Los edificios de paredes externas de vidrio oscuro son un atentado ambiental, sobre todo en las ciudades del trópico. Son invernaderos que exigen un alto consumo de energía para reducir la temperatura interior y la actual crisis de suministro de electricidad en Brasil acentúa su carácter antieconómico.
Pero no son el único ejemplo de desperdicio irracional, advirtió a IPS la arquitecta Louise Bittencourt Lomardo, que realizó su tesis de doctorado sobre eficiencia energética en grandes construcciones, basada en la investigación de centros comerciales, de un gran edificio administrativo y de un supermercado de Río de Janeiro.
Los casos negativos se multiplican en Brasil porque no hay normas de construcción para el consumo eficiente de energía. «Incluso países menos desarrollados, como Bangladesh, las tienen», observó Lomardo, investigadora del centro de posgrado en ingeniería de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
El aprovechamiento de la luz y la ventilación naturales representa un gran ahorro de electricidad, señaló la experta. En las condiciones de Río de Janeiro, las ventanas de los edificios deben ocupar 30 por ciento de la fachada, según calculó en base a mediciones en una sede administrativa de Eletrobrás, empresa que coordina el sector eléctrico estatal.
Esa es la proporción que mejor equilibra la luz y el calor solar, para reducir gastos en iluminación artificial y aire acondicionado. Pero varía según las condiciones climáticas de cada ciudad, considerando la radiación solar, la temperatura del aire, los vientos, la duración de la luz natural y la nubosidad, y la alteración estacional de esos factores.
Una buena ventilación natural permite un ambiente confortable la mayor parte del año y el ahorro en aire acondicionado. Ese es el caso del Fashion Mall, uno de los pocos centros comerciales que no son casi totalmente cerrados como castillos, observó Lomardo.
Un edificio inteligente no se define sólo por la informatización y uso de aparatos de alta tecnología, sino que su diseño debe asegurar la eficiencia energética.
Es necesario volver a veces a los orígenes, a viejas construcciones, comentó Leonardo Ozenda, cuya empresa Prisma acaba de levantar un edificio pionero en un barrio del oeste de Río de Janeiro con apoyo de la compañía local de distribución de electricidad y de centros de tecnología energética.
El ahorro de electricidad puede ser de 36 por ciento en el aire acondicionado y de 11 por ciento en la iluminación.
Para eso es preciso lograr el mejor aprovechamiento posible de la ventilación y la luz natural, aumentar el espesor de las paredes, pintar de color claro las fachadas y usar techos de fibra vegetal con un aislante mineral y energía solar para calentar el agua, explicó Ozenda.
El costo de la obra de diez apartamentos realizada por la empresa de Ozenda fue cinco por ciento superior al promedio en su tipo, pero determinará un importante ahorro en el futuro.
Así mismo, el valor de del inmueble aumentó al desencadenarse una crisis energética que indujo al gobierno a racionar la electricidad, indicó Joao Felicíssimo de Matos, propietario de uno de los apartamentos.
Lomardo lamenta, como Ozenda, que la enseñanza de arquitectura en Brasil no contemple suficientemente el ahorro de energía. Una de las pocas excepciones en la materia es la Universidad Federal Fluminense, donde ella es profesora.
La esperanza de Lomardo es que la escasez de electricidad impulse la aprobación de reglamentos de eficiencia energética en Brasil. (FIN/IPS/mo/ff/en/01) —— (*) Esta información fue publicada originalmente por el multimedios Tierramérica (www.tierramerica.net) —-