BELÉM – En una Conferencia de las Partes, una COP, donde la ciencia se cruza con la política, llegar a acuerdos suele ser una tarea complicada. ¿Qué ocurre en las negociaciones de los intensos días finales cuando la presidencia de la COP30 intenta que las partes lleguen a un acuerdo en la sesión plenaria final?
Los negociadores de la COP son diplomáticos y funcionarios gubernamentales. En esta ocasión se reúnen en la 30 Conferencia de las Partes (COP30) sobre cambio climático de las Naciones Unidas, en la ciudad de Belém, en la Amazonia brasileña, para negociar y acordar cómo abordar la crisis climática. A menudo también se les unen representantes de la sociedad civil, movimientos sociales y empresas.
Como representantes de sus respectivos países, que son partes del Acuerdo Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (Cmnucc), discuten, debaten y negocian el texto que prefieren y los acuerdos jurídicamente vinculantes sobre cómo abordar el cambio climático durante sesiones a puerta cerrada.
Reuniones a puerta cerrada y sin ventanas
Estas reuniones a puerta cerrada suelen ser también sin ventanas, y los negociadores suelen perder la noción del tiempo mientras trabajan con una extensa documentación y diversas posiciones nacionales para llegar a un acuerdo final hacia el final del calendario de la cumbre de la COP.
La COP30, en Belém, está publicando una visión fotográfica diaria del esfuerzo colectivo por fomentar la confianza, el diálogo y la cooperación para acelerar una acción climática significativa y hacer que sus beneficios lleguen a todos. Muchos esperan que este mensaje cale en el interior de estas salas.
La cumbre climática de la ONU ha entrado ahora en su fase final. La presidencia brasileña de la COP30 ha ampliado el horario de trabajo y ha programado reuniones nocturnas desde la noche del lunes 17, en una cumbre que comenzó el día 10 y está previsto que concluya el viernes 21, aunque las COP suelen prolongarse un día más.
Es posible que la noche de este miércoles 19 no sea diferente, ya que la Presidencia de la COP30 presiona para alcanzar rápidamente un compromiso y concluir una parte significativa de las negociaciones que allane el camino para una «sesión plenaria que apruebe el paquete político de Belém».
Después de todo, la COP es el lugar donde la ciencia del Acuerdo de París, alcanzado en la COP21 de 2015, se cruza con la política.
El escurridizo verdadero «mutirão»
La presidencia brasileña de la COP30, que encarna el diplomático André Corrêa do Lago, insta a todos los «negociadores a unirse en un verdadero mutirão, una movilización colectiva de mentes, corazones y manos». El vocablo portugués mutirão, de origen indígena, define un concepto muy brasileño: un esfuerzo colectivo y solidario para lograr un objetivo común, como enfrentar en este caso el cambio climático.
Ese enfoque, insiste la presidencia brasileña, ayuda a «acelerar el ritmo, salvar las diferencias y centrarse no en lo que nos separa, sino en lo que nos une en cuanto a propósito y humanidad».
Pero este estos días culminantes son el punto de las negociaciones -incluso en una «COP de la verdad» como la planteó Brasil- donde salen a relucir las verdaderas garras en medio de acusaciones de proteccionismo, tensiones comerciales y dinámicas geopolíticas, a medida que se cruzan los mundos de los negocios, la política y la supervivencia humana.
Los funcionarios de la Cmnucc instan a las partes a acelerar el ritmo, advirtiendo que «los retrasos tácticos y las obstrucciones procedimentales ya no son sostenibles» y que aplazar las cuestiones difíciles para más adelante supone una pérdida colectiva.
Pero conciliar las profundas diferencias entre las naciones está resultando más fácil de decir que de hacer, incluso dentro del «Mutirão Global», un concepto defendido por la presidencia de la COP30.
Este concepto aboga por una acción colectiva a nivel mundial contra el cambio climático, inspirada en la tradición brasileña e indígena tupí-guaraní del mutirão, que significa «esfuerzo colectivo».
El punto de discordia en este momento de las negociaciones es lo que algunas partes consideran compromisos climáticos débiles, promesas financieras insuficientes del Norte al Sur y medidas comerciales.
