ABUJA – Las relaciones diplomáticas entre Nigeria y Estados Unidos han seguido deteriorándose después de que el presidente Donald Trump amenazara con una intervención «militar» por lo que algunos legisladores de su país han calificado como «genocidio cristiano» en el país más poblado de África.
En una serie de publicaciones en sus redes sociales el 31 de octubre, Trump acusó al gobierno nigeriano de ignorar el asesinato de cristianos por parte de «islamistas radicales». Advirtió que Washington suspendería toda ayuda a Nigeria y entraría en el «deshonroso» país «a tiros» si Abuja no respondía.
«El cristianismo se enfrenta a una amenaza existencial en Nigeria. Miles de cristianos están siendo asesinados. Los islamistas radicales son los responsables de esta matanza masiva», escribió Trump.
A continuación, declaró a Nigeria «país de especial preocupación» por presuntas violaciones de la libertad religiosa, ordenó al Departamento de Guerra (antes Defensa) de Estados Unidos que se preparara para una «posible acción» y advirtió de que cualquier ataque sería «rápido, despiadado y dulce».
Las declaraciones de Trump se producen tras años de presión por parte de grupos evangélicos estadounidenses y legisladores conservadores que acusan al gobierno de Bola Ahmed Tinubu de complicidad en los ataques contra los cristianos en el país.
No es la primera vez que Trump acusa a un país africano de genocidio. A principios de este año, afirmó que Sudáfrica estaba cometiendo genocidio contra los granjeros blancos.
Estados Unidos se mantuvo al margen de la cumbre del Grupo de los 20 (G20), celebrada en Sudáfrica el 22 y el 23 de noviembre, por las polémicas afirmaciones de que la minoría blanca es objeto de persecución en ese país.
Narrativas controvertidas
Según una organización que afirma hacer un seguimiento de los cristianos perseguidos, Open Doors International, Nigeria sigue siendo uno de los lugares más peligrosos del mundo para ser cristiano, ocupando el séptimo lugar en su Lista Mundial de Vigilancia 2025 de países donde los creyentes de las iglesias de esa confesión sufren la mayor persecución.
Un informe de la Sociedad Internacional para las Libertades Civiles y el Estado de Derecho estimó que los grupos islamistas yihadistas mataron a más de 7000 cristianos y secuestraron a otros 7800 solo en 2025.
La organización afirma que, desde 2009, han matado a más de 125 000 cristianos, destruido 19 000 iglesias y desplazado a más de 1100 comunidades.
Los datos de Open Doors sugieren que los cristianos del norte de Nigeria tienen 6,5 veces más probabilidades de ser asesinados y cinco veces más probabilidades de ser secuestrados que los musulmanes.
Sin embargo, las autoridades nigerianas han rechazado las acusaciones de genocidio cristiano patrocinado por el Estado, insistiendo en que tanto los cristianos como los musulmanes sufren la violencia extremista de grupos islamistas.
Los analistas advierten que presentar la inseguridad de Nigeria como un problema puramente religioso simplifica en exceso una crisis que tiene sus raíces en el fracaso político y económico.
Con sus 230 millones de ciudadanos divididos casi a partes iguales entre cristianos y musulmanes, el país se enfrenta a múltiples amenazas que se superponen, desde la insurgencia islamista de Boko Haram y los conflictos entre agricultores y ganaderos hasta las rivalidades étnicas y las agitaciones separatistas en el sureste.
Aunque los cristianos se encuentran entre los objetivos, los investigadores señalan que muchas de las víctimas de los grupos armados son musulmanes que viven en el norte de Nigeria, predominantemente musulmán, donde la mayoría de los ataques no están motivados únicamente por la religión.
Los datos del Proyecto de Datos sobre Localización y Eventos de Conflictos Armados (Acled, en inglés), con sede en Estados Unidos, muestran que entre enero de 2020 y septiembre de 2025, fueron asesinados 20 409 civiles en 11 862 ataques en toda Nigeria.
De ellos, solo 385 incidentes estuvieron explícitamente relacionados con la identidad cristiana de las víctimas, lo que provocó 317 muertes, mientras que 196 ataques tuvieron como objetivo a musulmanes, dejando 417 muertos.
«El comentario de Trump sin duda ha atraído la atención mundial sobre el problema de la inseguridad en Nigeria, pero también plantea preguntas sobre la influencia extranjera y la soberanía nacional», afirmó Oludare Ogunlana, profesor de Seguridad Nacional en el estadounidense Collin College de Texas.
Remarcó que «lo que he observado es que muchos de los que se presentan como expertos en seguridad africana o mundial a menudo carecen de una comprensión matizada de la realidad de Nigeria».
Calificó las afirmaciones de Trump de erróneas y subrayó que la inseguridad en Nigeria es multifacética y no debe tener un matiz religioso.
