Una lección para Pakistán tras la muerte por jarabe dulce en India

Rakhi Matan sostiene dos frascos de jarabe para la tos en la palma de su mano. Esto fue lo que les dio a sus hijos hace dos semanas cuando se enfermaron de gripe en Karachi, la ciudad más poblada de Pakistán. Imagen: Zofeen Ebrahim / IPS

KARACHI, Pakistán – Cuando 23 niños murieron en Madhya Pradesh, en India, tras consumir jarabe para la tos contaminado a principios de septiembre, la noticia apenas tuvo repercusión al otro lado de la frontera. En Pakistán, donde la automedicación es muy frecuente y los frascos de jarabe son un producto básico en los hogares, la tragedia resultaba peligrosamente cercana.

Muchos en Pakistán siguen sin saber que esos jarabes dulces, de venta libre, pueden ser mortales. En el caso de los niños indios, todos menores de seis años, murieron de insuficiencia renal tras consumir jarabe mezclado con dietilenglicol (DEG), un disolvente tóxico que se encontró en concentraciones 500 veces superiores al límite permitido.

Las investigaciones revelaron que el fabricante, Sresan, había adquirido propilenglicol de grado industrial a distribuidores locales de productos químicos y pinturas, en lugar de a proveedores farmacéuticos certificados. Al no haber ningún químico cualificado que supervisara la producción, el jarabe no se sometió a pruebas y resultó mortal.

Este no es el primer incidente de este tipo. En 2022, los jarabes fabricados en la India causaron la muerte de al menos 70 niños en Gambia y 18 en Uzbekistán. Entre diciembre de 2019 y enero de 2020, al menos 12 niños murieron en la Cachemira administrada por India tras tomar un jarabe contaminado de forma similar.

El médico que lo recetó en India fue el primero en ser detenido, seguido de la suspensión del inspector de medicamentos y el subdirector. El fabricante, que llevaba fugado desde septiembre, ya ha sido capturado.

«Esto demuestra que incluso los médicos pueden verse envueltos en problemas legales y éticos, aunque no sean conscientes de los problemas de calidad de un medicamento», afirmó el profesor Mishal Khan, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres. «La tragedia es una advertencia para Pakistán: una regulación débil perjudica a todos: médicos, empresas farmacéuticas y pacientes por igual», añadió.

Un estudio realizado por Khan en 2024 reveló que aproximadamente 40 % de los médicos de Karachi aceptaban incentivos a cambio de recetar medicamentos de una empresa farmacéutica falsa sin comprobar los estándares de fabricación de la empresa ni la calidad de los medicamentos. Entre los medicamentos que aceptaron promocionar se encontraban antibióticos y jarabes para la tos.

Ahora que Pakistán entra en la temporada de gripe, con el ingreso en pleno ingreso boreal, se están llenando los hospitales de Karachi, la ciudad más poblada del país y capital de la sureña provincia de Sind.

«Entre 50 % y 70 % de los niños que acuden a nuestras clínicas tienen infecciones de las vías respiratorias», afirmó Wasim Jamalvi, del Hospital Civil de Karachi.

Y con la gripe llega un acompañante previsible: el jarabe para la tos.

«Si se lleva a un niño a la consulta por fiebre, tos y resfriado, los padres sienten que la receta está incompleta sin un jarabe para la tos», afirmó D.S. Akram, pediatra sénior, que dejó de recetarlos hace dos décadas. «Los jarabes para la tos no funcionan, solo provocan somnolencia o irritabilidad en los niños», aseguró.

Jamalvi está de acuerdo: «No recomendamos los jarabes para menores de cinco años, pero los padres siguen dándoselos, ya que se pueden comprar fácilmente sin receta».

Cultura de la automedicación

En Pakistán, los jarabes para la tos, a menudo llamados sherbet, se consideran remedios inofensivos.

«Confío plenamente en este jarabe que me recetó un médico hace años», afirma Mohammad Yusuf, un empleado en el servicio doméstico de 31 años. «Una cucharada por la noche y duermo mejor», aduce.

Hace dos semanas, cuando los hijos de Rakhi Matan, de 10 y 13 años, enfermaron de gripe, ella recurrió a un frasco de jarabe para la tos que le había sobrado del año pasado. «Me ahorró la consulta del médico, que me habría recetado lo mismo», afirma.

