CHILE: Lagos, un singular heredero del socialismo de Allende

Ricardo Lagos aspira a ser el segundo presidente socialista en la historia de Chile, pero en un contexto y condiciones muy diferentes a las que rodearon la frustrada experiencia de Salvador Allende entre 1970 y 1973.

Si Lagos gana la elección presidencial, que tiene su primera y tal vez única vuelta este domingo, será el continuador de los gobiernos de la Concertación por la Democracia, que llevó ya al poder a dos demócrata cristianos: Patricio Aylwin (1990-1994) y Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000).

Este abogado y economista de 61 años rompió la hegemonía demócrata cristiana en la coalición al derrotar con 71,34 por ciento de los votos al precandidato de ese partido, Andrés Zaldívar, en las primarias del 30 de mayo de este año.

Desde entonces, Lagos es el candidato único de la alianza que conformaron a comienzos de la década de los 80, bajo la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990), los partidos y corrientes de la llamada oposición democrática de la época.

En la actualidad, la coalición está formada por los partidos Demócrata Cristiano, Socialista (PS), Por la Democracia y Radical Socialdemócrata, manteniendo así un perfil de centroizquierda que excluye al Partido Comunista (PC).

"Fui allendista, a mucha honra, pero hoy son otras las condiciones históricas", plantea Lagos, quien rechaza que se asimile a su candidatura con la Unidad Popular (UP), la coalición del PS, el PC, radicales y cristianos de izquierda que gobernó con Allende y fue derrocada por Pinochet en septiembre de 1973.

Lagos ha tenido que bregar en esta campaña no sólo con la derecha y sectores conservadores del PDC que insisten en el "fantasma de la UP", sino también con el desgaste de la Concertación luego de 10 años en el gobierno.

La coincidencia de la crisis internacional con el fin del sexenio de Frei aumentó el descrédito hacia la política entre los jóvenes, y favoreció al parecer el desplazamiento de electores a la oposición, tanto de derecha como de izquierda.

La derecha presentó como candidato a Joaquín Lavín, quien con un discurso basado en promesas de cambio y una imagen juvenil, está disputando estrechamente el triunfo con Lagos, de acuerdo con la mayoría de las encuestas de opinión.

Desde la izquierda marxista, la candidatura de Gladys Marín, secretaria general del PC, estaría restando al oficialismo apoyo de los sectores más progresistas, de acuerdo igualmente con las tendencias registradas por los últimos sondeos.

En este cuadro, lo más probable es que Lagos tenga la primera mayoría relativa en la elección del próximo domingo y por tanto, al no obtener mayoría absoluta, deba dirimir los comicios presidenciales con Lavín en una segunda vuelta, el 16 de enero.

El abanderado oficialista mantiene confianza en el triunfo definitivo el domingo, pero al mismo tiempo declara estar dispuesto a enfrentar la segunda vuelta, seguro de que el grueso del electorado le brindará apoyo.

La apuesta de Lagos se basa en que, pese al discurso innovador de Lavín, la ciudadanía identifica a éste con el ex dictador Pinochet, quien, desde su forzado exilio en Londres, sigue polarizando al país y concita el rechazo de 60 por ciento de la población.

Tanto Marín como otros dos candidatos menores del espectro progresista -el humanista Tomás Hirsch y la ecologista Sara Larraín- declaran que no apoyarán a Lagos en la segunda vuelta por considerarlo continuador del modelo económico neoliberal.

Lagos no se muestra interesado en negociar con ellos, porque el control de los partidos y candidatos sobre los votantes es relativo, y refuta a quienes lo califican de neoliberal con un programa que postula el crecimiento con igualdad.

Equidad, justicia social, modernización, fortalecimiento de la educación y profundización de la democracia son conceptos presentes en el programa de gobierno con que Lagos invita a los chilenos "a entrar en el nuevo milenio".

Su gestión como ministro de Educación en el gobierno de Aylwin y de Obras Públicas en la administración de Frei es su carta de presentación como un servidor público eficiente e innovador desde las filas de la Concertación por la Democracia.

Sin embargo, la izquierda extraparlamentaria impugna su actuación, sobre todo en Obras Públicas, donde llevó a cabo un ambicioso plan de infraestructura con proyectos financiados mediante concesiones a inversionistas privados.

Y es que Lagos encarna con propiedad al polémico socialismo renovado que desde fines de los años 70 se alejó del credo marxista-leninista y reivindicó el pluralismo y la democracia representativa, pero también al mercado.

Durante el gobierno de Allende, el actual candidato oficialista tuvo un discreto papel de asesor externo, junto a una brillante carrera como académico y secretario general de la Universidad de Chile, la más importante del país.

Lagos, graduado de abogado en 1962, obtuvo un doctorado en Economía en la universidad estadounidense de Duke en 1966. Tras el golpe de 1973 hizo clases en los Estados Unidos y fue alto funcionario de la Organización Internacional del Trabajo.

Entre 1983 y 1984 fue presidente de la Alianza Democrática, germen de la actual coalición oficialista, y en 1987 fundó el Partido Por la Democracia, concebido entonces como un grupo instrumental del PS y de otras organizaciones proscriptas por la dictadura.

Lagos asumió un papel protagónico en la política chilena desde la noche del 25 de abril de 1988, cuando en un programa televisivo de alta audiencia apuntó su índice a la pantalla conminando a Pinochet a poner fin al régimen militar.

Lagos está casado en segundas nupcias con la asistente social Luisa Durán y tienen una hija, Francisca, aunque el núcleo familiar es de cinco hermanos, con los hijos que ambos tuvieron en sus primeros matrimonios. (FIN/IPS/ggr/ip/99

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