«Si se examina la situación de cerca, no se trata de una guerra religiosa. Refleja fallos sistémicos de gobernanza, desigualdad económica y una aplicación débil de la ley», afirmó.
Recordó que «los ciudadanos de todas las confesiones —cristianos, musulmanes, ateos y creyentes tradicionales— han sufrido secuestros, crimen organizado y otras formas de violencia».
«Estas actividades delictivas surgen de las disparidades en la riqueza y el control de los recursos, lo que provoca la pérdida de vidas en todas las comunidades», dijo.
Tensiones religiosas
Las declaraciones de Trump ya han avivado las tensiones en este país de África occidental y los analistas han advertido de que enmarcar la inseguridad de Nigeria como un conflicto religioso corre el riesgo de profundizar las divisiones.
Varios grupos musulmanes han condenado los comentarios de Trump como un ataque al islam y un intento de demonizar a la población musulmana de Nigeria.
Argumentan que Trump, que durante mucho tiempo ha contado con el radical apoyo de los cristianos evangélicos, no es la persona adecuada para abordar las complejidades del norte de Nigeria, de mayoría musulmana.
Días después de los comentarios de Trump, miembros del Movimiento Islámico de Nigeria marcharon por Kano, la ciudad más poblada del norte de Nigeria, para protestar contra la amenaza de una acción militar estadounidense.
Coreando «Muerte a Estados Unidos» y quemando la bandera de ese país, los manifestantes llevaban pancartas en las que se leía «No hay genocidio cristiano en Nigeria» y «Estados Unidos quiere controlar nuestros recursos».
Los estados del norte, como el de Kano, tienen una larga historia de sangrientos disturbios religiosos, y los observadores advierten de que la renovada retórica podría profundizar las divisiones sectarias en una región donde las relaciones entre las dos religiones siguen siendo frágiles.
Por otro lado, los grupos cristianos y no musulmanes sostienen que la persecución es real. Citan informes que señalan que más de 300 nigerianos han sido asesinados por presunta blasfemia desde 1999, y que pocos de los autores han sido procesados.
Denuncian a los funcionarios del gobierno que apoyan el extremismo religioso y aplican la ley sharia a los no musulmanes.
«Es un honor que me llamen extremista islámico», escribió Bashir Ahmad, antiguo asesor del expresidente Muhammadu Buhari, en una publicación ya eliminada en X. Ahmad había pedido anteriormente la pena de muerte para los blasfemos.
Deborah Eli Yusuf, defensora de la paz de la Fundación Jugaad para la Paz y la Construcción de la Nación, expresó a IPS su preocupación por que las discusiones en curso puedan derivar en violencia en el mundo real, lo que dificultaría contener las tensiones.
A su juicio, el gobierno debería colaborar con las partes interesadas para mantener la paz.
«Esta es una oportunidad para que el gobierno tome la iniciativa en facilitar conversaciones y diálogos interreligiosos honestos que puedan conducir a resoluciones mutuamente aceptables», dijo.
Subrayó que «el gobierno es el más indicado para organizar debates que reúnan a las partes interesadas fundamentales, incluidos los líderes religiosos y tradicionales».
«Muchos de estos conflictos también se cruzan con divisiones étnicas, lo que complica aún más la situación. Las conversaciones que se están produciendo ahora ofrecen una oportunidad para abordar estas divisiones», dijo.
En su opinión, «si no se controlan, las crecientes tensiones podrían profundizar la fragmentación en un país ya dividido por líneas tribales, étnicas y de clase».
Abba Yakubu Yusuf, coordinador de la Fundación Reves Africa, cree que es engañoso que el gobierno niegue que algunos grupos estén atacando específicamente a los cristianos por su fe, aunque sea cierto que Nigeria se enfrenta a diversas formas de conflicto violento orquestadas por múltiples grupos armados,
Insiste que reconocer esta realidad es el primer paso para encontrar soluciones.
«Desde 2009, los asesinatos en el sur de los estados de Kaduna, Plateau, Benue y partes de Kano han tenido en gran medida motivaciones religiosas», afirmó.
Citó una masacre en el estado de Plateau en la que toda una aldea fue arrasada sin dejar supervivientes.
«En el noreste, aunque los ataques se dirigen contra los musulmanes, hay excepciones», detalló.
En el sur de Borno, por ejemplo, «la población mayoritariamente cristiana es la que más ha sufrido. En general, diría que se está produciendo un genocidio en Nigeria y no debemos engañarnos a nosotros mismos».
Yusuf advirtió de que la continua negación por parte del gobierno de los ataques sistemáticos contra los cristianos, sin abordar las causas fundamentales, podría tener graves consecuencias para la economía del país.
«Necesitamos que los inversores vengan a nuestro país, pero se muestran reticentes. Esto crea un clima de miedo y amenaza el crecimiento económico», aseguró.
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