ISRAEL-PALESTINA: La paz empieza y termina en los asentamientos

El fin del conflicto palestino-israelí ha estado atado durante años a un dilema paralizante: ¿qué discutir primero? ¿Las cuestiones de fondo o la situación de los asentamientos judíos en Cisjordania?

Crédito: VTJ Porg
Crédito: VTJ Porg
La persistencia de núcleos de vivienda habitados por judíos en territorio árabe ocupado por Israel ha impedido avanzar en el diálogo sobre las fronteras de un futuro estado palestino, la seguridad y sobre el destino de los refugiados y de Jerusalén, reivindicada como capital por ambas naciones.

En los años pasados, Estados Unidos ha estado promoviendo incansablemente la opción de resolver primero las cuestiones definitivas y luego el problema de los colonos. El proceso de paz quedó, así, bloqueado.

El actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama, eligió desde su investidura en enero el segundo enfoque y, por lo tanto, presiona a Israel para que ponga fin a su política de ampliación de los asentamientos.

El acuerdo de paz que impulsa Obama está supeditado tanto a la respuesta de Israel como a la de los países islámicos.
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Entrevistado por la televisión estatal israelí, el ex embajador de Estados Unidos en este país Martin Indyk vinculó la política de su país con la propuesta de la Liga Árabe de normalización gradual de relaciones entre los miembros del bloque y el Estado judío.

Para Washington es imposible convencer al mundo árabe y musulmán sin que primero haya acciones tangibles de Israel, remarcó Indyk. El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu debe demostrar que se toma en serio el actual proceso de paz.

Pero Netanyahu sigue creyendo que puede subvertir el desafío planteado por Obama. Decidió cancelar la reunión con el enviado especial de la Casa Blanca para Medio Oriente, George Mitchell, prevista par este viernes en París. En cambio, enviará la semana que viene a Washington al ministro de Defensa, Ehud Barak.

La intención de Israel es revertir lo que en círculos oficiales israelíes se considera una fijación de Estados Unidos con la estrategia "asentamientos primero".

Barak cree que si logra avances verdaderos hacia la paz con los palestinos en particular, y con el mundo árabe en general, disminuirán de forma considerable los reclamos sobre los asentamientos, dijo a IPS una fuente del gobierno israelí.

"Si avanza en el diálogo de paz, el destino de los grandes asentamientos próximos a las fronteras de 1967 quedará más claro y las diferencias sobre los aspectos centrales serán más fáciles de resolver", añadió una fuente cercana a Barak. E Israel aspira a mantener a toda costa esas colonias, sea cual sea la formulación de un acuerdo.

Israel y Estados Unidos ya acordaron que todos los "asentamiento no autorizados" se eliminarán "en un plazo de semanas o meses", y que no se construirán otros nuevos ni se confiscarán más tierras palestinas. Pero hay grandes desacuerdos sobre el destino de las obras en curso.

Al parecer, Israel considera detener de forma temporal toda construcción, salvo los proyectos empezados, si Estados Unidos le promete que, pasado un tiempo, podrán reanudar las obras en los asentamientos existentes para satisfacer el "crecimiento natural" de los colonias.

A fin de reforzar el argumento de Israel de que los asentamientos son un asunto secundario, Barak ya emprendió una iniciativa paralela.

Hubo un cambio drástico en las últimas semanas en la política de control carretero en Cisjordania, según el periódico israelí Ha'aretz. El ejército levantó algunos puestos de control permanentes que durante años impidieron el libre tránsito de los palestinos dentro de su propio territorio.

A excepción de los puestos en la frontera propiamente dicha entre Cisjordania e Israel, el ejército mantiene sólo 10 controles en ese territorio palestino. Hace 18 meses funcionaban no menos de 35.

La medida responde a un reconocimiento de Israel de que la seguridad en Cisjordania mejoró gracias al esfuerzo de Estados Unidos de reforzar las fuerzas del orden de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), encabezada por el presidente Mahmoud Abbas.

Como la iniciativa fue implementada por funcionarios de defensa, Netanyahu no necesitó la aprobación del gabinete y evitó así un enfrentamiento con sus aliados de extrema derecha.

Pero la reducción parcial de un símbolo de la ocupación fácil de eliminar, como son los puestos de control, no alcanza para que el primer ministro se libre de Obama.

La insistencia del presidente estadounidense en los asentamientos demuestra que aspira a remover los símbolos permanentes de la ocupación y que no se desviará de su propósito.

En los 20 años de fallidos acuerdos de paz, el 'modus operandi' de Israel, respaldado por Estados Unidos, resultó ser problemático.

Hubo gobiernos israelíes que demostraron un compromiso genuino con la paz, pero las iniciativas se vieron frustradas por el surgimiento de nuevos escenarios en el terreno.

Por su parte, Estados Unidos dio un consentimiento tácito a la expansión de los asentamientos, lo que, inevitablemente, frustró un avance real y desgastó la confianza de los árabes en Washington.

Con Obama, Estados Unidos está menos dispuesto a cuestionar las aspiraciones de paz de los árabes. En cambio, al exigirle al primer ministro israelí voluntad real de terminar con su política en los asentamientos, pone a prueba su compromiso con la solución de crear un estado palestino para poner fin al conflicto.

Esto también se volvió una prueba de credibilidad para el propio presidente estadounidense.

Además del intento de acercamiento de Obama a los musulmanes en su discurso de principios de este mes en El Cairo, lo que realmente hace cambiar la actitud de esa comunidad hacia Estados Unidos es la incansable insistencia de su presidente en que el cese de la actividad en los asentamientos es una cuestión de "interés nacional" para Washington, no sólo para los países de la región.

Netanyahu no está entendiendo cabalmente ese cambio de política de Washington.

Durante cuatro décadas, Israel fue la clave de toda estrategia de Washington en Medio Oriente. Eso podría cambiar si Netanyahu no acepta el reclamo estadounidense respecto de los asentamientos.

Estados Unidos no abandonará a Israel ni pondrá en riesgo su seguridad, pero puede considerarlo tan sólo "uno aliado clave más en la región".

Al aceptar, aunque de mala gana, la necesidad de crear un estado palestino, Netanyahu puede haber iniciado la desarticulación de la ideología de la derecha israelí. Pero Obama quiere algo más de él: que deseche su política respecto de los asentamientos.

Si el primer ministro israelí se niega a aceptar lo que Estados Unidos considera de "interés nacional", Israel puede terminar siendo considerado ya no "un aliado más" en Medio Oriente, sino "un aliado problemático".

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