AMBIENTE: Se apaga el croar de las ranas

Ranas y otros anfibios se extinguen rápidamente en todo el mundo, sobre todo en países de América Latina. En el Caribe hasta 80 por ciento de las especies está en peligro de desaparecer, mientras Colombia registra 209 amenazadas y México 198.

La degradación ambiental, junto con la pérdida de hábitat, la radiación ultravioleta, las enfermedades y el cambio climático son todos factores involucrados en estas pérdidas sin precedentes.

Por lo menos 43 por ciento de los anfibios va en declive en el planeta. Se calcula que 170 ranas, sapos y salamandras pueden haberse extinguido en las últimas dos décadas.

"Los anfibios nos están diciendo que hay algo mal con nuestros ecosistemas", dijo a Tierramérica Robin Moore, encargado de Conservación de Anfibios en la no gubernamental Conservación Internacional, con sede en Estados Unidos.

Los anfibios tienen pieles muy porosas, que los vuelven más vulnerables a los cambios ambientales que los mamíferos, los pájaros y los reptiles. Algunos científicos los consideran una suerte de barómetro de la salud de la Tierra.

Según la Evaluación Anfibia Global, que analizó el estatus de los casi 6.000 anfibios conocidos, la situación más acuciante tiene lugar en el Caribe, donde más de 80 por ciento de los anfibios están amenazados en República Dominicana, Cuba y Jamaica, y un sorprendente 92 por ciento en Haití. Ecuador también registra un panorama preocupante, con 163 especies amenazadas.

"Hay enormes cantidades de anfibios que ni siquiera conocemos", declaró Moore.

Terminada en 2004, la Evaluación Anfibia Global es el mayor esfuerzo jamás hecho para determinar el estatus de los anfibios. Pese a este esfuerzo, regiones como América Latina pueden tener dos o tres veces más especies no descritas de anfibios que las científicamente reconocidas, dijo el experto.

Los anfibios son importantes particularmente en zonas tropicales, donde son tan numerosos que cumplen un rol esencial en el control de insectos causantes de enfermedades en humanos.

Varias especies de ranas son investigadas por su potencial medicinal. Durante mucho tiempo, las ranas venenosas (Dendrobatidae) proporcionaron a cazadores de América Central y del Sur una toxina que ahora es convertida en nuevos calmantes.

El año pasado, científicos y organizaciones conservacionistas exigieron crear una Alianza de Supervivencia de Anfibios, una red global para frenar la disminución de ejemplares antes que se extingan otros cientos.

El esfuerzo incluiría realizar investigaciones, programas de campo, cría en cautiverio y protección del hábitat. Insumiría cinco años y costaría 400 millones de dólares. Pero todavía tiene que despegar.

La Alianza, que es coordinada por Conservación Internacional y el Grupo Especialista en Anfibios de la Comisión de Supervivencia de las Especies de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), espera contratar a un director ejecutivo de tiempo completo en las próximas semanas.

"Recaudamos algún dinero, pero de ningún modo lo que se necesita", señaló Moore.

Hace unos días, expertos en anfibios reunidos en la sudoriental ciudad estadounidense de Atlanta llamaron a los zoológicos, acuarios y jardines botánicos del mundo a crear un Arca Anfibia.

Pidieron a las instituciones que ingresen por lo menos 500 ranas de una especie amenazada para protegerlas de hongos quitridiales, de impacto mortal en los anfibios. Cada rana será limpiada para asegurarse de no introducir esa enfermedad en el área protegida.

La organización calcula que completar el proyecto costará entre 400 y 500 millones de dólares.

La disminución de los anfibios es un problema mucho mayor que un hongo peligroso, según Alan Pounds, ecologista residente del Centro Científico Tropical de la Reserva Biológica Bosque Nuboso Monteverde, en Costa Rica.

"No hay evidencia sólida de que el hongo sea la única razón", dijo Pounds a Tierramérica.

La propia investigación de Pounds muestra que el cambio climático está afectando la ecología de las neblinosas laderas de montañas de América Central y del Sur y que precipitó una reducción de las coloridas ranas arlequín (Atelopus), dos tercios de cuyas más de 100 especies desaparecieron desde los años 80.

Según Pounds, el cambio climático parece haber creado condiciones más favorables para la propagación del hongo quitridial, dado que, al aumentar las temperaturas, se potenció la capa de nubes que cubre las montañas, volviendo más frescos los días y más cálidas las noches.

Las ranas también son sensibles a los pesticidas, la mala calidad del agua, la lluvia ácida y otros contaminantes ambientales. Al agregarse el cambio climático, que altera procesos ecológicos complejos, incluyendo la dinámica de las enfermedades, habrá impactos a veces significativos sobre las especies.

"Parece sorprendente y escandaloso que las especies desaparezcan de reservas naturales aparentemente vírgenes. Pero no hay ningún lugar del planeta que sea virgen", expresó Pounds.

El alcance global y la variedad de los cambios ambientales hacen que a la ciencia le resulte muy difícil determinar exactamente por qué todos los miembros de una especie de ranas se extinguen tras vivir en la Tierra durante millones de años.

Se necesita con urgencia manejar mejor el hábitat, incluyendo una comprensión de lo que ocurre en los ecosistemas, junto con una acción sobre el deterioro ambiental y el cambio climático para enlentecer la pérdida de anfibios y otras especies, continuó Pounds.

"Deberíamos escuchar el mensaje de las ranas. Ellas nos advierten sobre el deterioro ambiental que amenaza a todas las especies y a nuestro propio bienestar", concluyó.

* El autor es corresponsal de IPS. Este artículo fue publicado originalmente el 3 de marzo por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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