COSTA RICA: Industriales destacan fragilidad de crecimiento

Costa Rica registrará este año una tasa de crecimiento de entre tres y 3,5 por ciento, pero el sector industrial teme que esa cifra no sea sostenible en el tiempo porque se basa en la impredecible inversión extranjera.

En 1997, el país recibió más de 500 millones de dólares en inversión externa directa, pero la mayor parte de ese monto correspondió a la instalación del gigante de los microprocesadores Intel.

"Tendríamos que tener un Intel nuevo todos los años para lograr que el país siga creciendo a ese ritmo", advirtió el presidente de la Cámara de Industrias, Marco Vinicio Ruiz, al indicar que el crecimiento de cuatro o 4,5 por ciento proyectado para 1998 pende de un hilo.

El gobierno de José María Figueres apostó a la inversión extranjera como motor para sacar al país del estancamiento económico en el que se sumió el país desde hace tres años, con decrecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) o crecimiento cero.

Los industriales señalan que si bien Costa Rica ha conocido una recuperación económica, se debió a la inversión extranjera directa y a un aumento anual de 45 por ciento en las exportaciones de zona franca, pero no al crecimiento de la industria local y del consumo.

Según datos de la Cámara del sector, sólo seis por ciento de la industria total es de exportación y emplea a 34 por ciento de la mano de obra.

Ese sector aporta el 17 por ciento de la producción nacional y 49 por ciento de las exportaciones.

Al otro lado se ubica la industria local, que constituye 94 por ciento del total, genera 66 por ciento de los puestos de trabajo, 83 por ciento de la producción nacional y aporta 51 por ciento de las exportaciones.

Sin embargo, sólo el seis por ciento de las industrias recibe incentivos fiscales y exoneraciones de impuestos.

Esa situación, dijo Ruiz, no permite a la industria local crecer, porque debe competir en condiciones muy diferentes a las que recibe ese pequeño y privilegiado sector que se ubica en las zonas francas.

Los industriales se preguntan que si el Estado sigue apostando sólo a la atracción de inversiones y no al desarrollo de la industria nacional el crecimiento del PIB no es sostenible, porque no todos los años se instalarán empresas como Intel, con inversiones de 300 o 400 millones de dólares anuales.

El presidente Figueres ha realizado repetidos viajes a varios países del sudeste asiático para ver cómo funcionan sus economías e invitar a grandes empresas de alta tecnología a invertir en el país.

Ruiz considera que si bien Costa Rica ha alcanzado un nivel muy aceptable de estabilidad, sobrevive el peligro de una nueva etapa recesiva al persistir graves desequilibrios.

El déficit fiscal, que debía bajar a uno por ciento del PIB este año, cerrará 1997 con cuatro por ciento y el de cuenta corriente llegará a un porcentaje similar.

Paralelamente, el país no ha podido resolver el tema de la deuda interna, que -con un monto aproximado a 4.000 millones de dólares- supera la deuda externa.

La deuda interna es la que ha adquirido el Estado a través de muchos años en los que ha financiado su déficit con emisión de bonos en moneda local.

Finalmente, el sector industrial estima que Costa Rica sigue disminuyendo el ritmo de crecimiento respecto a sus vecinos centroamericanos, a pesar de que el Informe sobre Competitividad Global sigue colocando a este país a la cabeza del istmo.

Costa Rica es ubicada en esa escala en la posición 35, después de México, y muy por encima del resto de América Central, que en conjunto se encuentra en el puesto 49.

Sin embargo, los sectores empresariales critican que el país carece de una política de privatizaciones, que los intereses políticos atrasan la modernización y que falta una verdadera reforma del Estado.

En cambio, señalan, Panamá inició este año una apertura comercial con aranceles que van del cero al 15 por ciento, estableció incentivos a la inversión, modernizó el régimen laboral, privatizó los puertos y telecomunicaciones y está ejecutando proyectos en el área revertida del canal.

Nicaragua, pese a su rezago económico, adoptó una audaz apertura comercial con aranceles de cero a 10 por ciento, abrió el mercado de seguros, inició el traslado al sector privado de servicios públicos y aumentó la inversión en puertos y aeropuertos.

El Salvador, por su parte, emprendió la privatización de las telecomunicaciones, abrió a la participación privada la distribución y comercialización de energía y agua, desmonopolizó el mercado de los seguros e inició un programa de obras públicas de 100 millones de dólares.

Los empresarios consideran que si Costa Rica continúa sin hacer cambios radicales, como hasta ahora, en el año 2000 podría ubicarse muy por debajo del resto de América Central en el índice de competitividad global. (FIN/IPS/mso/dg/if/97)

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