CHINA-VATICANO: ¿Deshielo diplomático?

La muerte de Juan Pablo II, quien dedicó largos años de su papado a combatir el comunismo, podría provocar un deshielo diplomático entre el Vaticano y China, más de 50 años después que Beijing expulsara a todos los sacerdotes extranjeros y cortara los vínculos con la sede de la Iglesia Católica.

Pero las esperanzas de restauración de los vínculos son limitadas debido a la rígida insistencia de Beijing en que sea el gobernante Partido Comunista, y no el Vaticano, el que designe a todos los obispos católicos en este país.

La noticia de que el presidente taiwanés Chen Shui-bian asistirá a los funerales del Papa este viernes complicaría la ya tensa situación. El Vaticano es el único aliado diplomático en Europa de Taiwan, a la que Beijing considera una provincia rebelde.

Las expectativas de que el sucesor de Juan Pablo II normalice los vínculos con China aumentaron esta semana cuando el jefe de la Iglesia en Hong Kong anunció a su congregación y a medios locales que el Vaticano está dispuesto a sacrificar las relaciones diplomáticas con Taiwan para poder acercarse a Beijing.

”La Santa Sede ha estado pensando en cortar relaciones con Taiwan. Es una decisión difícil, pero ha decidido hacerlo”, habría dicho el obispo Joseph Zen Ze-kiun en una misa de réquiem realizada en Hong Kong por el difunto Papa.
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A cambio, el Vaticano obtendría una mayor libertad religiosa para los católicos dentro de China, sugirió Zen, y agregó que ”el obispo de Taiwan entiende esto, porque si la Santa Sede no establece vínculos (diplomáticos) con China, los católicos no tendrán libertad allí”.

Mientras, la oficina de prensa del Vaticano informó que todas sus actividades e iniciativas diplomáticas estarán suspendidas hasta que el cónclave que se reunirá a partir del día 18 elija a un nuevo Papa, informó la oficina de prensa de esa sede.

Sin embargo, dos días después de la muerte del Papa, el sábado, el cardenal belga Godfried Daneels viajó a Beijing para reunirse con Ye Xiaowen, director general de la Administración Estatal de Asuntos Religiosos, y fue luego recibido por el viceprimer ministro Hui Liangyu.

Considerado uno de los principales candidatos a suceder a Juan Pablo II, el cardenal Daneels desató especulaciones sobre un posible acercamiento entre Bejing y el Vaticano.

Su reunión con Hui fue una de las de más alto nivel celebradas en China continental entre un clérigo católico y un funcionario del gobierno chino.

El Vaticano estuvo varias veces a punto de retirarle el reconocimiento a Taiwan, la última vez en 2001, cuando el Papa se disculpó en nombre de la Iglesia Católica por los errores cometidos y el dolor causado a los chinos durante su pasado colonial.

El acto de contrición papal fue incluido en un mensaje a una conferencia sobre Matteo Ricci, el sacerdote jesuita que introdujo el catolicismo en la corte imperial china hace más de 500 años.

El Papa dijo que la protección de poderes políticos europeos había limitado la libertad de acción de los misioneros cristianos y les había impedido cumplir su misión de servicio al pueblo chino.

No obstante, las delicadas negociaciones se derrumbaron cuando Beijing minimizó el llamado del pontífice a la reconciliación, declarando que no era suficiente porque el Papa no se disculpó por la canonización de mártires católicos en 2000.

El Vaticano canonizó a 120 mártires el 1 de octubre de 2000, feriado nacional chino, afirmando que fueron asesinados durante la Rebelión de los Boxer de 1900 por lealtad a su fe.

Por otra parte, Beijing sostiene que se trataba de ”traidores” que fueron ejecutados por quebrantar la ley cuando fuerzas extranjeras invadieron China, después del levantamiento.

Cerca de cinco millones de chinos católicos están registrados como pertenecientes a la Iglesia Patriótica China, controlada por el gobierno, y se calcula que otros ocho millones pertenecen a una iglesia clandestina que reconoce al Papa.

China ha encarcelado a numerosos sacerdotes católicos por negarse a renunciar a su lealtad al Papa, perseguido a sus seguidores y demolido iglesias. El gobierno también impone severos límites al número de seminarios de formación sacerdotal.

Además, Beijing insiste en que tiene el derecho exclusivo a designar sacerdotes y obispos dentro de China. Mientras el cardenal Daneels se encontraba de visita en Beijing, el Vaticano denunció que dos obispos católicos ancianos, un sacerdote y un laico católico habían sido arrestados en China.

China insiste en dos condiciones para normalizar los vínculos con el Vaticano: que éste retire su reconocimiento a Taiwan y que prometa no interferir en los asuntos internos chinos, incluso los religiosos.

”Estamos dispuestos a mejorar nuestras relaciones con el Vaticano siempre que corte sus vínculos diplomáticos con Taiwan y no interfieran en nuestras cuestiones internas en nombre de la religión”, confirmó el martes Qin Gang, portavoz de la cancillería.

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