/BOLETIN-AMBIENTE/

El gobierno de Argentina se puso al frente de la lucha contra el fuego en la austral Patagonia, donde ya ardieron más de 120.000 hectáreas de bosques y pastizales, en tanto los indígenas de la región iniciaron un ritual por lluvia.

La secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales, María Julia Alsogaray, se trasladó el viernes hasta una de las zonas afectadas, cercana a San Carlos de Bariloche, una ciudad turística de montaña situada 1.800 kilómetros al sur de Buenos Aires.

Tras calificar como "grave" y "descontrolado" el incendio, que ya arrasó 15.000 hectáres de bosques de pinos, alerces y araucarias de Bariloche, Alsogaray anunció que se utilizarán aviones preparados para combatir incendios forestales.

Agregó que la situación está "contenida, aunque no del todo controlada" y aseguró que están en camino al lugar brigadistas de otros puntos del país.

De esa manera, la funcionaria, repudiada por la comunidad de Bariloche, que la declaró persona no grata, por su falta de eficacia ante incendios anteriores, puso en marcha un "Plan Nacional de Manejo de Fuegos" con el que espera acabar con las llamas que devoran el sur.

Los incendios comenzaron esporádicamente en octubre. Desde entonces, según Alsogaray, hubo más de 800 focos. Pero desde hace dos meses no llueve en la zona de Bariloche, donde se registran temperaturas inusualmente altas, incluso de 30 grados.

La funcionaria aseguró que 85 por ciento de los focos son intencionales, aunque no pudo determinar las razones del siniestro. En cambio, los ambientalistas consideran que se trata del resultado de la sequía, de las elevadas temperaturas, los fuertes vientos y la imprevisión.

Bariloche, uno de los principales destinos turísticos del país en invierno y verano, está situada en la provincia de Río Negro. Más al sur, en la provincia de Neuquén, los incendios ya afectaron unas 110.000 hectáreas.

Lo mismo ocurre en la provincia de Chubut, más al sur, donde el fuego avanza a la velocidad del viento, sin que hasta el momento los brigadistas y bomberos puedan controlarlo. Apenas van logrando desviarlo de las zonas más pobladas.

Los incendios, que ya habían afectado unas 20.000 hectáreas en Bariloche en 1996, no provocaron víctimas, pero obligaron a un centenar de personas a ser evacuadas de áreas cercanas a los focos de fuego.

Los propios vecinos, ante la falta de instrumentos suficientes y adecuados para hacer frente a las llamas, encienden contrafuegos y abren zanjas con topadoras, para contener las llamas.

Pero el fuego no sólo ha sorteado zanjas y rutas asfaltadas con saltos de hasta 300 y 500 metros, sino que ya cruzó el río Limay, que separa Rio Negro de Neuquén.

El gobierno de Neuquén decidió el jueves declarar a la provincia en "desastre agropecuario", una forma de conseguir un aumento de ayuda presupuestaria del gobierno nacional, para aliviar la carga tributaria que recae sobre los productores locales.

Entre tanto, los Bomberos Voluntarios de Bariloche advierten que no están pertrechados para este tipo de siniestros.

"No tenemos ni siquiera un autobomba, y las mangueras no son las adecuadas" para combatir incendios forestales, declaró Néstor Linares, presidente de la federación de bomberos.

Linares explicó que con torreros en los cerros podría haberse detectado el calor con tiempo suficiente para apagar el incendio. Pero sólo hay uno y en malas condiciones, objetó el bombero, quien dijo que Bariloche debería tener una docena.

Ante este panorama desolador, que amenaza a zonas alejadas de las ciudades patagónicas, los indígenas mapuches de Rio Negro y Chubut iniciaron el viernes una ceremonia de rogativa por lluvias.

Los líderes espirituales de la comunidad aborígen convocaron a todos los indígenas y no indígenas a participar del ritual para que termine la sequía y lleguen al fin las lluvias que acaben con el fuego y la destrucción. (FIN/IPS/mv/ff/en/99

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