HONDURAS-NICARAGUA: "Semillas de esperanza" para la agricultura

Una iniciativa internacional se propone recuperar en dos años las reservas de semillas de alimentos de Honduras y Nicaragua que fueron devastadas por el huracán Mitch en octubre.

La iniciativa, Semillas de esperanza para América Central, fue lanzada el lunes para recuperar la agricultura de los dos países más afectados por el huracán, que en toda la región mató a más de 9.000 personas, dejó desaparecidas a otras tantas y provocó daños materiales por más de 5.000 millones de dólares, según la Organización de las Naciones Unidas.

Honduras y Nicaragua sufrieron respectivamente pérdidas equivalentes a 77 por ciento y 44 por ciento del producto interno bruto (PIB) de 1997.

Expertos estiman que los países perdieron hasta 70 por ciento de sus cultivos básicos, así como las semillas necesarias para plantar alimentos como frijoles, maíz, papas y plátanos.

"Si no se reacciona rápidamente para restaurar la producción alimentaria, Honduras y Nicaragua no sólo tendrán graves problemas de nutrición y salud, sino también severos problemas económicos y sociales", advirtió Grant Scobie, director general del Centro Internacional para la Agricultura Tropical (CIAT), con sede en Colombia.

"Casi la mitad de la mano de obra de los dos países trabaja en el sector agrícola", explicó.

Además del CIAT, entre los participantes del programa se incluyen el Centro Internacional del Mejoramiento del Maíz y el Trigo (CIMMYT), de México, el Centro Internacional de la Papa (CIP), de Perú, y el Instituto Internacional de Recursos Genéticos de la Planta, de Italia.

Todos son dependientes del multilateral Grupo Consultor sobre Investigación Agrícola Internacional (GCIAI).

Pero las semillas que proporcionen no se cosecharán para obtener alimentos, sino que se plantarán este mes y luego se multiplicarán para producir cantidades mayores de semillas que serán distribuidas a pequeños agricultores que representan la espina dorsal de la agricultura nacional de los dos países.

"Luego los agricultores las plantarán para producir alimentos, que cosecharán en agosto y septiembre", según una declaración de Future Harvest (Cosecha Futura), el ala de extensión pública del GCIAI, con sede en Washington.

"Semillas de esperanza" está dirigido a los pequeños agricultores porque las granjas comerciales pueden obtener ayuda del sector privado.

Se calcula que la iniciativa costará miles de millones de dólares y aún no se divulgó cómo se dividirá el costo entre los miembros del GCIAI, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, el Organismo Canadiense de Desarrollo Internacional y "socios nacionales y locales".

No obstante, los científicos esperan haber cosechado suficientes "semillas fundacionales" en los próximos meses para "situar a la producción hondureña de maíz en el camino a la recuperación" y para cubrir aproximadamente 35 por ciento de la zona dedicada a ese cultivo en Nicaragua, según Future Harvest.

"La ayuda de emergencia, por importante que sea, no devolverá la capacidad a los agricultores de subsistencia. La gente de estos países necesita saber que tendrá alimentos en los próximos meses y años" dijo Barbara Rose, directora de operaciones de Future Harvest.

Pero los científicos reconocen que para lograr la suficiencia alimentaria y la recuperación agrícola se necesitará más de lo que ellos pueden ofrecer.

En diciembre, durante una reunión en Washington de organismos y países donantes para coordinar su respuesta al huracán, grupos hondureños y nicaragüenses los instaron a apoyar la reforma agraria y dejar de insistir con el modelo ortodoxo de crecimiento económico liderado por las exportaciones.

Ese modelo llevó a Honduras a promulgar en 1992 una ley de "modernización" agrícola que dificultó el acceso de pequeños agricultores al crédito barato y al respaldo técnico, y facilitó el crecimiento de los grandes terratenientes. La ley duplicó el número de familias campesinas sin tierra.

A medida que crecía la dependencia de los cultivos de exportación para obtener divisas aumentó la dependencia en las grandes firmas y las compañías transnacionales para la creación de empleos en el sector.

Mientras los pequeños campesinos se mantienen ocupados reparando sus granjas, miles de trabajadores de las plantaciones perdieron sus empleos, al menos hasta que se recuperen las grandes granjas.

Los sindicatos de los trabajadores del banano indicaron que la compañía Chiquita Brands despidió a 4.000 de sus 7.000 empleados en Honduras.

Incluso antes del Mitch, la deforestación y la erosión de la tierra ya habían reducido la capacidad productiva del terreno, obstruyendo a los ríos y los canales de riego con sedimento.

"Cuando la gente quita los árboles de las laderas aumenta el riesgo de deslizamientos de tierra debido a las lluvias. En zonas donde los granjeros manejaban la tierra en forma adecuada antes del huracán, el daño no era tan severo", dijo Scobie, del CIAT.

Todos los años se pierden 150.000 hectáreas de bosque nicaragüense debido al talado comercial, la expansión de la agricultura, la agricultura de rozas y quema, y los incendios forestales, según la organización estadounidense de investigación Red Nicaragua.

"Con toda la información que tenemos sobre el nexo entre la deforestación y la destrucción generalizada que vimos en Nicaragua y Honduras, sería un acto criminal si no se prohíbe la tala comercial de las transnacionales en Nicaragua", expresó Mary Brook, activista del grupo.

Científicos del GCIAI recomendarán a los granjeros que planten batatas junto al maíz, una práctica que ayudó a reducir la erosión de la tierra en China.

El gobierno nicaragüense se propone reintroducir la batata en el país porque es una excelente fuente de vitamina A, según el CIP. Se cree que la batata se originó en lo que ahora es Nicaragua, donde no se la cultiva más. (FIN/IPS/tra-en/aa/kb/aq/dv-en/99

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