OSLO – La líder opositora María Corina Machado, quien acaba de salir de la clandestinidad en Venezuela, no alcanzó a llegar a Oslo para recoger en sus manos el Premio Nobel de la Paz 2025, y en su lugar su hija Ana Corina Sosa recibió el galardón este miércoles 10.
“Siento decirte que no podré llegar a tiempo a la ceremonia”, pero “estaré en Oslo, estoy en camino”, dijo Machado por teléfono al presidente del Comité Nobel Noruego, Jorgen Watne Frydnes, minutos antes de abordar “desde muy lejos” un avión rumbo a la capital noruega.
Machado lleva 16 meses en la clandestinidad, y el diario estadounidense The Wall Street Journal divulgó este mismo miércoles la versión, atribuyéndola a fuentes oficiales estadounidenses, de que Machado escapó el martes 9 de Venezuela a bordo de una lancha hacia la vecina isla neerlandesa de Curazao, para emprender desde allí un vuelo e hasta Oslo.
El mar Caribe está prácticamente bajo control militar de Estados Unidos, que ha desplegado allí una poderosa fuerza aeronaval, oficialmente destinada a la lucha contra el narcotráfico -ha hundido 23 embarcaciones y matado a 87 ocupantes desde septiembre-, pero cuyos cañones apuntan también hacia Venezuela.
El presidente venezolano Nicolás Maduro, en el poder desde 2013, es acusado por Washington, otros gobiernos de la región y por la oposición venezolana, de robar la elección presidencial de julio de 2024, con base en actas que mostraron un amplio triunfo de su contendor Edmundo González, apoyado por Machado.
Machado, inhabilitada para esa elección después de ganar abrumadoramente una primaria opositora, hizo una exitosa campaña por González y luego condujo protestas, en cuya represión perecieron al menos 25 personas, hubo decenas de heridos y durante meses se detuvo a más de 2000 manifestantes y críticos.
La organización de derechos humanos Foro Penal sostiene que aún hay 893 presos políticos en Venezuela, y que 17 murieron en prisión desde 2014.
El Nobel 2025 reconoció a Machado por conducir luchas pacíficas “en su incansable labor en la promoción de los derechos democráticos”, así como por “su lucha por lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”.
Este miércoles 10, al entregar el premio, Frydnes acusó a Maduro de “convertir Venezuela en un Estado brutal y autoritario sumido en una profunda crisis humanitaria y económica, mientras una pequeña élite en la cúspide, protegida por el poder, las armas y la impunidad, se enriquece”.
Maduro “debe aceptar los resultados electorales y renunciar a su cargo. Debe sentar las bases para una transición pacífica hacia la democracia, porque esa es la voluntad del pueblo venezolano”, agregó Frydnes.
En solidaridad con Machado acudieron a la ceremonia en la alcaldía de Oslo, en presencia del rey Harald, los derechistas presidentes de Argentina, Javier Milei; de Ecuador, Daniel Noboa; de Panamá, José Raúl Mulino, y de Paraguay, Santiago Peña, así como activistas venezolanos exiliados encabezados por González.
La hija de Machado leyó el discurso que su madre había preparado para la ocasión, una extensa requisitoria contra los gobiernos de Maduro y de su predecesor, ya fallecido, Hugo Chávez (1999-2013), aunque sin nombrarlos expresamente.
Tampoco se refirió a las tensiones actuales entre Washington y Caracas, aunque Machado ha respaldado constantemente la estrategia del presidente Donald Trump de cerco sobre Venezuela, e incluso ha dicho que el gobernante estadounidense merecía el Nobel, y se lo ha dedicado a él y al pueblo venezolano.
En su discurso Machado contrastó la historia y riqueza petrolera de Venezuela con crisis vividas este siglo, durante las cuales “la economía colapsó más de un 80 %, la pobreza superó 86 %, y nueve millones de venezolanos se vieron obligados a huir”.
“Pero más profundo y corrosivo que la destrucción material fue el método calculado para quebrarnos por dentro (…), que los venezolanos desconfiáramos unos de otros, que nos calláramos, que nos viéramos como enemigos. Nos asfixiaron, nos encarcelaron, nos mataron, nos empujaron al exilio”, expresó.
Para Machado, confrontar a Chávez y Maduro “han sido casi tres décadas de lucha contra una dictadura brutal, y lo hemos intentado todo: diálogos traicionados, protestas multitudinarias reprimidas, elecciones manipuladas”.
Hizo un largo recuento de la campaña que condujo a la elección de 2024, en la cual “Edmundo González ganó con 67 % de los votos, en cada estado, ciudad y pueblo. Todas las actas contaban la misma historia. Logramos digitalizarlas y publicarlas en una página web, para que el mundo entero pudiera verlas”.
“La dictadura respondió aplicando el terror, 2500 personas fueron secuestradas, desaparecidas o torturadas. Marcaron sus casas, tomaron a familias enteras como rehenes. Sacerdotes, maestros, enfermeras, estudiantes: todos perseguidos por compartir un acta electoral”, narró.
Sostuvo que “a más de 220 adolescentes detenidos tras las elecciones los electrocutaron, golpearon y asfixiaron hasta forzarlos a decir la mentira que el régimen necesitaba difundir: que habían sido pagados por mí para protestar”.
También “mujeres y adolescentes encarceladas siguen hoy sometidas a esclavitud sexual, obligadas a soportar abusos a cambio de una visita familiar, una comida o el simple derecho a bañarse”.
“Aun así, el pueblo venezolano no se rinde”, aseveró, y rindió homenaje al sufrimiento, resistencia y heroísmo de sus compatriotas.
Cerró diciendo que “este premio tiene un significado profundo: le recuerda al mundo que la democracia es esencial para la paz. Y lo más importante, la lección forjada a través de este largo y difícil camino: si queremos tener democracia, debemos estar dispuestos a luchar por la libertad”.
La organización del Premio Nobel prevé que Machado participe en otras actividades -incluido un encuentro con la prensa el jueves 11- una vez que llegue a Oslo y se reencuentre con su madre, hijos y partidarios a quienes no ve desde mediados de 2024.
En Venezuela, el oficialismo desestimó el galardón para Machado y durante la jornada efectuó una marcha para conmemorar una batalla en medio de las luchas sociales del país en el siglo XIX, mientras el parlamento debate una ley para desafiliar al país del Estatuto de Roma, soporte de la Corte Penal Internacional.
Ese tribunal investiga a Maduro tras recibir acusaciones de que podría haber cometido crímenes de lesa humanidad.
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