HONIARA – En el abarrotado salón de conferencias de un hotel de Honiara, la capital de las Islas Salomón, las voces del Pacífico llenaban el aire, no solo en discursos, sino también en canciones, ritmos y poesía.
El grupo Dreamcast Theatre Performing Arts inauguró la segunda Conferencia de las Islas del Pacífico sobre el Océano con una emotiva presentación que recordó a los líderes gubernamentales y los demás participantes por qué estaban allí: para escuchar. Escuchar a la ciencia. Escuchar a las comunidades. Escuchar al propio océano.
El mensaje resonó a lo largo de los cinco días de encuentro: proteger el océano Pacífico exige un enfoque unido que combine el conocimiento tradicional y la ciencia moderna, y que base las políticas en las experiencias vividas de los pueblos del Pacífico.
“Todos necesitamos unirnos y desarrollar un marco integral y sólido que permita a los distintos sectores coordinar actividades y trabajar juntos en lo que debemos hacer para proteger el océano, nuestros recursos y nuestras aspiraciones de desarrollo y construcción nacional”, señaló el doctor Filimon Manoni, comisionado de la Oficina del Comisionado del Océano del Pacífico (Opoc, en inglés).
Las comunidades hablan
A diferencia de muchas conferencias internacionales dominadas por el lenguaje técnico y el discurso científico, este encuentro puso en el centro a las comunidades del Pacífico. Jefes, pescadores, líderes juveniles y especialistas en conservación hablaron con franqueza sobre los desafíos que enfrentan, desde la desaparición de las poblaciones de peces hasta la erosión costera, y exhortaron a los gobiernos y científicos no solo a escuchar, sino a actuar.
Para Leausalilo Leilani Duffy, de Conservación Internacional Samoa, cuyo trabajo se centra en proteger la biodiversidad mediante la conservación basada en las comunidades, esto no es un terreno nuevo.
“Cuando hablamos de entrelazar el conocimiento tradicional con la ciencia, ya hemos estado haciendo ese tejido”, afirmó. “Solo necesitamos ampliarlo más y mostrarle al mundo cómo las naciones del Pacífico siempre han estado integradas”, añadió.
Duffy recalcó que, aunque las batallas políticas puedan dividir a los líderes en los parlamentos, el medio ambiente sigue siendo una fuerza que une a toda la región.
“Como isleños del Pacífico no tenemos el lujo de los grandes países. Somos pequeñas extensiones de tierra en vastos estados oceánicos. Si no gestionamos nuestros océanos de forma sostenible, como siempre lo hicimos, el océano nos devorará.”

El océano como genealogía
Para los pueblos del Pacífico, el océano no es simplemente geografía: es genealogía. Es historia, sustento, identidad y fe. Siglos antes de los satélites y las supercomputadoras, los navegantes del Pacífico leían las estrellas, las corrientes y los vientos para recorrer miles de kilómetros de mar abierto. Ese legado sigue moldeando a las comunidades actuales.
A medida que el cambio climático se acelera, con el aumento del nivel del mar y tormentas más intensas golpeando las islas, los líderes del Pacífico ven esta sabiduría oceánica no como folclore, sino como un recurso vital para la resiliencia.
“Es lo mismo, solo que usamos un lenguaje diferente para hablar de ello”, explicó la doctora Salanieta Kitolelei, quien estudia la integración del conocimiento indígena con las relaciones entre especies marinas.
Mencionó proyectos de restauración de corales en Fiyi donde científicos y aldeanos trabajan codo a codo, trasplantando corales desde zonas más cálidas a otras más frescas para reemplazar los arrecifes moribundos.
El conocimiento tradicional como dato
Los líderes científicos presentes en la conferencia reconocieron el valor insustituible del conocimiento tradicional. Jerome Aucan, director del Centro de Ciencia Oceánica de la Comunidad del Pacífico, explicó que ese conocimiento suele llenar los vacíos donde faltan datos.
“Cuando analizamos los sistemas de alerta temprana y la predicción de niveles altos del mar durante tormentas o ciclones, hacemos predicciones basándonos en el pasado”, dijo.
Pero, en muchos casos, no existen datos instrumentales. En su lugar, las comunidades dependen de la memoria.
“El único dato que tenemos es el conocimiento de los ancianos sobre lo que ocurrió ese día. En algunos de esos eventos extremos, los ancianos recuerdan con claridad hasta dónde llegó el agua, cuán altas fueron las olas y qué daños se produjeron. Parte de este conocimiento se remonta a 30, 40 o incluso 60 años atrás. Usamos ese conocimiento para reconstruir tormentas pasadas y así mejorar la predicción de las futuras.”
Esto, añadió Aucan, no es anécdota: es evidencia. Y es indispensable.

