Tras la renuncia de la empresa Dubai Ports World, de Emiratos Árabes Unidos, a operar seis puertos de Estados Unidos a raíz de la oposición de legisladores en Washington, todo hace prever una caída de las inversiones árabes en el país norteamericano.
La escandalosa campaña contra el acuerdo empresarial en el Congreso legislativo y la prensa estadounidense deja pendientes incómodas preguntas sobre su motivación. ¿Genuinas preocupaciones sobre seguridad? ¿Proteccionismo? ¿Islamofobia? ¿Tácticas electorales?
Las consecuencias del caso que concentró durante semanas la atención mundial podrán apreciarse en los próximos meses en la inversión árabe en Estados Unidos, país que sufre un grave déficit comercial y fiscal a pesar de ser la principal potencia económica y militar del planeta.
Y las ricas monarquías del Golfo, todas ellas aliadas de Washington, están inundadas de efectivo gracias a los elevados precios del petróleo.
Los magnates y compañías de esos países podrían mostrarse menos dispuestos a invertir en Estados Unidos en el futuro inmediato a pesar de lo tentador que resulta uno de los mercados con más capacidad de consumo del mundo.
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El propio presidente George W. Bush, que había apoyado el proyecto de Dubai Ports World y anunciado el veto de cualquier ley que pudiera impedir su avance sobre los puertos estadounidenses, se manifestó preocupado por el mensaje que el episodio transmite al mundo árabe.
La controversia "podría desalentar las inversiones árabes en Estados Unidos", dijo el ministro de Economía de Emiratos, jeque Lubna Al-Qasimi, quien señaló a Asia y Europa como eventual destino de los fondos que el Golfo remitía hasta ahora al país norteamericano.
El año pasado, las inversiones del Golfo en el extranjero ascendieron a 30.000 millones de dólares, monto superior a la suma de los cinco años anteriores.
Por otra parte, las negociaciones por un acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y Emiratos, que debían reanudarse el 13 de este mes, debieron postergarse. Washington aseguró que ambas partes necesitaban más tiempo para prepararse, pero la tensión era evidente en esa decisión.
"Mezclar política con asuntos comerciales no es correcto", dijo el gobernador del Banco Central de Emiratos, Sultan bin Nasser Al-Suwaidi. "Lo que hace Estados Unidos contradice los principios del comercio internacional, los mismos que creó ese país."
"Los inversores verán las futuras inversiones en Estados Unidos desde una nueva perspectiva", advirtió Al-Suwaidi.
El caso sumó la "paranoia" originada en los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington con "profundos sentimientos antiárabes, una presidencia débil y un Congreso histérico", dijo a IPS Abdulkhaleq Abdulla, profesor de política de la Universidad de Emiratos.
Todos esos factores se combinaron para "abortar una transacción empresarial sensata que habría constituido un elemento clave en la consolidación de la amistad entre el Golfo y Estados Unidos", sostuvo el experto.
En una transacción formalizada el 13 de febrero, la firma Dubai Ports World había comprado por 6.800 millones de dólares la británica Peninsular and Oriental Steam Navigation Co., cuarta operadora portuaria del mundo.
La compañía británica administraba los puertos de Baltimore, Filadelfia, Miami, Nueva Jersey, Nueva Orleans y Nueva York, entre unas 85 terminales de 19 países. El acuerdo había sido aprobado por la comisión del gobierno estadounidense a cargo de avalar inversiones extranjeras.
Pero Dubai Ports World renunció el 9 de marzo al control de los puertos estadounidenses. Un día antes, el Comité de Gastos de la Cámara de Representantes había respaldado por 62 votos contra dos un proyecto que habría prohibido a la firma árabe asumir el negocio.
Aún no queda claro si Dubai Ports World transferirá los bienes ya adquiridos en los puertos estadounidenses, lo que implicaría dejar de lado esa inversión, o si se limitará a derivar sus responsabilidades gerenciales a otra empresa.
Quienes criticaban el acuerdo advertían que dos de los secuestradores de aviones participantes en los atentados que dejaron 3.000 muertos en Nueva York y Washinghton en septiembre de 2001 procedían de Emiratos, federación de siete reinos al sudeste de Arabia Saudita.
También recordaban que, en el momento de los ataques, Emiratos y Pakistán eran los únicos países que reconocían al régimen islámico de Talibán en Afganistán, que protegía en su territorio a Osama bin Laden, líder de la red terrorista Al Qaeda a la que se atribuye la operación.
Otros opinaban que Emiratos no ha colaborado lo suficiente en la guerra contra el terrorismo emprendido por Estados Unidos tras esos atentados.
Legisladores del gobernante Partido Republicano y del opositor Partido Demócrata sostuvieron que este país constituía una base operativa y financiera de terroristas, y manifestaron preocupación ante la posibilidad de que los puertos estadounidenses terminaran más vulnerables a atentados.
Tal era el temor reinante frente al acuerdo empresarial que más de 63 por ciento de los 30.000 usuarios del sitio en Internet de la cadena televisiva CNN que respondieron una encuesta en línea afirmaron confiar más en la mafia estadounidense que en empresas árabes.
Paradójicamente, Emiratos es uno de los aliados clave de Estados Unidos en el mundo árabe. Es, por ejemplo, su tercer socio comercial en Medio Oriente, sólo superado por Israel y Arabia Saudita.
La cooperación de Emiratos en la "guerra contra el terrorismo" declarada por Washington también es significativa. El emirato de Dubai, de hecho, presta servicios a más buques militares estadounidenses que ningún otro país del mundo.
El de Dubai fue el primer puerto de Medio Oriente en firmar la Iniciativa de Seguridad de Contenedores, que afianzaba el control de todas las cargas hacia Estados Unidos por razones de seguridad.
En mayo pasado, Dubai firmó otro acuerdo, esta vez con el Departamento (ministerio) de Energía estadounidense, para impedir el pasaje de material nuclear por el puerto.
"Este veneno anti-Dubai es sobre raza, religión y prejuicio, no sobre puertos, seguridad y política. Bloquear el acuerdo anulará nuestra ilusión de que un árabe o un musulmán pueda ser amigo de un estadounidense", escribió Matein Khalid, columnista del diario Khaleej Times.
"Dubai es el lugar más prooccidental de la región. La controversia puede haber estado condicionada por politiquería y la cercanía de elecciones legislativas en Estados Unidos, pero tendrán que pagar un alto precio por esto", dijo el estudiante universitario Mustafa Al-Naseer.