Los ataques sistemáticos de tropas del líder libio Muammar Gadafi contra el noroccidental puerto de Misurata ponen en peligro la continuidad de la ayuda humanitaria a la ciudad, a la que sólo se puede acceder por mar.
Después de más de dos meses de cerco por tierra, la situación de unos 300.000 habitantes de la ciudad de Misurata es "crítica" y "dramática", insisten los dirigentes rebeldes desde Bengasi, capital de la denominada "Libia Libre" en el noreste del país, donde la rebelión contra el régimen se hizo fuerte a finales de febrero.
Misurata también se sublevó por entonces, pero los insurgentes no han conseguido hacerse con el control total de la ciudad, la tercera de Libia y de importancia vital por su posición estratégica entre los dos bastiones de Gadafi, la capital Trípoli y Sirte, hogar del coronel.
De momento es la única urbe que escapa al dominio gubernamental en el oeste.
Por ello, la batalla por Misurata es especialmente dura, y las tropas gubernamentales han estado luchando contra los milicianos, pero también castigando a la población civil, bombardeando de forma continuada las zonas habitadas y cortando los suministros.
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"En Misurata falta de todo", aseguró a IPS la investigadora de Amnistía Internacional, Donatella Rovera. La mayor parte de las viviendas carecen de agua corriente y electricidad, cortadas por fuerzas de Gadafi en los primeros días de las revueltas, así como las telecomunicaciones de todo tipo.
Los suministros no pueden llegar a la ciudad, rodeada de tropas gubernamentales, y las reservas empiezan a agotarse.
Las familias sobreviven con arroz, pasta y alimentos en latas. Pocas panaderías quedan abiertas y en funcionamiento; no hay productos frescos, frutas ni hortalizas, ya que desde hace tiempo no es seguro aventurarse por los campos que se encuentran en las afueras, donde están desplegados los tanques que han bombardeado también las fábricas que proveían de alimentos a la ciudad.
Además, "faltan alimentos específicos para los bebés, como la leche", dijo Rovera. Decenas de toneladas de alimentos para niños, así como de otros bienes básicos, fueron entregadas esta semana por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), a cargo de evacuar a los trabajadores inmigrantes, sobre todo procedentes de países de África subsahariana, que quedaron atrapados en Misurata por la violencia.
Esta misma violencia está poniendo en riesgo la continuidad de las misiones humanitarias que llegan al puerto, uno de los principales objetivos de los bombardeos de las fuerzas del gobierno, ya que es crucial para los rebeldes, que reciben en él armas, municiones y refuerzos en barcos procedentes de Bengasi.
El puerto es también la única vía por la que llegan a Misurata los suministros de todo tipo para la población civil y la única salida de refugiados y heridos que no pueden recibir tratamiento allí porque faltan medicamentos, instrumental y personal sanitario.
Las fuerzas gubernamentales han bombardeado sistemáticamente el área del puerto e intensificaron sus ataques en la última semana, plantando además tres minas en sus aguas, sostuvo la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que se encargó de desactivarlas para asegurar un acceso relativamente seguro al muelle.
Desde el 27 de marzo la OTAN lleva a cabo bombardeos aéreos contra posiciones militares, tropas e instalaciones civiles de Gadafi.
La presencia de minas y los ataques con artillería pesada hicieron que un barco fletado por la OIM, el Red Star One, quedara bloqueado a la entrada del puerto durante cuatro días, desde el sábado 30 de abril, a la espera de condiciones de seguridad necesarias para entregar 180 toneladas de ayuda humanitaria y evacuar a cerca de 1.000 refugiados.
Cuando la embarcación pudo finalmente atracar en el muelle el miércoles, se vio sorprendida por un nuevo ataque con misiles Grad de largo alcance, que provocó escenas de pánico, con cientos de personas intentando abordar el Red Star One, que se vio obligado a zarpar rápidamente, dejando en tierra a varios refugiados.
Después de esta problemática misión, la OIM suspendió de momento sus operaciones en Misurata, dijo a IPS su portavoz, Jean-Philippe Chauzy, desde Ginebra. La OIM estudiará las condiciones antes de programar otra misión a Misurata, de donde evacuó a más de 6.000 personas y entregó cerca de 2.000 toneladas de ayuda.
El Comité Internacional de la Cruz Roja también informó al principio de esta semana que suspendía temporalmente sus operaciones marítimas hacia la ciudad.
De esta forma, las tropas de Gadafi habrían conseguido limitar o evitar la llegada de la ayuda humanitaria a Misurata, sostiene el Consejo Nacional Transitorio, que actúa como gobierno de los insurgentes en Bengasi.
Trípoli anunció la semana pasada que sería atacado todo barco que tratara de entrar al puerto, "independientemente del motivo".
El Consejo Nacional Transitorio calificó esa decisión como una violación de las leyes internacionales en un comunicado de condena a la amenaza del régimen de Gadafi.
El portavoz del ejército revolucionario, Ahmed Omar Bany, dijo a la prensa internacional en Bengasi que la colocación de minas y los ataques continuados al puerto de Misurata para evitar la llegada de ayuda humanitaria podrían constituir crímenes de guerra.