La escuela primaria estatal «Año de Juárez», en la Delegación Iztapalapa, en el oriente de la capital mexicana, está desierta, pues las niñas y niños gozan de vacaciones tras el término del ciclo lectivo 2009-2010.
Gracias a ese descanso, que concluirá a fines de este mes, los estudiantes se han librado de aspirar el olor penetrante y revulsivo que emana desde la fábrica de balatas (material para frenos de los automóviles) a base de asbesto American Roll, situada a pocos metros del centro escolar y que al visitante le ocasiona escozor en la garganta.
"El olor se siente a toda hora, es horrible. En las mañanas, cuando tiendo ropa, se ve la sombra de todo lo que sale de la chimenea de la fábrica y en el suelo queda un polvito amarillo", relató a IPS Teresa Martínez, un ama de casa que vive a escasos metros de la planta.
En diciembre de 2009, Martínez, quien llegó al Barrio de San Lucas en Iztapalapa a los 12 años, orinó sangre, lo cual se repitió en febrero y marzo. Al acudir al doctor, recibió el diagnóstico: un tumor en la vejiga, que fue extirpado.
"El doctor me preguntó si había trabajado en una fábrica de solventes, porque esos tumores surgen por inhalar esas sustancias. Además, me dijo que la enfermedad podía reincidir por oler esos gases", contó Martínez, quien conserva los restos de la protuberancia como una especie de recordatorio.
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Desde hace una década, los habitantes de esta localidad han luchado por sacar a la planta de Iztapalapa, una de las 16 demarcaciones territoriales de la capital mexicana que es habitada por 1,8 millones de personas y gobernada por Clara Brugada, del izquierdista Partido de la Revolución Democrática.
"Sufrimos por la contaminación. Por eso seguimos luchando contra la fábrica", manifestó a IPS María Cruz, integrante del movimiento opositor que vive enfrente de la vivienda de Martínez y que padece de migraña y de dolencias en la nariz.
Los orígenes de la procesadora del mineral, conocido también como amianto y apreciado por su resistencia a las altas temperaturas, se remontan a hace tres décadas, cuando su propietaria era la corporación mexicana Itapasa.
A finales de los años 90, Itapasa se reubicó en el estado de México, vecino a la capital del país, por lo cual la planta fue usada como bodega. En 2001 reabrió con el nombre de American Roll y en poder de otros dueños.
La doctora Guadalupe Aguilar, investigadora del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), ha indagado desde hace 10 años los efectos del asbesto en la salud humana, pero nadie parece escucharla.
"En 1998 empezaba una curva de la epidemia, la tendencia es a agravarse y nadie le presta atención", aclaró a IPS la especialista, quien ha realizado dos investigaciones vinculadas al asbesto y esboza una tercera, a iniciar en enero.
Y es que México parece ser un paraíso para el asbesto, a pesar de que al menos 52 naciones han prohibido su uso e importación, entre ellas Argentina, Chile y Uruguay.
Desde la primera industria establecida en 1932, más de 1.800 empresas lo utilizan actualmente para manufacturar unos 3.000 productos, como balatas, calderas y tuberías, en un sector que consumió 17.000 toneladas en 2007, según cifras gubernamentales.
Sólo en el centro del país, donde se sitúa la capital mexicana, operan 42 compañías que trabajan con el material.
"Las autoridades tienen nuestra documentación, tenemos todos los permisos correspondientes. Se han usado muchos argumentos en contra nuestra por el interés político en el predio", declaró a IPS María Martínez, representante legal de American Roll.
El mineral está detrás de padecimientos como el mesotelioma, un cáncer pulmonar que afecta la envoltura del pulmón o la cavidad abdominal, y la asbestosis, una suerte de fibrosis ocasionada por largas exposiciones a ese material.
En México se han reportado más de 1.772 decesos por mesotelioma entre 1979 a 2006. En 2008 hubo 200 casos, según Aguilar, quien mencionó un subregistro en esos reportes, por lo cual la estadística real podría alcanzar las 1.500 defunciones.
En el mundo unos 125 millones de personas están en riesgo por exposición al asbesto durante su jornada laboral y otras 90.000 mueren anualmente por esta causa, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
"Vimos un incremento en el mesotelioma, de cuando México compraba asbesto. Vimos que estaba pasando el mismo fenómeno que en otros países, que todas las formas de asbesto son cancerígenas", explicó la experta, cuyos trabajos aparecieron en 2004 y 2009, en colaboración con varios de sus colegas.
Una de sus conclusiones fue que hay 14 veces más posibilidades de sufrir mesotelioma en operarios de las manufacturas y usuarios de productos que contienen asbesto.
Abastecedores como Canadá han logrado que el asbesto blanco o crisotilo quede excluido del Convenio de Rotterdam que hace obligatorio el procedimiento de Consentimiento Fundamentado Previo respecto a ciertos plaguicidas y productos químicos peligrosos.
Vigente desde 2004, este instrumento internacional estipula que un país avise a otro sobre prohibiciones y limitaciones respecto a una sustancia nociva.
En enero de 2004, los opositores rozaron el éxito, al lograr la clausura temporal de la planta. Pero American Roll consiguió mantenerse gracias a la concesión de un amparo.
Los activistas achacan a la contaminación la muerte de al menos 10 personas, entre ellas Gustavo Carbajal, quien acudió en marzo de 2008 al Hospital General de Iztapalapa por dolores en el pecho y problemas para respirar. En mayo, este vecino de la fábrica, expiró por mesotelioma, a pesar de que nunca trabajó con el material contaminante.
El movimiento vecinal espera que Brugada, quien asumió el cargo en diciembre y lo entregará en 2012, se decida a clausurar la planta. "Tuvimos dos reuniones con ella y nos dijo que la empresa estaba por salirse. Pero no queremos su reubicación, sino que se vaya del país", dijo la vecina Martínez.
La representante legal de la empresa previó que America Roll sustituirá el proceso de horneado de las balatas, que ocasiona el mal olor. "Hay muchos intereses económicos para retirar el asbesto del mercado, es un material muy valioso aunque es cancerígeno, eso nadie lo puede negar", dijo.
Los opositores están perdiendo la paciencia y no descartan acciones radicales, como bloquear la entrada a la planta, y perseverar en los caminos jurídicos. "No vamos a permitir que siga operando. Pasan los años y seguimos expuestos al asbesto", aseguró Cruz, cuyo esposo también se queja de afecciones respiratorias.
La polución en Iztapalapa ya llegó a los pasillos de la Asamblea Legislativa de la capital mexicana, de donde podría emanar algún tipo de regulación sobre el amianto.
Aguilar propuso una iniciativa de ley que incluye la prohibición del empleo y compra del material al exterior, la vigilancia de la salud de la población, una campaña de información sobre los riesgos de ese insumo y la creación de un fondo para indemnizar a las víctimas ocupacionales y ambientales.
Este año la Organización Panamericana de la Salud difundirá el Atlas de asbesto en el mundo, donde Aguilar y su colega Cuauhtémoc Juárez escribirán sobre México.