Proteccionismo
Las medidas comerciales están resultando polémicas y muy discutibles en Belém debido a una diferencia de perspectiva: los países del Sur en desarrollo las consideran proteccionismo, mientras que algunos países industriales del Norte las ven como necesarias para igualar las condiciones de sus políticas climáticas.
Para los países en desarrollo, el proteccionismo es una estrategia deliberada de los países más desarrollados para limitar las importaciones con el fin de proteger sus industrias de la competencia extranjera y, por lo tanto, darles una ventaja indebida.
Los países del Sur afirman que esto es injusto porque restringe su capacidad para exportar y acceder a mercados más grandes.
El núcleo del debate en la COP30 es la inclusión de cuestiones como el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM, en inglés) de la Unión Europea(UE) -que como bloque es una de las 197 partes de la Cmnucc- en las negociaciones sobre el clima.
Para algunos países, el CBAM es una parte directa de la acción climática y debe tratarse en la COP. Otros afirman que es un tema que se debe debatir en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y no en una cumbre que busca soluciones a la crisis climática.
El CBAM de la UE es una herramienta para poner un precio a las emisiones de carbono de determinados productos importados, garantizando que el precio del carbono para las importaciones sea equivalente al de la producción nacional de la UE.
Sus principales objetivos son evitar la «fuga de carbono», es decir, que las empresas trasladen su producción a países con políticas climáticas más laxas, fomentar una producción más limpia a nivel mundial y proteger a las empresas de la UE creando condiciones de igualdad.
¿Cómo llevar a cabo una transición justa?
El tema del cambio climático es lo único que resulta complejo y divisivo. También hay pequeños Estados insulares que piden una rápida reducción de las emisiones frente a las posiciones de las principales economías emergentes.
El Grupo de los 77 (G77) y China son una coalición intergubernamental de 134 países en desarrollo que colaboran para promover sus intereses económicos y de desarrollo colectivos en el marco de las Naciones Unidas.
China no es miembro oficial y no paga oficialmente cuotas al grupo. Es socio desde 1976 y proporciona un importante apoyo financiero y político al G77. Países desarrollados como el Reino Unido, Noruega, Japón y Australia se oponen a la transición justa global que proponen, lo que prolonga las negociaciones.
Los países industrializados rechazan la propuesta de transición justa global del G77 y China porque la consideran un mecanismo nuevo e innecesario y una duplicación de las estructuras existentes.
Se niegan a aceptar el apoyo financiero y técnico que estos países solicitan para facilitar esta transición. En pocas palabras, quieren un marco menos estricto que les permita interpretar a su manera las instituciones y estructuras de financiación existentes para la transición justa.
¿Dónde está la financiación para la adaptación?
La financiación para la adaptación es igualmente un punto conflictivo. Los países desarrollados están retrasando el compromiso de destinar fondos suficientes para ayudar a los países en desarrollo a adaptarse a los efectos del clima y a realizar la transición de sus sistemas energéticos.
Todavía no está claro si los compromisos financieros se integrarán en los objetivos de adaptación o se mantendrán como están, es decir, separados.
Los grupos de presión y el debate sobre los combustibles fósiles
En medio de las crecientes tensiones, tampoco está claro si esta COP eliminará o reducirá gradualmente los combustibles fósiles en el acuerdo final. La numerosa delegación de grupos de presión de los combustibles fósiles sugiere que es demasiado pronto para pronunciarse.
En cuanto a la Meta Global de Adaptación (GGA, en inglés), uno de los principales objetivos de esta COP, aquellos que quieren indicadores para medir el progreso de la adaptación directamente vinculados a los compromisos financieros no cederán. La resolución de esta cuestión podría llevar dos años (o más).
Puede leer aquí la cobertura de IPS sobre la COP30.
Continúan los desacuerdos sobre el mandato del Programa de Trabajo de Mitigación, que busca aumentar las ambiciones en materia de reducción de emisiones nacionales. En general, los participantes en las negociaciones afirman que se están utilizando tácticas generales de negociación.
Algunos participantes están empleando tácticas dilatorias para ganar tiempo y, en última instancia, eludir ciertos compromisos; la falta de confianza continúa, como en anteriores COP, junto con un progreso generalmente lento en la creación de consenso en torno a diversas cuestiones controvertidas.
T: MF / ED: EG


