El nuevo sindicalismo mexicano, ajeno al oficialismo de antaño, muestra su poder con la huelga que mantienen desde mediados de mes los 12.000 trabajadores de la empresa automovilística alemana Volkwagen.
La huelga, iniciada para demandar un incremento de 19 por ciento considerado inviable por Volkswagen, recibió numerosas muestras de apoyo y sigue a otra realizado en junio en la aerolínea nacional Aeroméxico, que tras dos días concluyó con un aumento salarial de 9,5 por ciento.
Los sindicatos de las dos empresas integran la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), creada en 1997 como alternativa a la otrora poderosa Central de Trabajadores de México (CTM), afiliada al Partido Revolucionario Institucional (PRI).
El dirigente de la UNT Francisco Hernández anunció este jueves movilizaciones para los próximos días en diversas ciudades, con el objetivo de apoyar a los trabajadores de la empresa alemana. Marchas en capitales de estados y cierre de carreteras son algunas de las medidas previstas.
Las acciones se coordinarán con organizaciones de campesinos, que también demandarán mediante cierres de carreteras cambios en las políticas del gobierno frente a su sector, dijo Hernández.
Las huelgas en Volkswagen y en Aeroméxico dejan en evidencia un reacomodamiento de fuerzas en el sindicalismo mexicano tras la derrota del PRI en las elecciones presidenciales de 2000, señaló a IPS Adolfo Prieto, analista de asuntos laborales de la Universidad de la Salle.
Volkswagen, que en los últimos cinco años invirtió en México 1.500 millones de dólares, ofreció primero un aumento salarial de siete por ciento, que luego elevó a 10,2 por ciento. Pero los trabajadores no aceptaron la oferta y aseguraron que mantendrán la huelga.
Es imposible otorgar un aumento de 19 por ciento cuando la inflación anual proyectada es de seis por ciento en términos negativos, sostuvieron portavoces de Volskwagen, firma que fabricaba 1.500 vehículos y 3.000 motores por día antes de la huelga.
La CTM se mantiene al margen del conflicto. Esta central nunca convocó una huelga nacional e intentó, por todos los medios y con apoyo de sucesivos gobiernos conducidos por el PRI, aplacar las protestas sindicales contra las empresas transnacionales.
La UNT, central que asegura reunir a 1,5 millones de afiliados — 25 por ciento de los que afirma tener la CTM— es hoy protagonista del nuevo escenario político mexicano, mientras el viejo sindicalismo oficialista aún no encuentra su espacio, dijo Prieto.
El gobierno de Vicente Fox, el primero ajeno al PRI en siete décadas, afronta un escenario político inédito, en el que se destaca la pluralidad en el Congreso legislativo y el libre accionar de movimientos sociales de diverso signo.
El gobierno, por ejemplo, no intervino en las operaciones de Aeroméxico para impedir, como dispone la ley, que un servicio público se interrumpiera. El presidente Ernesto Zedillo (1994- 2000) lo hizo cuando se registró una huelga en la misma aerolínea.
La Secretaría (ministerio) de Trabajo afirmó que actuará con independencia cuando se presenten conflictos entre sindicatos y empresas y que se limitará a actuar como mediador.
La mediación funcionó en el caso de Aeroméxico, pero el gobierno no está intercediendo en Volkswagen, dijo el sindicalista Hernández.
«Habrá que ver hasta dónde el gobierno soporta movimientos como los de Volkswagen, pues se trata de una importante empresa extranjera que puede enviar señales negativas a los inversionistas extranjeros», alertó el analista Prieto.
El gobierno espera recibir este año más de 20.000 millones de dólares en inversiones extranjeras, frente a los poco más de 10.000 del anterior.
Entre enero de 1994 y marzo de este año, la inversión en la industria automotriz instalada en México llegó a 8.764 millones de dólares, 51,6 por ciento de la cual procedió de Estados Unidos.
Según la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz, entre 2000 y 2005 la inversión en ese sector ascenderá de 6.000 a 8.000 millones de dólares.
Las compañías alemanas Volkswagen y BMW, la estadounidense General Motos, las japonesas Honda y Nissan y la británica Mercedes-Benz figuran entre las que poseen cadenas de montaje en México.
La producción de vehículos en el país supera las 400.000 unidades por año, de los cuales más de 80 por ciento se exporta a unos 60 países. (FIN/IPS/dc/mj/lb/01