BELÉM, Brasil – En cualquier comparación, las estadísticas de la Iniciativa de Vivienda del Pueblo de Sindh para los Afectados por las Inundaciones (SPHF, en inglés), que devastaron el sur de Pakistán en 2022, resultan extraordinarias y lo convierten en el mayor proyecto de reconstrucción de viviendas tras un desastre climático del mundo.
Entonces, fotografías de la región mostraban a personas avanzando con cuidado por aguas que les llegaban a la cintura, sosteniendo con firmeza sus pocas pertenencias sobre la cabeza en un intento por escapar de las inundaciones provocadas por lluvias monzónicas 784 % superiores al promedio.
Decenas de miles de familias se alojaron en carpas mientras contemplaban un futuro incierto, con estimaciones de 15 millones de personas desplazadas y más de 1700 fallecidas.
Ahí es donde termina la historia para muchos sobrevivientes internacionales de inundaciones y otros desastres relacionados con el clima. Deben reconstruir sus vidas por su cuenta. El financiamiento para la adaptación y para pérdidas y daños sigue “funcionando en vacío”.
Y si se esperaba claridad en 30 Conferencia de las Partes (COP30) sobre el clima, celebrada en esta ciudad brasileña de Belém en noviembre y presentada como “la COP de la adaptación”, los países se fueron decepcionados sobre el objetivo de salir de las negociaciones con una hoja de ruta para la adaptación que incluyera financiamiento basado en subvenciones y un mayor apoyo.
La Decisión Final Mutirão (esfuerzo conjunto, en portugués), con que concluyó la COP30 el 22 de noviembre, insta a realizar esfuerzos para triplicar el financiamiento para la adaptación de aquí a 2035, en comparación con los niveles de 2025.
Este objetivo reafirma el ya adoptado en la COP26, celebrada en la ciudad escocesa de Glasgow, de duplicarlo para 2025. Pero la nueva meta de Belém fue un compromiso, ya que el plazo se extendió de 2030 a 2035.
Amy Giliam Thorp, del centro de estudios africano Power Shift Africa, resumió la opinión de muchos analistas al señalar que, aunque la decisión final hace referencia a “esfuerzos para al menos triplicar el financiamiento para la adaptación”, el lenguaje resulta “políticamente evasivo y oculta quién es responsable”.

Sin embargo, la COP30 brindó la oportunidad de mostrar lo mejor que puede lograr el financiamiento para la adaptación, aunque sea en forma de préstamos y no de subvenciones.
Volvamos a esas estadísticas.
Durante una intervención en un pabellón sofocante y húmedo de Pakistán en la COP30, Khalid Mehmood Shaikh, director ejecutivo de SPHF, enumeró los logros del proyecto de viviendas.
Están en construcción 2,1 millones de viviendas resistentes a múltiples amenazas, beneficiando directamente a más de 15 millones de personas, una cifra que supera la población de 154 países.
Actualmente, la construcción de 1,45 millones de viviendas está en marcha, con 650 000 ya finalizadas y otras 50 000 se completan cada mes.
Las fotografías exhibidas en el encuentro paralelo de la COP, muestran a mujeres al frente de la acción climática en Sindh mediante el SPHF: el mayor programa de reconstrucción de viviendas posterior a desastres del mundo, mostraban a mujeres y sus familias participando en distintas etapas de la construcción de sus nuevos hogares.
Las imágenes destacaban métodos constructivos que el Banco Asiático de Desarrollo (ADB, en inglés) define como arquitectura “resiliente a múltiples amenazas”: bases elevadas para evitar la entrada del agua de las inundaciones, así como ventanas y sistemas de ventilación que mejoran el flujo de aire y reducen las temperaturas durante las olas de calor,
En la provincia de Sindh, la tercera más poblada de Pakistán, en ocasiones, se registran temperaturas superiores a los 45 °C.
Además, se observa la transición de viviendas kutcha, construidas con materiales locales naturales como barro, paja y bambú, a viviendas pucca, edificadas con materiales modernos como ladrillo, cemento, acero y hormigón.
Las viviendas terminadas, decoradas con colores vivos, dan testimonio de un proyecto que crea tanto refugio como dignidad.

La iniciativa, gestionada íntegramente por el sector privado, comenzó con un préstamo de 500 millones de dólares del Banco Mundial y 50 000 millones de rupias pakistaníes (más de 178 millones de dólares) del gobierno de Sindh.
Esto no alcanzaba para construir las 2,1 millones de viviendas necesarias, gracias a un “sistema sólido” de ejecución junto con los socios EY, KPMG y PwC, y al uso de tecnología para el monitoreo.
Pero SPHF logró movilizar otros 2000 millones de dólares del ADB, el Banco Islámico de Desarrollo y apoyo adicional del Banco Mundial.
Además de los préstamos, el proyecto benefició a mujeres y a personas consideradas “no bancarizadas”, con la apertura de 1,5 millones de cuentas bancarias.
Uno de los logros destacados es la “mayor transferencia de activos residenciales en la historia de Pakistán”, en beneficio de las mujeres.
“Alrededor de 800 000 mujeres son beneficiarias directas, y los títulos de propiedad de cada vivienda se otorgan a nombre de las mujeres: la mayor transferencia de activos residenciales en la historia de Pakistán”, dijo Shaikh.
“Esto garantiza que quienes son más vulnerables al cambio climático, incluidos los hogares encabezados por mujeres, las viudas y las mujeres mayores, accedan a seguridad a largo plazo e inclusión financiera, incorporando justicia y resiliencia en el proceso de recuperación”, añadió.
El gerente de la División de Cambio Climático y Medio Ambiente del Banco Islámico de Desarrollo, Daouda Ben Oumar Ndiaye, señaló que el proyecto refleja el enfoque del banco en la integración de género, especialmente para mujeres, viudas y personas mayores.
“La escala y la transparencia de SPHF establecen un nuevo punto de referencia para los proyectos de adaptación climática a nivel mundial. Estamos creando sinergias en Pakistán, en particular en Sindh, con proyectos integrados de salud y empoderamiento de las mujeres”, dijo.
La directora de Cambio Climático del Banco Asiático de Desarrollo, Noelle O’Brien, se mostró impresionada por el enfoque transformador de SPHF, especialmente por su vínculo entre inclusión financiera e infraestructura resiliente.
“SPHF demuestra cómo se ve la verdadera resiliencia en acción: colocando a las mujeres en el centro de la adaptación, las finanzas y la gobernanza. Este es el tipo de modelo escalable y con perspectiva de género que el mundo necesita”, aseguró.
T: GM / ED: EG