La ciencia propia del Pacífico
La doctora Katy Soapi, de la Comunidad del Pacífico (SPC), una organización intergubernamental de la región, lo resumió así: “El Pacífico siempre ha sido hogar de su propia ciencia. Nuestros sistemas tradicionales para observar la salud del océano son sofisticados. Cuando los combinamos con nuevas herramientas, como el mapeo satelital o los estudios genéticos de los arrecifes, creamos enfoques poderosos y holísticos para proteger nuestro océano compartido”.
Esa integración ya se refleja en la gobernanza oceánica regional. La Opoc, encargada de coordinar las prioridades oceánicas en toda la región, impulsa la incorporación tanto del conocimiento tradicional como de la ciencia moderna en los marcos de toma de decisiones.
“No podemos darnos el lujo de tratar el conocimiento indígena como anecdótico”, dijo Manoni. “Es evidencia, probada y vivida durante generaciones. La ciencia y la tradición juntas nos ofrecen la visión más completa de cómo gestionar nuestro océano”
Lecciones de la pesca
Uno de los ejemplos más destacados de esta sinergia proviene de la gestión pesquera. El doctor Noan Pakop, director general de la Agencia de Pesca del Foro de las Islas del Pacífico (FFA, en inglés), destacó cómo las prácticas comunitarias influyeron en las políticas modernas.
“Nuestras comunidades han usado durante mucho tiempo las zonas tabu, cerrando arrecifes para permitir que los peces se regeneren”, explicó.
“Estas prácticas reflejan los métodos modernos de conservación. Al combinar las observaciones locales con los datos científicos sobre las poblaciones de peces, hemos construido sistemas de gestión del atún más sólidos y sostenibles que benefician a todas las naciones del Pacífico”, añadió.
Sin embargo, los desafíos persisten. En las negociaciones mundiales sobre clima, biodiversidad y gobernanza oceánica, la ciencia occidental sigue tendiendo a dominar la conversación. Los líderes del Pacífico en la conferencia pidieron un reconocimiento más equitativo de sus sistemas de conocimiento.
Un modelo compartido para el mundo
Está claro que la conferencia comparte una visión colectiva: un Pacífico que proteja 100 % de su océano y gestione de forma sostenible al menos el 30 %, en línea con los objetivos mundiales de biodiversidad. Pero los líderes insistieron en que el camino debe ser exclusivamente pacífico, arraigado en la comunidad, la cultura y la conexión.
Esto es más que conservación. Es supervivencia. El aumento del nivel del mar ya está devorando las costas. El calentamiento del agua amenaza las pesquerías y la seguridad alimentaria. Los ciclones son cada vez más intensos. Para las pequeñas naciones insulares, las apuestas no podrían ser más altas.
Pero, como demuestra la reunión de esta semana en Honiara, el Pacífico no es una historia de víctimas, sino de liderazgo.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
Desde el trasplante de corales en aldeas fiyianas hasta los recuerdos de tormentas de los ancianos que alimentan los modelos predictivos, pasando por la gestión del atún que combina las zonas tabu con los datos satelitales y la cartografía geoespacial, el Pacífico está trazando un rumbo donde la sabiduría ancestral y la ciencia moderna navegan juntas.
El mundo observa. Y, como recordó Leilani Duffy a los delegados, el mayor regalo del Pacífico es mostrar que el respeto por el océano no es una agenda nueva: es lo que los pueblos del Pacífico son.
“La conservación no es algo que importamos. Siempre ha sido parte de nuestras vidas. El desafío ahora es asegurarnos de que el mundo escuche lo que ya sabemos”, dijo.
Cuando el salón de conferencias en Honiara llegó lentamente a su fin, ese llamado a escuchar permaneció: un recordatorio de que proteger el océano no se trata solo de políticas y marcos, sino de historias, memorias y de la sabiduría de los pueblos cuya genealogía está escrita en las olas.
T: GM / ED: EG




 
								


