo, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) trabaja con el gobierno de Etiopía para ayudarlos a sembrar y prevenir que las zonas propensas a la sequía no se vean tan afectadas por el hambre y la inseguridad alimentaria.
Las lluvias que cayeron en la primavera boreal a principios de este año, sumadas a las del verano, deberían mejorar las posibilidades de lograr mejores cosechas, pero eso no reduce la necesidad de asistencia alimentaria, al menos a corto plazo.
“El ciclo de producción es largo”, explicó el representante de la FAO en Etiopía, Amadou Allahoury.
“Las semillas plantadas en junio y julio solo podrán cosecharse en septiembre y octubre, por lo que la escasez alimentaria sigue siendo grave, a pesar de las lluvias”, precisó.
A mediados de julio, había 12 barcos anclados fuera del puerto de Yibuti esperando para descargar unas 476.750 toneladas de trigo, un poco menos que los 16 que se registraron a finales de junio, según el sitio web del puerto.
Además, otras cuatro embarcaciones lograron atracar con unas 83.000 toneladas de trigo, cebada y sorgo.
“El cuello de botella no se crea en el puerto, sino en el transporte terrestre; no hay suficientes camiones para la asistencia, los fertilizantes y la carga comercial habitual”, explicó Aboubaker.
Se estima que unos 1.500 camiones salen de Yibuti por día rumbo a Etiopía y que serán unos 8.000 para 2020 porque ese país trata de paliar la escasez de alimentos.
Pero no se van a necesitar tantos camiones adicionales, un medio de transporte ineficiente y perjudicial para el ambiente, acotó Aboubaker, si se acelera el trámite en la aduana etíope para que no demoren 10 días en realizar un viaje de 48 horas de Yibuti hasta Adís Abeba.
“Construimos camiones y vías férreas y las hacemos más eficientes y construimos puentes, pero existen lo que se llaman barreras invisibles: la documentación. El gobierno etíope depende demasiado de los ingresos aduaneros y no quiere arriesgar interferir con el procedimiento”, arguyó.
Incluso, las operaciones de asistencia por la sequía se demoraron por las evaluaciones regulares sobre quiénes son las personas más necesitadas, según algunas agencias humanitarias que trabajan en ese país.
Y luego está el tema de la descarga del barco, que puede llevar hasta 40 días, indicaron.
“Honestamente no sé cómo hacen”, subrayó el funcionario portuario Dawit Gebre-ab, quien señaló que los trabajadores trabajan duro con temperaturas de unos 38 grados centígrados, que con la humedad de 52 por ciento, parecen más bien 43.
El sistema del puerto de Yibuti que funciona las 24 horas en tres turnos de ocho, alivia parte del esfuerzo para quienes trabajan al aire libre, más allá del respiro que da el aire acondicionado, pero no alcanza.
“Nos duele todo, seguro”, confirmó Agaby, en una calurosa tarde, con un chaleco fluorescente atado en la cabeza para contener el sudor.
A fin de agilizar el traslado de la asistencia alimentaria y aliviar la presión sobre el puerto, a principios de noviembre de 2015 entró en funcionamiento una nueva línea férrea de 756 kilómetros entre Yibuti y Etiopía, con un tren diario que traslada unas 2.000 toneladas, indicó Aboubaker.
La capacidad aumentará cuando la vía férrea esté totalmente operativa a partir de septiembre y se electrifique, lo que permitirá que circulen cinco trenes con unas 3.500 toneladas cada uno.
Yibuti, además, tiene tres nuevos puertos que estarán operativos en esta segunda mitad del año, lo que permitirá que más barcos lleguen al puerto; el de Tadjurna contará con otra vía férrea que lo conectará hacia el oeste con Bahir Dar, en Etiopía.
Esa línea se conectará con otra que se construye en Etiopía y que va de sur a norte para unir a las ciudades de Awash y Mekele, lo que mejorará más el transporte y las posibilidades de distribución dentro de ese país.[related_articles]
“Cuando esos trenes comiencen a circular en septiembre, esperamos recuperar el atraso de los barcos en tres meses”, indicó Aboubaker.
El atasco en el puerto puso de relieve la dependencia que tiene Etiopía, que no necesitaba recordatorio, de Yibuti. Alrededor de 90 por ciento de su comercio pasa por este país. En 2005, representó unos dos millones de toneladas y ahora asciende a 11 millones. En los próximos tres años, se prevé que aumente a 15 millones.
Desde hace tiempo, Etiopía busca diversificar sus opciones, fortaleciendo las relaciones bilaterales con Somalilandia a través de varios memorandos de entendimiento en el último par de años.
El último de ellos estipulaba que alrededor de 30 por ciento de las importaciones de Etiopía llegarían al puerto de Berbera, que en mayo otorgó a DP World, con sede en Dubai, uno de los Emiratos Árabes Unidos, la concesión para gestionar y ampliar las instalaciones portuarias subutilizadas y poco desarrolladas por 30 años.
El acuerdo, que asciende a unos 442 millones de dólares, podría transformar a Berbera en otro polo comercial del Cuerno de África.
Así crece Etiopía, tanto en términos económicos como de población. Sus actuales 100 millones de habitantes podrían llegar a 130 millones en 2025, según la Organización de las Naciones Unidas, lo que llevó a muchos a pronosticar que necesitará todos los puertos que pueda conseguir.
“El desarrollo de Etiopía hace que sea imposible para Yibuti satisfacer la demanda, y aun con Berbera, a la larga, ese país también necesitará de los puertos de Mogadiscio y de Kismayo (en Somalia) y el de Sudán”, observó Ali Toubeh, un empresario con una compañía de contenedores en la zona franca de Yibuti.
Traducido por Verónica Firme