Esta automedicación informal es habitual y difícil de controlar.

Qaiser Sajjad, exsecretario general de la Asociación Médica de Pakistán, afirmó que regular la venta de jarabes para la tos es casi imposible, ya que hay miles de charlatanes operando en la ciudad. Majid Yusufzai, empleado de una farmacia, se mostró de acuerdo y admitió que los jarabes se venden libremente sin receta y que «familias enteras comparten el mismo frasco».

Los expertos en salud afirman que la cultura de la automedicación en Pakistán, reforzada por la débil aplicación de la ley y el fácil acceso a los medicamentos, hace que el sistema sea vulnerable a desastres similares.

Obaidullah Malik, director de la Autoridad Reguladora de Medicamentos de Pakistán (Drap, en inglés), aseguró a IPS que Pakistán importa la mayor parte de las materias primas (para varios medicamentos, incluidos los jarabes para la tos) de India y China.

Con más de 100 000 empresas fabricantes de medicamentos, India, conocida como la «farmacia del mundo», es famosa por sus medicamentos genéricos asequibles. Sin embargo, las recientes muertes han puesto muchas sombras sobre sus normas de seguridad.

Mayor supervisión de los medicamentos

«Es muy preocupante», afirmó Malik, y añadió que se reforzó el control de calidad nacional después de que, el 13 de octubre, la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitiera una alerta mundial sobre tres jarabes para la tos de calidad inferior fabricados en India.

«Afortunadamente, los jarabes contaminados nunca se exportaron a Pakistán», confirmó Malik. «Tampoco hay pruebas de envíos ilegales, pero nos mantenemos alerta para garantizar que aquí no se produzca una tragedia como la de la India», añadió.

La Drap ha obligado a todos los fabricantes de productos farmacéuticos, incluidos los de productos herbales y nutracéuticos, así como a los importadores, a realizar pruebas previas de aditivos, aseguró Malik.

Esto incluye a la glicerina, el propilenglicol y el sorbitol, detalló. Las pruebas deben realizarse ya sea en sus propios laboratorios o a través yde instalaciones del sector público en Karachi o en los otros 12 laboratorios de la provincia de Sind.

Además, la autoridad reguladora está verificando las credenciales y certificaciones de los proveedores y ha dado instrucciones a los equipos de campo para que intensifiquen el muestreo y las pruebas, tanto de las materias primas entrantes como de los jarabes terminados.

La Drap ha formado en los ultimos meses a representantes de empresas farmacéuticas de Nepal, Gambia, Sierra Leona, Maldivas y Sri Lanka en un método de detección rápida denominado cromatografía en capa fina (TLC, en inglés), que ayuda a detectar la contaminación de forma temprana, lo que ahorra tiempo, reduce costes y mejora los controles de seguridad en todo el país.

Hay entre 700 y 800 empresas farmacéuticas en todo Pakistán, pero solo unas 300 son miembros de la Asociación de Fabricantes Farmacéuticos de Pakistán, lo que deja a gran parte de la industria operando con poca supervisión.

Sin embargo, a pesar de su estado incipiente en comparación con el de India, el sector farmacéutico de Pakistán está ansioso por expandirse a los mercados mundiales.

Khan, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, advirtió que el reciente escándalo sobre los medicamentos inseguros indios podría poner en peligro esas ambiciones antes incluso de que despeguen.

Para sevitar una crisis similar y proteger su reputación en el extranjero, el organismo regulador de Pakistán ha intensificado la supervisión en el país.

«Desde noviembre de 2023, la Drap ha retirado 63 productos terminados contaminados con dietilenglicol (DEG) y etilenglicol (EG), ha identificado 44 impurezas y ha emitido 13 alertas sobre materias primas contaminadas», afirmó Malik, director de la Drap.

Mientras las clínicas de Karachi siguen llenándose en esta temporada de gripe, las botellas de jarabe vuelan de las estanterías, a menudo sin que haya ningún farmacéutico a la vista. «Solo es un jarabe», dijo Yusuf.

Él no lo sabe, pero para docenas de familias al otro lado de la frontera en el subcontinente indio, esa botella dulce supuso una pérdida irremediable.

T: MF / ED: EG

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