Los cambios en el gabinete realizados hoy por el presidente de Argentina, Fernando de la Rúa, tienen la finalidad de detener la creciente sensación de falta de rumbo que se extiende en la sociedad a causa del estancamiento económico y político.
La consultora Ricardo Rouvier informó a fines de septiembre que casi 60 por ciento de sus encuestados considera al gobierno de De la Rúa "igual" o "peor" que el de su antecesor, Carlos Menem, una evaluación considerado poco auspicioso para una administración de apenas 11 meses y cargada de expectativas.
La economía no parece decidida a ponerse en marcha a pesar de todas las señales de confianza que emitió el gobierno a los acreedores externos, como un ajuste fiscal, una reforma laboral y la rebaja de los sueldos estatales. El desempleo sigue elevado y la lucha contra la corrupción va a marcha lenta.
Por eso, los analistas políticos comenzaron en la última semana a hacerse eco del pesimismo generalizado y consideraron que el gobierno debía acelerar una serie de cambios que muestren su intención de recuperar el capital político que tenía al comenzar la gestión.
Pero ninguno de los cambios parece efectivamente orientado a modificar la dirección del gobierno. El ministro de Economía, José Luis Machinea, se mantiene en el cargo, y siguen en el gobierno, aunque uno de ellos en otro cargo, dos altos funcionarios salpicados por un caso de sobornos en el Senado.
Tras varias semanas de versiones sobre cambio de nombres en el gobierno, y cuando parecía que el presidente De la Rúa se tomaría aun más tiempo para definirlos, renunció de manera intespestiva el jefe de gabinete, Rodolfo Terragno.
El funcionario expresó en los últimos meses, de forma sutil, diferencias con el rumbo económico del gobierno. La semana pasada reeditó un libro de su autoría de un modo que los medios de comunicación interpretaron como la presentación de un plan económico alternativo.
Terragno también había considerado necesario dar mayor impulso político a la investigación de supuestos sobornos en el Senado. Los senadores opositores le impidieron leer este miércoles en el recinto un discurso crítico que, de todos modos, hizo circular entre legisladores y periodistas.
Las denuncias de sobornos se desataron hace dos meses y, por el momento, la justicia convocó a 11 senadores para que declaren por el supuesto cobro de 40 millones de dólares para aprobar una ley de reforma laboral muy cuestionada por los sindicatos.
Terragno afirmó en su texto que los argentinos "perdieron la confianza en la política".
"Si la gente piensa que los partidos políticos ya no los representan, que la política es un mundo subterráneo infecto de inmoralidad y que las leyes tienen precio", se genera una situación "muy grave y (que) requiere respuestas muy audaces", dijo.
La fuerte crítica de Terragno fue eco de la estrategia del vicepresidente Carlos Alvarez, principal impulsor de las investigaciones en su carácter de presidente del Senado.
Pero, por el momento, esa postura proclive al conflicto no forma parte del estilo político del presidente De la Rúa, más adepto al diálogo y al consenso.
Poco después de la renuncia de Terragno, el secretario del Presidente, Leonardo Aiello, anunció que el Ministerio de Obras y Servicios Públicos creado en diciembre por De la Rúa será reabsorbido por el de Economía, y que su titular, Nicolás Gallo, se quedó sin cartera.
La desaparición de ese ministerio causó sorpresa hasta al propio Gallo, pues se registró en la misma semana en que las empresas constructoras debaten un plan de vivienda. Pero el programa se mantendrá, aclaró Aiello.
Otro cambio anunciado es el reemplazo del ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, por la hasta ahora secretaria de Asuntos Penitenciarios, Patricia Bullrich, y el del ministro de Justicia, Ricardo Gil Lavedra, por el secretario de la Presidencia, Jorge de la Rúa, hermano del mandatario.
Flamarique era hasta esta semana la primera figura cuya remoción se aguardaba, pues sobre él recaían las principales sospechas por el supuesto pago de sobornos en el Senado para la aprobación de la reforma laboral. Pero el presidente lo nombró secretario de la Presidencia en lugar de su hermano.
En este sentido, tampoco hubo cambios en la Secretaría de Inteligencia del Estado, cuyo titular, Fernando de Santibañez, también fue señalado desde diversos medios como corresponsable en el pago de los sobornos.
La diputada Alicia Castro, de la oficialista Alianza, se manifestó contra los cambios, en especial contra la salida de Terragno, a quien consideró una persona con ideas nuevas para la economía.
En cambio, el nombramiento de Bullrich en lugar de Flamarique resultó auspicioso para la central sindical Confederación General del Trabajo. La crisis por los supuestos sobornos en el Senado y la consecuente declinación de Flamarique habían paralizado las negociaciones entre los sindicatos y el gobierno. (FIN/IPS/mv/mj/ip/00