El tambaleante mercado del petróleo obligó al presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, a reanudar los desembolsos a Chad, interrumpidos en enero por cuestionamientos a las compras de armas del país africano.
Chad amenazó con recortar sus exportaciones de crudo si el Banco Mundial mantenía su agresiva postura. Fue entonces que el ex subsecretario (viceministro) de Defensa de Estados Unidos decidió que el gobierno del presidente Idriss Deby no era tan caprichoso, después de todo.
A fines de abril, Wolfowitz revirtió la suspensión de los desembolsos dispuesta hacía cuatro meses, tres días antes de vencer el plazo impuesto por el gobierno de Chad para comenzar a congelar sus exportaciones petroleras.
El Banco Mundial anunció un acuerdo provisorio con la administración de Deby, según el cual se reanudará el desembolso de algunos créditos para que el gobierno financie programas de VIH/sida, desarrollo comunitario, educación, salud y agricultura, electricidad, agua e infraestructura en general.
Wolfowitz mencionó la persistencia de "serias lagunas" a la hora de lidiar con las necesidades urgentes y la administración de los recursos.
[related_articles]
El parlamento de Chad dio a Deby en enero amplias facultades para el uso de los ingresos petroleros, que, según convenios con el Banco Mundial, deberían asignarse a áreas sociales prioritarias en este país, uno de los más pobres del mundo.
Pero muchos analistas dicen que el Banco Mundial se vio obligado a modificar su actitud debido a presiones de países, temerosos por la debilidad del gobierno de Deby ante el surgimiento de un movimiento rebelde que, segun diversas versiones, con el apoyo del vecino Sudán.
Sudan recurrió a China y no a corporaciones occidentales para la explotación de su petróleo. La instauración de un régimen similar en Chad haría peligrar la construcción del oleoducto entre éste país y Camerún y castigaría a las compañías que invierten en su territorio.
Es decir que, sin importar la cantidad de petróleo que produzca Chad, un cambio de régimen podría dificultar el acceso de las trasnacionales del sector, justo cuando la oferta de crudo se restringe y los precios se disparan.
"Deby tiene al Banco Mundial entre la espada y la pared", indicó Daphne Wysham, investigadora del Instituto de Estudios Políticos con sede en Washington.
"Ahora, tiene la última palabra. Dada la volatilidad de los precios del petróleo, entre otras cosas que están en juego en el mercado, quedamos más expuestos a cualquier perturbación que Deby pueda ocasionar al suministro", señaló Wysham.
Chad, donde la producción de petróleo se inició en 2003, ahora exporta entre 180.000 y 200.000 barriles por día. Pero esa pequeña cantidad no puede desperdiciarse en momentos en que el precio de la gasolina en Estados Unidos, el mayor consumidor del mundo, se elevó hasta alcanzar los tres dólares por galón (3,78 litros).
"En cierto sentido esta es una mínima cantidad pero dado que estamos llegando a nuestros límites, Deby puede mover los hilos y llamar la atención de los líderes mundiales", agregó Wysham.
Chad tiene otros asuntos entre manos con el Banco Mundial, gran inversor en la industria de la extracción de petróleo, gas y minería. Su producción podría dispararse en breve, pues la petrolera estadounidense ExxonMobile está realizando más exploraciones.
El proyecto de oleoducto entre Chad y Camerún y el desarrollo del sector petrolero en esos países representan la mayor concentración de inversión privada en África.
Pero el gobierno violó su acuerdo con el Banco Mundial por la construcción del oleoducto, al utilizar los primeros 4,5 millones de dólares recibidos de las corporaciones petroleras para la compra de armas contra los rebeldes del norte del país.
A mediados de abril, los rebeldes lanzaron un audaz ataque sobre la capital, N'Djamena, y llegaron a pocos kilómetros del parlamento y del palacio presidencial. Las capitales occidentales, sedientas de petróleo, dieron la voz de alarma, pero el Banco Mundial seguía en sus trece.
Grupos críticos que vigilan las operaciones del Banco señalaron que los motivos por los que la institución suspendió los desembolsos y congeló en una cuenta de garantía bloqueada los ingresos petroleros de Chad, realidad, no cambiaron.
"La actual crisis político militar en Chad es aun más nefasta que en enero, pues es más probable que los ingresos petroleros se usen para comprar armas", advirtió el Centro de Información del Banco, una de esas organizaciones no gubernamentales.
De hecho, no hay más garantías ahora que hace cuatro meses de que los ingresos por petróleo se utilicen en beneficio de los pobres, sostienen los observadores.
"No hay absolutamente ninguna indicación de que algo haya cambiado en Chad", señaló Korinna Horta, economista de la organización Defensa del Ambiente y experta en asuntos de ese país.
"Deby quedó con las manos libres al restablecerse el préstamo. ¿Le dan dinero y creen que de repente se va a preocupar por la pobreza? Nunca le importó. ¿Por qué le importaría ahora?", declaró.
Horta hizo referencia a las elecciones presidenciales del martes, boicoteadas con éxito por la oposición y obviadas por la gran parte de la ciudadanía, molesta por la corrupción y la mala administración del gobierno de Deby, en el cargo desde hace 16 años.
Chad suele ocupar los primeros lugares del índice anual de percepción de corrupción realizado cada año por Transparencia Internacional, red de organizaciones de la sociedad civil dedicada a combatir este flagelo, con sede en Berlín.
El mensaje enviado por el Banco Mundial con su cambio de posición puede leerse, además, como un apoyo al régimen de ese país africano, pedido a gritos por Francia y Estados Unidos.
El golpe de Estado contra Deby el 13 de abril fue frustrado por 1.300 efectivos franceses instalados en el país, preocupados por la posibilidad de que los rebeldes, ayudados en secreto por Sudan, tomen el poder.
El Banco Mundial, creado en 1944 por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, se ha caracterizado por respetar las pautas del Grupo de los Siete (G-7) países más industrializados, que son Alemania, Canadá, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Japón. Este episodio en Chad no es más que otro ejemplo de ello.
"Es lógico que el Banco Mundial defienda al hombre con el cual negoció la construcción del oleoducto, pues no tiene idea de quién podrá ser el siguiente, dada la inestabilidad reinante" en el país, señaló Wysham.
"Deby podrá ser un dictador y un monstruo pero de alguna forma el Banco sabe como tratar con él y esto debe ser lo que está en juego en este asunto", agregó.