Las esperanzas de lograr una vacuna contra el sida parecen ahora más realistas -si bien lejanas- tras el lanzamiento de inciativas para promover el trabajo conjunto de laboratorios e investigadores de los países industriales y en desarrollo.
Dos grupos conjuntos ya integrados han producido "dos de las más prometedoras tecnologías para lograr nuevas vacunas en el mundo", destacó Jaap Goudsmit, presidente del Comité Científico asesor de la Iniciativa Internacional para una Vacuna contra el sida (IAVI).
Las vacunas en investigación serán las primeras para el mundo en desarrollo, señaló el IAVI. Pero, pese al optimismo, no se dispondrá de ningún mecanismo de inmunización contra el sida (síndrome de inmudeficiencia adquirida) al menos en 10 años, aclararon los investigadores.
Y varios científicos temen que ninguno de los fármacos en desarrollo sea eficaz para los seres humanos.
Pero la necesidad de lograr una vacuna es urgente. No existe cura para el sida y muchas personas no utilizan preservativos o mantienen relaciones sexuales sin las debidas precauciones.
Todo ello constituye un obstáculo para reducir el ritmo al cual es virus se transmite actualmente, estimado en 16.000 nuevos casos por día.
Una serie de drogas, llamadas anti-retrovirales, logran mantener a raya los síntomas, pero su costo promedio es de 8.000 dólares por persona al año y están entonces muy lejos de las posibilidades económicas de millones de pacientes de sida en el mundo en desarrollo.
Una vacuna efectiva sería no sólo un salvavidas, sino también una forma de reducir el alto costo del sida, tanto en tratamiento como en recursos perdidos.
Sin embargo, los expertos afirman que será preciso sortear varios obstáculos de tipo económico y científico antes de que el Sur en desarrollo tenga un amplio acceso a la vacuna.
Los investigadores tienen que garantizar que la vacuna sea segura, sin efectos secundarios graves y que sea eficaz.
Además, existen distintas cepas del VIH (virus de inmunodeficiencia humana), causante del sida, y las vacunas que están en desarrollo para inmunizar contra una de ellas quizás no necesariamente protejan de otra.
Los problemas científicos crean otros, de tipo económico. Las economías en problemas de los países en los que el sida tiene más difusión -Africa subsahariana y Asia meridional- no pueden afrontar una costosa vacunación masiva contra las cepas A, C, D y E, que prevalecen en esas regiones.
Al mismo tiempo, gran parte de la actual investigación intenta lograr una vacuna contra la cepa B, que abunda en América del Norte y del Sur, y en Europa.
La mayoría de los laboratorios son reticentes a invertir en la investigación de vacunas a menos que puedan luego recuperar los costos a través del producto final. Por lo tanto, hay pocos incentivos de mercado para la inversión en vacunas que podrían resultar efectivas sólo en los países en desarrollo.
Fue con la idea de superar estos obstáculos que el IAVI, una organización científica sin fines de lucro, formó los grupos conjuntos – en Sudáfrica y Kenia – como parte de una estrategia para fomentar el desarrollo simultáneo de varias 'vacunas candidatas'.
"El IAVI desea acelerar el esfuerzo mundial para crear una vacuna por medio de la colaboración y no la competencia", afirmó el presidente del IAVI, Seth Berkley.
"Nuestra meta es no sólo asegurar el desarrollo de una vacuna contra el sida lo antes posible, sino que todas las personas del mundo que la necesiten puedan acceder a ella", dijo Berkley.
La iniciativa sudafricana es un proyecto conjunto entre la Universidad de Ciudad del Cabo y la Universidad de Carolina del Norte, Estados Unidos, con Alpha Vax Human Vaccines, un laboratorio de Durham, Carolina del Norte.
El ingrediente básico de esta vacuna es una forma inocua de la encefalitis equina de Venezuela con material genético de la cepa C del VIH. Las pruebas en ratones y monos fueron exitosas, pero los expertos advierten que aún deben realizarse algunas modificaciones en el producto antes de probarlo en humanos.
