/REPETICION CORREGIDA/ COMERCIO: Clima contrario a liberalización

El calendario fijado en 1994 indica que esta semana, el mundo debe discutir sobre el libre comercio agrícola. Sin embargo, las prioridades de los países parecen muy lejanas de esta exigencia.

Hace cinco años, en Marrakesh, 117 países que acababan de cerrar la llamada Ronda Uruguay de negociaciones comerciales multilaterales se comprometieron, entre otras medidas, a reducir paulatinamente los subsidios a la agricultura y volver a la mesa por ese asunto antes de que terminara el milenio.

Delegados oficiales de casi 140 países que integran la Organización Mundial de Comercio (OMC) llegarán este martes a Seattle, Estados Unidos, para cumplir con ese compromiso, pero el ambiente no es el más favorable para levantar las banderas del libre comercio.

La III Conferencia Ministerial de la OMC se realizará con un fondo de protestas y reclamos de al menos 70.000 activistas de organizaciones no gubernamentales de los más diversos sectores y países, que se oponen a un libre comercio que sólo juegue a favor de grandes corporaciones.

Representantes de la sociedad civil quieren incluir en la discusión el impacto que el comercio sin barreras tiene sobre el ambiente, el empleo, los salarios, el trabajo infantil, el aumento de la pobreza y la dificultad de acceso a los medicamentos y a otros bienes indispensables.

El secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería argentina, Jorge Campbell, advirtió que los manifestantes no son los únicos que amenazan la marcha de la reunión de cuatro días, sino los propios delegados, que no lograron cerrar acuerdos mínimos.

Los gobiernos llegan a Seattle con un texto plagado de frases redactadas "entre corchetes", un concepto que en la jerga diplomática significa que son puntos que aún no están acordados por consenso, que tienen distintas posibilidades de redacción y que están sujetas a cambios.

Argentina, un país que exporta básicamente productos del campo, irá a Seattle a plantear que el tratamiento de la agricultura sea igual al que se da a los productos industriales, con aranceles promedio 10 veces inferiores, y que haya un compromiso de reducir los subsidios.

De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que nuclea a los países industrializados, estas naciones gastan 300.000 millones de dólares al año para sostener a su sector agrícola.

Estados Unidos esta dispuesto a dejar esta práctica si lo hacen también la Unión Europea (UE) y Japón.

Pero tanto la UE como Japón se resisten a abandonar las prácticas proteccionistas y argumentan que en sus países la agricultura no es sólo una actividad económica, pues cumple una multiplicidad de funciones tales como preservar el ambiente, el paisaje rural y el empleo.

Además, el estado de la opinión pública no es favorable al libre comercio.

"Vamos a ir todos a discutir de libre comercio en un momento en que casi ningún sector en nuestros países lo está pidiendo", dijo Campbell a IPS para describir ese ambiente.

Desde 1997, con la crisis financiera del sudeste asiático, región que para las proyecciones económicas mundiales era una promesa de consumo en crecimiento, se transformó en el epicentro de una crisis economica mundial que afectó en distinta medida a todos los países.

Los precios de los productos agrícolas, asi como los de otros productos básicos, cayeron en promedio 25 por ciento en los últimos dos años —y en algunos casos el doble de este porcentaje— , y los países ya proteccionistas se cerraron aun más, agravando el problema.

El escenario de un mundo en el que reinaría el libre comercio sin ninguna traba de parte de los estados democráticos del globo era el que previeron muchos de los productores locales y extranjeros que en Argentina protagonizaron un auge inversor.

El húngaro George Soros adquirió miles de hectáreas fértiles en la Pampa húmeda argentina, y se desarrolló enormemente el sector de las oleaginosas. En poco tiempo, gracias a sus condiciones naturales, Argentina se erigió en segundo exportador mundial de soja.

Todo este auge comenzó a frenarse con la crisis de Asia, y la resistencia de los países proteccionistas a negociar una reducción de los subsidios no hace más que agravar el problema, porque con mercados subvencionados los precios siguen la tendencia declinante.

La inminencia de las elecciones presidenciales en Estados Unidos no contribuye a la liberalización de la agricultura, a pesar de la mayor propensión de ese país a ceder en estas prácticas tan onerosas para su presupuesto.

Un amplio sector del electorado estadounidense cree que los acuerdos de libre comercio terminan con miles de empleos y solo favorecen a las grandes empresas.

Así, la reunión de Seattle comienza en una coyuntura crítica para los partidarios del libre comercio que al comenzar la década parecía, junto con la democracia política, la panacea para las economías del mundo y sobre todo para las del mundo en desarrollo.

El presidente de Cuba, Fidel Castro, un crítico del libre comercio, ya adelantó su posición respecto de la prevista Ronda del Milenio de negociaciones multilaterales.

"Los países del Tercer Mundo han ido perdiendo todo: aranceles que protegían sus nacientes industrias y generaban ingresos, convenios de productos básicos, tratamientos preferenciales, cualquier instrumento para proteger el valor de sus exportaciones. ¿Y ahora, qué?", se preguntó.

Argentina, que como toda América Latina había sido fuertemente proteccionista hasta comienzos de la década del 90, se volvió al credo liberal y está en una posición muy alejada de la de Castro. Sin embargo, como muchos otros, ahora se plantea la misma pregunta que Castro.

"Tenemos autoridad para pedir que se eliminen los subsidios porque somos un país absolutamente abierto al comercio, las inversiones y los servicios", protestó Campbell antes de subir al avión que lo dejará en Seattle.

Pero, por el momento, no parece haber oídos dispuestos a reconocer ese esfuerzo de apertura regional. (FIN/IPS/mv/mj/if dv/99

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