El éxodo de empresas a Brasil ya habría causado la pérdida de más de 10.000 puestos de trabajo a Argentina, lo que amenaza con elevar el índice de desocupación que, según las últimas mediciones, es de 13,8 por ciento.
Para evitar que esa tendencia se profundice, el gobierno de Fernando de la Rúa lanzó el plan "Pro Competitividad", que se pondría en marcha el 1 de marzo, con el propósito de reducir los costos internos de producción.
Además, anunció que habilitará una línea de créditos para las pequeñas y medianas empresas (pymes) exportadoras y que estudiará el establecimiento de mecanismos de asociación entre el Banco de Inversiones y Comercio Exterior (BICE) y algunas de esas compañías.
"Estamos buscando la forma de que el BICE pueda asociarse con pymes que presenten proyectos de exportación e, incluso, que el banco pueda participar en las ganancias", sostuvo el ministro de Economía, José Luis Machinea.
Esas medidas constituyen la base de la respuesta oficial a la fuga de empresas, pero los empresarios consideran que no son suficientes y reclaman la sanción parlamentaria de la nueva reforma laboral, que actualmente debate el parlamento, para que se reduzcan aún más los costos del trabajo en la Argentina.
El plan "Pro Competitividad" prevé medidas para mejorar la radicación de industrias y de empresas exportadoras, mecanismos automáticos de devolución de impuestos y financiación del impuesto al valor agregado, así como subsidios para que las pymes adecuen la calidad de sus productos al mercado externo.
El programa también establece créditos para la adquisición de tecnología, autorización para la importación de fábricas "llave en mano", medidas especiales para el campo, en particular, destinadas a financiar la retención de las cosechas para que los productores no tengan de liquidar a bajos precios.
Aunque las cámaras empresariales no se ponen de acuerdo acerca de cuántas empresas se han trasladado al Brasil, sostienen que es un proceso que comenzó hace más de una año, estimulado, fundamentalmente, por la devaluación de la moneda de ese país.
Pero ese no es el único atractivo. Brasil otorga todo tipo de subsidios fiscales y financieros para atraer a las empresas, coinciden en señalar desde la Unión Industrial Argentina (UIA) y otras organizaciones empresariales.
Son unas 70 las empresas grandes o medianas que, "en forma total o parcial" dejaron la Argentina en los últimos 12 meses, pero sobre las pequeñas hay menos datos "porque su seguimiento es más difícil", dijo a IPS una fuente de la UIA.
La mayoría de esas empresas se han radicado en el complejo fabril de la ciudad de San Pablo. Algunas se han trasladado a Curitiba y Minas Gerais.
En forma directa o indirecta, el impacto sobre el empleo es considerable, ya que los puestos de trabajo perdidos podrían llegar a los 10.000, de acuerdo con las estimaciones de la UIA.
Comparativamente, los salarios, las tarifas de los servicios y los fletes también son más baratos en Brasil. Allí, el sueldo de un obrero industrial no supera los 300 dólares, mientras que en Argentina el promedio es de 600 dólares.
El éxodo de empresas también reavivó la discusión sobre la conveniencia o no de mantener la convertibilidad, que desde 1991 ha establecido la paridad del peso con el dólar, algo que, según algunos industriales, perjudica las exportaciones y resiente las finanzas empresarias.
"La convertibilidad no es la cuestión, sino cómo hacemos políticas fiscales que impulsen la competencia, que le permitan a la economía crecer sostenidamente", dijo el jefe de asesores del Ministerio de Economía, Pablo Gerchunoff, quien rechazó cualquier cambio en ese sentido.
Por su parte, el director de la Fundación Capital, el economista Carlos Pérez, dijo a IPS que "la percepción general es que las empresas se van a Brasil, pero lo que hay que ver es a qué ramas de la producción pertenecen".
En ese sentido, destacó que "la mayoría son textiles, autopartistas (de piezas y repuestos de vehículos), papeleras o fabricantes de calzado".
"Es más difícil que el sector de agroalimentos se traslade, porque las condiciones de Brasil no son las mismas que las de Argentina", agregó.
Entre las empresas de ese rubro que se fueron a Brasil figuran Nabisco, que se instaló en San Pablo, y Cica, que mudó su planta de tomates de Mendoza, en tanto que el grupo Socma vendió la local Canale y compró tres compañías alimentarias brasileñas.
Para el economista, es importante señalar que el éxodo de empresas responde a "decisiones de larga data", que se basan principalmente sobre "las ventajas comparativas de Brasil: el tamaño de su mercado, el costo laboral, impositivo y financiero y las tarifas".
No obstante, para Pérez "existe una leve ventaja a favor de Argentina, que es la de ser menos vulnerable macroeconómicamente", lo que le permitiría "seguir captando inversiones que, por supuesto, no son las mismas que van a Brasil".
Una visión similar es la del diputado Juan Pablo Baylac, presidente de la Comisión de Industria de la Cámara Baja, quien dijo a IPS que "así como una empresa anuncia que se va, aparece otra que se radica, como sucede con algunas autopartistas".
Sin dejar de reconocer que el éxodo de empresas "es preocupante", Baylac estimó que la Argentina "seguirá captando inversiones en la medida en que mejore su competitividad, tenga una legislación laboral adecuada y mantenga bajo el riesgo país". (FIN/IPS/va/mj/if/00