DAR ES SALAAM, Tanzania – Al amanecer, en el estuario del río Rufiji, el más caudaloso de Tanzania, cubierto de manglares, los remos de las canoas de madera cortan las aguas tranquilas mientras una suave voz se desliza sobre la marea.
«Hoy hablamos de cómo las comunidades pueden proteger los manglares contra las inundaciones», dice el presentador Evalilian Massawe, de la emisora TBC FM, la Tanzania Broadcasting Corporation que se emite en frecuencia modulada.
Momentos después, la emisión cambia: se oye el chapoteo del barro, el arrastrar de las botas de goma y el susurro de las plántulas de manglar. Las risas de las mujeres que vadean el delta completan la escena.
En la desembocadura del río Rufiji, a unos 200 kilómetros al sur de Dar es Salaam, la ciudad más poblada de Tanzania, está el mayor bosque de manglares del mundo.
Para muchas comunidades de la costa de Tanzania con el océano Índico, la radio se ha convertido en una maestra en medio del empeoramiento de los efectos del cambio climático, como la progresiva intrusión salina, las sequías y las inundaciones.
Historias de resiliencia
Cada semana, Massawe emite historias sobre pescadores que restauran manglares degradados, pobladores de aldeas costeras que construyen diques y familias que adoptan cultivos resistentes a la sequía para hacerla frente.
Sus programas entrelazan la ciencia con la vida cotidiana, simplificando conceptos climáticos complejos con un lenguaje sencillo, lo que atrae a muchos oyentes.
Su agenda informativa trata de dar respuestas concretas, aquello en lo que fallaron los líderes mundiales en la última cumbre climática, la 30 Conferencia de las Partes (COP30), realizada en la ciudad brasileña de Belém, entre el 10 y el 22 de noviembre. No
Allí no hubo respuestas a las urgentes demandas, o fueron muy débiles, a la justicia climática, la financiación para la adaptación y un mayor compromiso con las comunidades más afectadas por la crisis.
Entre tanto, las radios comunitarias de las zonas propensas a las inundaciones, las sabanas azotadas por la sequía y los frágiles asentamientos costeros de Tanzania se están convirtiendo cada vez más en aportadores de respuestas climáticas vitales.
Con una cuota de propiedad de radios que sigue superando 80 %, estas emisoras se han convertido en conductos de confianza entre las previsiones científicas y las familias normales, convirtiendo los riesgos climáticos abstractos en historias centradas en las personas.
Reforzadas por los debates de la COP30, las emisoras de Tanzania, que a menudo trabajan con grabadoras portátiles y conocimientos locales, llenan los vacíos que dejan los sistemas formales, amplificando las voces de los agricultores, pescadores y pastores cuyas luchas rara vez llegan a las plataformas mundiales.
Un salvavidas en el agua
Dentro de una cabaña con techo de paja en el delta del Rufiji, el pescador Fakil Msumi repara sus redes mientras escucha la radio con un viejo transistor, que es a la vez su fiel instrumento meteorológico.
«Cuando oigo en la radio que se avecinan fuertes vientos, le digo a mi gente que espere», afirma, «porque sé que subirá la marea».
Recuerda que fue la radio la que le enseñó por primera vez cómo los manglares protegen las casas de las tormentas. Después de que unas devastadoras inundaciones arrasaran las aldeas en 2024, se unió a sus vecinos para replantar la costa de su entorno, que había quedado muy dañada.
Desde entonces, rara vez se pierde el programa Bahari Yetu, Maisha Yetu (Nuestro mar, nuestra vida).
La radio como profesora del clima
«La radio cuenta historias de una manera más íntima», dice Massawe, una de las voces más fiables de Tanzania en materia de clima. «Cuando no todo el mundo tiene acceso a Internet, la voz de la radio se convierte en un puente», asegura.
En una ocasión, produjo una serie titulada Climate Change from Scratch (El cambio climático desde cero), en la que simplificaba la jerga científica en un lenguaje cotidiano.
«Cuando preguntamos a la gente qué significaba el cambio climático, muchos respondieron: ‘Es el calor’. Así que les explicamos que incluso talar árboles o cocinar con carbón vegetal también puede afectar al clima», detalla.
La narración radiofónica se basa en gran medida en el sonido: capturar el crujir de la tierra reseca o el silbido de las olas salinas que se adentran en el interior.
«A veces, el sonido cuenta la historia mejor que las estadísticas», afirma Massawe.
Sus programas han inspirado a los agricultores a pasar del maíz a la yuca o a las mujeres a aprender técnicas de recogida de agua de lluvia.
Historias climáticas contadas con sonido
Cientos de kilómetros al norte, la periodista Lilian Mihale llega al estudio de Moshi FM con una grabadora colgada de la muñeca. Está preparando su sección semanal, Ukame sasa basi (Acabar con las penurias de la sequía).
Sus grabaciones en el terreno constituyen la columna vertebral de su narración: el tintineo metálico de los cencerros, el parloteo de los niños y las risas de las mujeres masái que van a buscar agua al pozo.
«Estos sonidos son mi guion», afirma, «voy a los lugares más afectados por la sequía».
Recuerda haber entrevistado a una familia masái que perdió todo su rebaño durante la estación seca. «Se podía oír el dolor en sus voces», asegura sobre esa familia del pueblo nómada de pastores que vive entre el sur de Kenia y el norte de Tanzania.
Un medio de confianza
Durante décadas, los agricultores, pescadores y pastores de Tanzania han luchado contra un clima errático: sequías prolongadas, inundaciones repentinas, plagas y cambios estacionales. En esta difícil situación, la radio comunitaria se ha convertido en un héroe inesperado, transformando la ciencia climática en conocimientos prácticos y vinculando los debates globales con las realidades rurales.