En cuanto a la iniciativa keniana, reúne a investigadores de la Universidad de Nairobi, la Universidad de Oxford en Gran Bretaña, y el IDT, un laboratorio alemán. En este caso, se utiliza el MVA – un virus inocuo empleado en las vacunas contra la viruela – que es genéticamente similar a la cepa A del VIH, frecuente en Kenia.
Los ensayos con roedores y monos también fueron exitosos y serán seguidos de tres etapas de prueba en humanos, en primer lugar en Gran Bretaña, y luego en Kenia.
Una vez realizadas las pruebas iniciales en Gran Bretaña y Kenia para garantizar que la vacuna sea segura, comenzará otra serie de ensayos con trabajadores sexuales.
"Resulta esencial llevar a cabo las pruebas en países como Kenia, porque allí es donde hay mayor necesidad. Y la vacuna candidata deberá ser ensayada en un grupo de alto riesgo para comprobar su eficacia", explicó Sarah Rowland-Jones, del grupo de Oxford.
Omu Anzala, miembro del equipo de la Universidad de Nairobi, observó que 70 por ciento del millón de habitantes de Kenia infectados con el VIH presentan la cepa A.
"Lo importante es que Kenia es uno de los países más castigados por el sida y no podemos sentarnos a esperar que alguien nos venga a rescatar", afirmó Anzala.
"Si dejáramos librada la tarea exclusivamente a los laboratorios, éstos producirían una vacuna efectiva sólo en América del Norte y Europa", agregó.
Pese a que el principio de la vacunación contra el VIH es ampliamente aceptado, la ausencia de investigación sobre otras cepas del VIH comunes en el mundo en desarrollo llevó a varios activistas en Africa y Asia a cuestionar la relevancia de las pruebas en sus regiones.
De acuerdo con Berkley, en el pasado fueron desarrolladas vacunas para las cepas B. Las pruebaas se realizaron en países del Sur, aunque con la intención de fabricarlas en el Norte.
El IAVI vigila otras nueve vacunas potenciales, que están diseñadas para la protección ante la cepa B, poco frecuente en Africa y Asia. Tres de ellas también pueden resultar efectivas contra la cepa E – que se encuentra en Asia oriental y el Pacífico.
Pero las investigaciones en curso no tienen en cuenta la cepa D, frecuente en Africa.
Por otra parte, los científicos creen que las pruebas en los países en desarrollo -donde es mayor el riesgo de contraer el sida – son la única forma efectiva para probar las vacunas.
El IAVI ya firmó acuerdos de precio de venta con Alpha Vax Human Vaccines y el Consejo de Investigación Médica de Gran Bretaña, según los cuales las compañías farmacéuticas sólo pueden cobrar el costo de producción más un máximo de 10 por ciento en ganancias.
Si las vacunas pueden ser producidas a un costo menor en otra parte, IAVI puede obligar a los laboratorios a trasladar su producción a esos países. Esto se aplica exclusivamente a las ventas en los países en desarrollo.
Esto, según Berkley, es algo único. Habitualmente, las vacunas son vendidas en el Norte durante 10 a 15 años, tiempo durante el cual los laboratorios recuperan lo invertido. Sólo después de esa etapa comienzan a ingresar en los mercados del Sur.
Otra idea considerada es que los laboratorios entreguen parte de los derechos de propiedad intelectual de las vacunas a los países en desarrollo a cambio de obtener permiso para realizar pruebas. Ello podría permitir la producción local de vacunas en el Sur, a menor costo.
"Tenemos que impulsar esta idea con sumo cuidado", advirtió José Esparza, jefe del equipo de vacunación de UNAIDS, la agencia de la Organización de las Naciones Unidas dedicada al sida. "No queremos crear más factores de desestímulo para los laboratorios".
"Finalmente, los países más pobres tendrán que recibir subsidios para poder comprar una vacuna contra el sida", concluyó Esparza. (FIN/PANOS/tra-en/mf/dds/mv-ff/he/98