Brasil entró repentinamente a las grandes ligas de la Ciencia mundial. Dos hazañas, una que tiene que ver con naranjas y otra con tumores, colocan al país en la cima de la investigación genética en América Latina y lo ponen sólo a la altura de gigantes como Gran Bretaña y Estados Unidos
Científicos brasileños de la Fundación de Amparo a la Pesquisa del Estado de Sao Paulo (FAPESP), lograron por primera vez en el mundo descifrar el código genético de un patógeno vegetal, la Xilella fastidiosa, una bacteria que ataca sobre todo a los cultivos de naranjas en Brasil, el primer exportador mundial de jugo proveniente de esos cítricos.
Este logro, calificado por la revista británica Nature como un «hito», fue seguido por otro de gran relevancia social: los mismos científicos de FAPESP realizaron el mapa de la estructura de unos 500 mil fragmentos de DNA de tumores malignos, lo que acelera las posibilidades de descifrar el genoma completo de los tumores y, eventualmente, encontrar una cura para diversos tipos de cáncer.
Los dos proyectos, anunciados con gran revuelo en la prensa mundial en julio pasado, forman parte del programa Genoma-FAPESP puesto en marcha en 1997. La gran visibilidad en los medios convirtió a los científicos brasileños en una especie de héroes nacionales y elevó la autoestima nacional.
«La ciencia en Brasil se dividirá entre antes y después del programa», dijo a Tierramérica José Fernando Pérez, director científico del FAPESP, el órgano estatal de Sao Paulo para la ciencia y la tecnología.
Como primer objeto de investigación, el FAPESP eligió la bacteria identificada en 1987 como Xilella fastidiosa, causa de una nueva plaga en los cítricos brasileños, la Clorosis Variada de Citros o «amarelinho» en su nombre popular.
La plaga amenaza un cultivo que emplea a 400 mil trabajadores en el estado de Sao Paulo y hace de Brasil el mayor exportador mundial de jugo de naranja.
La enfermedad provocó el año pasado pérdidas de 235 millones de reales (unos 130 millones de dólares), según Antonio Juliano Ayres, gerente científico de la Fundación de Defensa de la Citricultura (Fundecitrus).
Inoculada por 11 especies de cigarra, la Xilella ya contaminó 34 por ciento de los naranjales más productivos del país, en el estado de Sao Paulo y parte de Minas Gerais.
Gracias al estudio de su genoma, la Fundecitrus acumuló conocimiento sobre su actuación y las formas de contenerla.
«Ahora con las informaciones genéticas, fomentamos estudios para descubrir modificaciones que neutralicen los daños de la bacteria o bloquee su vía de transmisión por las cigarras», dijo Ayres.
El trabajo sobre la Xilella se hizo a través de la distribución de tareas a una red de 35 laboratorios, denominada Organización para Secuenciamiento y Análisis de Nucleotideos (ONSA en sus siglas en inglés), bajo coordinación del suizo Instituto Ludwig a través de su filial en Sao Paulo.
El éxito del sistema se reflejó en varios hechos como la finalización del estudio en enero, seis meses antes de lo previsto, y la publicación de sus conclusiones en la revista científica británica Nature en julio.
Así mismo, ONSA fue contratada por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos para una investigación sobre una variedad del Xilella que amenaza las viñas de California.
La organización gerencial y el aporte de la bioinformática fueron decisivos, según el director científico del FAPESP, quien también señala como fundamental el liderazgo de Andrew Simpson, científico británico que vive en Brasil hace más de diez años como director del Instituto Ludwig.
Como coordinador general del proyecto supo capacitar laboratorios universitarios no familiarizados con la tecnología genética.
Pero hubo un momento crítico, al aparecer «siete huecos», es decir una especie de eslabones perdidos, que exigieron un «análisis más fino» para completar el mapa de la estructura genética de la Xilella.
Marie Anne van Sluys es una de las siete mujeres que asumieron esta tarea, la que exigió el esfuerzo más prolongado. La «paciencia y mayor concentración femeninas» fueron esenciales, reconocieron muchos de sus colegas.
Fue necesario «trabajar muchas noches y fines de semana», aún teniendo tres hijos, actualmente de diez ocho y tres años, y dando clases en la Universidad de Sao Paulo, recordó la bióloga molecular.
El trabajo cooperativo entre gran cantidad de investigadores, 192 en el total, tiene el «mérito intrínseco» de diseminar conocimiento, objetivo primero de la FAPESP. El gasto de 13 millones de dólares se destinó en gran parte a equipar laboratorios universitarios para el futuro. La ONSA involucra actualmente 65 instituciones en sus diversos proyectos.
En el caso del estudio del genoma de los tumores malignos, el trabajo de los científicos del FAPESP podría tener un impacto infinitamente mayor que el de la Xilella: la cura de diversos tipos de cáncer.
La hazaña de hacer el mapa de unos 500.000 fragmentos de DNA de tumores malignos- fue posible gracias a una técnica desarrollada por Emmanuel Dias Neto, biólogo de 33 años.
La estrategia Orestes – siglas de Open Reading Frame Expressed- sequence Tags -, producto de su doctorado en la Universidad Federal de Minas Gerais y del trabajo en el Instituto Ludwig hace dos años, bajo orientación de Simpson, concentra la clave de la investigación en la parte central de los genes, mientras los procesos empleados en los países ricos lo hacen en las extremidades, explicó Dias.
Con eso se completa la información genética y Brasil contribuye con un gran avance al conocimiento del genoma humano. El proyecto tiene por objetivo estudiar material genético de cánceres más comunes en Brasil, como los gástricos y del colon.
Se espera que para fines de este año, se logre hacer el mapa de un millón de secuencias de fragmentos de DNA.
Con ello, se cubrirá el 95 por ciento de los genes importantes en la formación de tumores, lo que permitirá «en poco tiempo más el diagnóstico precoz de cáncer, lo que representa mayor posibilidad de cura», destacó Dias.
«Se podrá, por ejemplo, hacer pronósticos de la susceptibilidad, de la propensión de niños a la enfermedad», abriendo paso a una solución quirúrgica, añadió el biólogo.
El FAPESP tiene grandes proyectos a futuro. Quizás el más ambicioso es el estudio sobre el genoma de la caña de azúcar, que además de poner a Brasil en la vanguardia en la investigación genética vegetal, ampliaría el liderazgo y la competitividad mundial del azúcar brasileña, dijo William Burnquist, del centro de Tecnología de Coopersucar, una cooperativa del sector. (FIN