Mihale recuerda que sucedió durante la última temporada de siembra.
«Los agricultores estaban preocupados porque las lluvias se retrasaban. Pero invitamos a expertos para que les enseñaran técnicas sencillas para medir la humedad del suelo. Muchos obtuvieron una cosecha mejor de lo que esperaban», detalla.
En el delta del Rufiji, donde la intrusión salina destruye los cultivos y las fuentes de agua dulce, las radios zumban en las cocinas, los barcos de pesca y las tiendas de los pueblos.
Es así que los agricultores reciben consejos sobre alertas tempranas, agrosilvicultura y conservación del agua, además de conocimientos ancestrales sobre el clima.
«Antes solo cultivaba maíz», dice la agricultora Fatuma Juma. «Después de aprender sobre agroforestería en la radio, empecé a plantar árboles frutales. Ahora, incluso cuando no llueve, tengo comida y algo que vender», dice orgullosa.
Los grupos dirigidos por jóvenes colaboran cada vez más con emisoras, incluida TBC FM, para promover la agricultura climáticamente inteligente, la restauración de manglares y las campañas de plantación de árboles.
Voces costeras, destinos compartidos
En la radio comunitaria Kati FM de Zanzíbar, una región insular semiautónoma de Tanzania situada frente al norte de su costa, la presentadora Amina Mohamed comienza cada programa no con ciencia, sino con las voces de la comunidad.
«Empiezo con los pescadores, las madres y los jóvenes, porque ellos son a quienes pertenece el océano», explica a IPS.
Hussein Kombo, un pescador de Zanzíbar, confesó una vez en directo: «Antes cortábamos manglares para construir barcos. Cuando supe que nos protegen de las inundaciones, me avergoncé».
Ahora, dirige un grupo de voluntarios que ha plantado más de 10 000 plántulas.
«La radio no solo cuenta historias», afirma Mohamed, «incita a la acción».
Advertencias que salvan vidas
La Autoridad Meteorológica de Tanzania (TMA, en inglés) colabora estrechamente con las radios comunitarias para difundir las previsiones meteorológicas.
Durante las inundaciones de 2024 en el distrito de Kilombero, en el suroeste tanzano, las alertas tempranas emitidas por la radio comunitaria animaron a los agricultores a cosechar antes de tiempo y a los ganaderos a trasladar el ganado antes de que los ríos se desbordaran.
En la región central de Dodoma, donde se ubica la capital del mismo nombre del país, un programa semanal llamado Kilimo na Mabadiliko ya Tabianchi reúne a agricultores y expertos.
«Es un aula sin paredes», dice el presentador Emmanuel Kimaro.
Una oyente, una viuda llamada Mama Tunu, explica cómo antes pensaba que el acolchado, la écnica agrícola que consiste en cubrir el suelo alrededor de las plantas de maíz con materiales diversos, era una forma de pereza.
«Ahora mi maíz sobrevive incluso cuando las lluvias se retrasan», dice.
Retos detrás del micrófono
Sin embargo, el medio sigue siendo frágil. Muchas radios comunitarias funcionan con fondos limitados, electricidad poco fiable y equipos obsoletos. Cuando se estropean las grabadoras, los locutores utilizan teléfonos móviles. Las familias rurales dependen de radios de manivela o solares, lo que puede limitar su alcance.
«El periodismo climático es caro», reconoce Massawe, de la TBC FM. «Pero lo hacemos porque estas son las historias que importan», remarca.
Aun así, la creatividad prospera. Los sonidos de fondo —el murmullo de las olas, el crujir de la tierra, las risas de los niños— se han convertido en poderosas herramientas narrativas.
«La autenticidad importa más que una producción perfecta», añade.
Una herramienta para la resiliencia
En la Agencia Meteorológica de Tanzania, la TMA en inglés, los expertos afirman que los esfuerzos de adaptación del país se verían gravemente debilitados sin el alcance de la radio comunitaria, que sigue siendo la fuente de información meteorológica más fiable para los hogares rurales.
John Mbise, climatólogo senior de la TMA, afirma que la simplicidad y accesibilidad de la radio la convierten en una herramienta inigualable para el aprendizaje sobre el clima.
«En muchos pueblos, es posible que la gente no tenga teléfonos inteligentes ni Internet, pero siempre tienen una radio», explica. «Cuando las previsiones se transmiten en el idioma local, a través de voces que conocen, las comunidades comprenden más rápido y actúan de inmediato», añade.
Mbise afirma que esta comunicación directa y familiar ha ayudado a los agricultores a ajustar sus calendarios de siembra, a los pescadores a evitar mareas peligrosas y a los pastores a trasladar el ganado antes de las tormentas, lo que demuestra, según señala, que «la adaptación se hace realidad cuando la información llega a las personas en una forma en la que pueden confiar y aplicar en su vida cotidiana».
La voz de la resiliencia
De vuelta en Rufiji, mientras la marea baja y el crepúsculo se instala sobre los manglares, un pescador se sienta junto a su canoa y sintoniza TBC FM. La familiar voz de Massawe vuelve a sonar:
«Recuerden: el clima está cambiando, pero nosotros también podemos hacerlo», dice.
El pescador asiente con la cabeza. «Solía pensar que el cambio climático era un problema para los científicos. Ahora sé que también es mi problema», afirma.
Para locutores como Massawe, estas pequeñas victorias son muy gratificantes.
«Si mi voz ayuda a la gente a comprender, aunque sea un poco, entonces vale la pena mi trabajo», dice con una gran sonrisa.
T: MF / ED: EG


