(Arte y Cultura) AMERICA LATINA: Cuenteros por la paz

Catorce «cuenteros» locales, de Cuba, Venezuela y Argentina participan en esta ciudad del norte de Colombia en el III Festival Internacional de Narrativa Oral «El Caribe cuenta», organizado por Luneta 50, un asociación teatral independiente.

«El Caribe cuenta», que comenzó el miércoles y concluirá este domingo, creció en afluencia de público, en despliegue de escenarios y en participación de narradores extranjeros y nacionales, según sus organizadores.

El Festival, que incluye espectáculos para niños y adultos, se presenta en diversos barrios de esta ciudad, de 1,5 millones de habitantes, y en diez poblados cercanos.

«La magia de palabra en todas sus formas está haciendo acto de presencia para conjurar la apatía y el olvido», dijo Zoila Sotomayor, miembro de Luneta 50 y promotora de esta fiesta internacional.

«El principal medio para alcanzar la paz en Colombia debe ser la cultura», pues la cultura de la paz «debe ser un imperativo para cada uno de los colombianos, estén inmersos en el conflicto armado o no», agregó Sotomayor.

Sotomayor cree que «la peor crisis del país no es la económica, sino la falta de fe y la indiferencia, especialmente de las instituciones cuya razón de ser es el apoyo a la cultura en sus distintas manifestaciones».

En ese sentido, el festival abre nuevos espacios de comunicación en un país sumergido en una violencia cotidiana de la que no se escapan los artistas y que deja cada año al menos 25.000 asesinatos, 3.500 de ellos en el marco de la guerra civil.

El acontecimiento se inauguró con un acto en el cual participaron todos los narradores invitados. Flora Ovalles, de Venezuela, consideró que «la importancia del festival reside en su capacidad de convocatoria».

«Hemos tenido un amplio público que nos ha apoyado con su presencia y con su aplauso, como se demostró en esta noche inaugural», dijo. Se calcula que en los seis días de festival se realizarán medio centenar de funciones con un promedio de asistencia de 100 personas por presentación.

Para la clausura de este el domingo se ha programado un acto especial bajo la consigna «Contar es dialogar, compartir y humanizar», en el que los participantes esperan encontrar nuevas rutas en medio de la debacle para la cultura en general.

Roberto Nield, cuentero de Argentina, y uno de los favoritos del público por su peculiar estilo, y quien ha hecho llorar y reir con sus historias, cree que «el festival genera espacios de comunicación en que el público y los artistas abren puertas y tienden puentes existenciales y culturales».

El festival cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura, de algunas universidades y de unas pocas empresas locales que, según Sotomayor, «entendieron el verdadero sentido de recuperar el uso de la palabra, de la opinión y la información en un país donde la intolerancia y la violencia niegan el derecho a disentir».

Por Colombia participan los narradores Primo Rojas, Iván Torres, Jota Villaza, Lolia Pomares, Felipe Rambauth, Alberto Borja, Elizabeth García, Nicolás Lubo, Manuel Sánchez, Fernando Cárdenas y Aníbal Tobón.

Estos cuenteros de diferentes regiones del país traen el encantamiento de la palabra, la magia del gesto, con la alegría de la sonrisa y el desahogo de la carcajada a todo pulmón.

«Si hubiesen más actividades culturales dirigidas a sensibilizar a niños y adultos, con toda seguridad podríamos detener la espiral de violencia que azota al país y proporcionar a los ciudadanos, además, alternativas de convivencia y paz», dijo Manuel Sánchez, psicólogo y fundador de Luneta 50.

Sánchez, pionero de la narrativa oral en Baranquilla, presenta el espectáculo infantil «Contari rodari», en que se combinan cuentos y las canciones en una aventura oral con gran aceptación entre numerosos niños.

Aníbal Tobón, otro de los participantres colombianos, llevó de Bogotá dos espectáculos, uno para adultos llamado «Des-cuentos» en que a través de cuentos e historias de la literatura local, nacional e internacional muestra una visión optimista.

El otro espectáculo es para niños y se titula «Titiricuentos». Narra la historia de un bufón a quien su rey no le permite la risa, el canto y el juego, y cómo con la ayuda de los niños del público logra ser feliz y convencer al rey de que su oficio es cantar, reir y jugar para divertir y divertirse.

Tobón dijo que «existe la imperiosa necesidad de contar con más espacios donde se pueda ejercitar la libertad de disentir y de mostrar la otra cara de la moneda, en un país donde la tolerancia, la convivencia y la alegría tienen cada vez menos espacio en la vida social».

Lolia Pomares, desde la colombiana isla de San Andrés, frente a las costas de Nicaragua y cuyo idioma es el inglés, afimró que «la importancia de este festival radica en reconocer a otras culturas de Colombia».

En eso coincidieron Elizabeth García, indígena arhuaca de la Sierra Nevada, y Nicolás Lubo, que representa a la comunidad indígena de La Guajira, minorías étnicas que también tienen un espacio en este Festival Internacional de Narrativa Oral.

Esta tercera edición de «El Caribe cuenta» constituye una lección de participación en paz, un ejercicio de libertad creativa. Consolida los cimientos de una interacción cultural en que tanto el público como los narradores están en primera fila para defender la palabra. (FIN/IPS/yf/mj/cr hd/00

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