La vieja industria basada en el acero y el petróleo aun encuentra fronteras donde expandirse. En el Nordeste de Brasil la clave no es, como en China, la mano de obra barata; tampoco las materias primas abundantes, sino las ventajas logísticas.
Dos puertos con capacidad para los buques de mayor porte, atractivamente ubicados entre el Atlántico Sur y Norte, están transformando la economía de la región más pobre de este país sudamericano. Se los diseñó como parte de complejos industriales cuyas plantas madres son grandes refinerías petroleras, astilleros y una siderúrgica.
Cerca de 23.000 trabajadores están construyendo la refinería Abreu e Lima, en la «retro-área» del puerto de Suape, en el estado de Pernambuco, extremo noreste, donde también se instala una planta petroquímica, y un astillero ya arma buques y plataformas petroleras empleando a 7.400 obreros, que podrán llegar a 12.000 en los próximos años.
Además de su ubicación estratégica, «para Brasil y para el mundo», Suape es «un puerto abrigado, de aguas tranquilas y profundas, que opera todo el año, independiente de clima y mareas», señaló a IPS Roberto de Abreu e Lima, responsable de Gestión en la Secretaría de Desarrollo Económico de Pernambuco.
Su apellido coincide con el nombre de la refinería porque desciende de la familia del homenajeado, José Inácio de Abreu e Lima (1794-1869), un brasileño que luchó al lado del líder independentista venezolano Simón Bolívar.
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Suape, un puerto público de operación privada, «es la locomotora» del crecimiento económico acelerado que vive Pernambuco, dese hace años superior al promedio nacional, destacó el secretario ejecutivo de gestión del desarrollo. «Sin el puerto no habría una refinería» que procesará hasta 230.000 barriles diarios de crudo, dijo.
Diez de las 14 refinerías brasileñas se concentran en el centro-sur del país, la parte rica e industrializada y en cuyos mares se encuentran también los mayores recursos petroleros nacionales. Ahora llegó el turno del Nordeste, que tendrá otras dos grandes unidades, además de la de Suape.
La mayor, Premium I, se construye en el estado de Maranhão, para procesar 600.000 barriles diarios de petróleo a partir de 2019, si bien empezará a operar tres años antes con la mitad de esa capacidad, según su propietaria, la compañía de capitales mixtos Petrobras.
En Pecém, estado de Ceará, otro complejo portuario-industrial similar a Suape, Petrobras prepara el terreno para la Premium II, con fecha de inauguración prevista para 2017 y 300.000 barriles de capacidad.
El Nordeste vive así su rezagada era petrolera, más focalizada en la industria de transformación que en la extracción de sus limitados yacimientos. La petroquímica Suape producirá materias primas para la industria textil y ayudará así a fortalecer la confección de vestimenta, que ya posee polos dinámicos en el Nordeste.
Al Astillero Atlántico Sur, una asociación de empresas brasileñas con la coreana Samsung ya en actividad, se sumarán otras ocho empresas del sector en el puerto, anunció Sílvio Leimig, director de Suape Global, un foro multisectorial que busca desarrollar un polo proveedor de bienes y servicios para la industria petrolera y naval mundial.
Eso genera demanda para crear una industria metalmecánica, sector que ganará otro impulso con la fábrica que la italiana Fiat construirá en la ciudad de Goiana, a 100 kilómetros de Suape, para producir 250.000 automóviles por año, y que debería estar lista en 2014.
El explosivo consumo de acero abre camino a la gran siderurgia, que corregirá su ausencia en el Nordeste con una planta que la empresa Vale, mayor productora mundial de mineral de hierro, construye con socios coreanos en Pecém, con capacidad para tres millones de toneladas de chapas de acero.
Esta industrialización sigue «el mismo modelo» del sudeste cinco décadas atrás, con mucho capital extranjero, petróleo y acero, reconoció Tania Bacelar, profesora de la Universidad Federal de Pernambuco y respetada experta en economía regional.
Pero cambia la historia de fracasos del Nordeste. La Superintendencia del Desarrollo del Nordeste, que se creó en 1959, pese a sus muchos incentivos, avanzó poco. Suape, concebido como puerto industrializador y cuya obra comenzó en la década de 1970, apenas ahora se hace realidad.
Esto ocurre ahora por el «dinamismo del mercado consumidor» doméstico y por «decisiones de afuera», evaluó Bacelar. El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011) impulsó el proceso al optar por nuevas refinerías en el Nordeste y fomentar la producción nacional de buques y equipos para el sector petrolero, señaló.
El consumo nordestino creció por la reducción de la pobreza en las dos últimas décadas, producto de la previsión social rural que estableció la Constitución de 1988, de la estabilización de la moneda nacional a partir de 1994 y de la expansión del crédito, posible también por la formalización de millones de empleos y programas sociales, evaluó Bacelar.
En el interior de esta región hay polos de desarrollo, como las ferias de vestimenta que atraen a «compradores de todo Brasil e incluso de Angola», y que compiten con productos similares chinos, más baratos, por tener mayor calidad y porque siguen los dictados de «la moda que difunden las telenovelas» brasileñas, describió la economista.
La logística también es «un factor decisivo», acotó: el Nordeste posee ya cuatro puertos de importancia internacional.
El desafío ahora es «desconcentrar» una industria que congestiona Suape y la región metropolitana de Recife, la capital pernambucana, y «llevar el desarrollo al interior», según Felipe Chaves, gerente de segmentos económicos de la Secretaría de Desarrollo Económico estadual.
Para eso se está construyendo el ferrocarril Transnordestina, de 1.728 kilómetros, que unirá Suape, Pecém y zonas productoras de soja y mineral de hierro en el estado de Piauí, al oeste de Pernambuco. Su inauguración está prevista para 2013.
El oeste de Pernambuco se beneficiará también con el ferrocarril, que abaratará el transporte de su gran producción de yeso, impulsando tanto la construcción como la agricultura.
La caña de azúcar en el litoral del Nordeste, un cultivo importante pero que perdió competitividad respecto del centro-sur del país, podrá ganar en productividad aplicando yeso agrícola para corregir el suelo, como se hace en otras partes.
Hasta ahora no se lo usa en el Nordeste, porque el costo del flete para trayectos de más de 600 kilómetros no compensa las ganancias, explicó Fernando Freire, agrónomo que preside la Fundación Joaquim Nabuco, órgano del Ministerio de Educación.
Además de la infraestructura logística, es necesario llevar al interior «el capital humano» y para eso se distribuyeron 60 escuelas técnicas estaduales, y las universidades crean campus en el interior, comentó Chaves. «La escasez de mano de obra capacitada es el mayor obstáculo para el desarrollo de Pernambuco», admitió Abreu e Lima.
Hay, claro, impactos indeseables del rápido progreso: el deterioro de las carreteras y de la circulación, sobre todo alrededor de Suape, un alza brutal de los precios de la vivienda, contaminación, agravamiento de la violencia y la drogadicción, prostitución y embarazo precoz.
Los gobernantes locales aseguran que están en marcha acciones de mitigación de esos daños.