RÍO DE JANEIRO – Cuadruplicar la producción y el uso de combustibles sostenibles hasta 2035 es la meta de una nueva iniciativa internacional para impulsar una transición energética y la mitigación de la crisis climática, que se lanzará durante la cumbre climática de Brasil, en noviembre.
El “Compromiso de Belém por los combustibles renovables”, encabezado por Brasil con el apoyo de India, Italia y Japón, espera la adhesión de otros países tras su lanzamiento oficial durante la llamada “Cumbre del clima”, el 6 y 7 de noviembre en Belém, en el norte de Brasil.
La reunión de los jefes de Estado y de gobierno precederá en esta ocasión a la 30 Conferencia de las Partes (COP30) sobre cambio climático, que hospedará la misma Belém del 10 al 21 de noviembre. La separación excepcional entre la COP y la cumbre busa mitigar los problemas de alojamiento de la urbe amazónica.
El compromiso, apodado “Belém 4x”, se basa en un informe de la Agencia Internacional de Energía que apunta la posibilidad de cuadruplicar el volumen, sumando nuevas alternativas, como el hidrógeno verde, combustibles sostenibles de aviación (SAF, en inglés) y navíos, y sintéticos al etanol y biodiésel.
“El éxito de la COP30 depende de promover la implementación de una transición justa, ordenada y equitativa para eliminar los combustibles fósiles, que son la principal causa del recalentamiento global”: Claudio Angelo.
En la COP28, celebrada en 2023 en Dubái, donde se acordó iniciar «una transición para abandonar los combustibles fósiles», como medida indispensable para contener el recalentamiento del planeta a 1,5 grados centigrados. En Belém se trata de implementar esa decisión consensual.
“Brasil tuvo el cuidado de no limitar la iniciativa a los biocombustibles para incluir variados combustibles sostenibles, una distinción importante porque hay países, especialmente en Europa, que se oponen a los biocombustibles”, advirtió Claudio Angelo, coordinador de política internacional del Observatorio del Clima, una coalición brasileña de 133 organizaciones sociales.
Las objeciones al biocombustibles incluyen posibles daños ambientales, conflictos por la tierra y la competencia con la producción alimentaria, detalló por teléfono a IPS desde Brasilia.

Mercado de biocombustibles
Es un viejo sueño brasileño crear un amplio mercado internacional de biocombustibles, por su gran producción de etanol, además de su potencial para ampliarla.
Brasil intentó, sin éxito, fomentar ese mercado en la década de los 90 y comienzos de este siglo, basado en la existencia de muchos países productores de caña de azúcar, el cultivo de mayor productividad para ese biocombustible.
Cuba, en el pasado el mayor exportador mundial de azúcar, rechazó la propuesta con el argumento de la prioridad a los alimentos, pese a la decadencia de su industria azucarera y la carencia de energía, debido a la dependencia del petróleo importado, que escaseó tras el fin de la Unión Soviética, su gran proveedora, en 1991.
“Las decenas de plantas de biodiésel (instaladas en Brasil) van a desaparecer en algún momento. Fueron una solución temporal, favorecida por el excedente de aceite de soja, cuando el salvado de soja tenía una demanda creciente”: Roberto Kishinami.
Brasil solo se convirtió en el mayor exportador de azúcar en mediados de los años 90, dos décadas después de inaugurar su Programa Nacional del Alcohol, para sustituir parte de la gasolina por etanol.
Buscaba mitigar la crisis económica provocada por alza del petróleo, cuyo precio triplicó en 1973 y volvió a duplicarse en 1979. Entonces, el país importaba cerca de 80 % del crudo que consumía, hoy exporta petróleo y etanol.
Muchos países usan el etanol, como mezcla en la gasolina, como forma de reducir la contaminación. En Brasil la mezcla ya alcanza 30 % y también se usa el etanol puro como combustible automotor.
Pero la mayoría de los automóviles de pasajeros hoy en el país son “flex”, consumen gasolina o etanol y mezclas en cualquier proporción.
En 2023 nació en Nueva Deli, durante la cumbre anual del Grupo de los 20 (G20), de economías industriales y emergentes más relevantes, la Alianza global de Biocombustibles, en un nuevo intento de fomentar su producción.
Meta ambiciosa
Ahora, en la COP30, se trata de ampliar el intento de sustituir los combustibles fósiles y con una meta ambiciosa, de multiplicar por cuatro la producción actual de los alternativos en 10 años.
Se sigue así la ruta trazada en la COP28, celebrada en Dubái en 2023, donde se acordó iniciar «una transición para lejos de los combustibles fósiles», como medida indispensable para contener el recalentamiento del planeta a 1,5 grados centigrados. En Belém se trata de implementar esa decisión consensual.
Actualmente esa producción, básicamente de biocombustibles, alcanza 175 000 millones de litros, cerca de dos tercios de etanol y un tercio de biodiésel. Estados Unidos supera a Brasil como el mayor productor.
En Brasil se elaboraron 36 800 millones de litros de etanol y 9070 millones de litros de biodiésel en 2024. En los últimos años creció la producción de etanol con base en el maíz, aprovechando los excedentes de ese grano en el centro-oeste del país, Su participación se acerca ya a 20 % del total.
Un estudio del Instituto de Energía y Medio Ambiente (Iema), divulgado el 9 de octubre, asegura que Brasil podrá duplicar esa producción hacia 2050, sin deforestar nuevas áreas. El aprovechamiento de las tierras de pastizales degradados seria suficiente para alcanzar la meta.
El país tiene cerca de 100 millones de hectáreas de esos pastizales, abandonados en su casi totalidad. Corresponde al doble del territorio de España y debe aumentar, ya que Brasil tiene 238 millones de vacunos, muy por encima de los 213 millones de habitantes humanos.
De ese total, el cultivo destinado a doblar los biocombustibles podría ocupar 25 a 30 millones de hectáreas. Sobraría mucha tierra para la expansión de la agricultura de alimentos, destacó Felipe Barcellos e Silva, investigador del Iema y autor del estudio.
Según sus cuentas, una parte de los pastizales se destinaría a la reforestación para restauración del bioma y las áreas de protección ambiental, otra parte a la recuperación de los mismos pastizales para una ganadería más productiva.
Quedarían de 55 a 60 millones de hectáreas para las agriculturas energética y alimentaria, cerca de la mitad para cada una.
El área para biocombustibles variaría según la opción por más biodiésel, que requiere el cultivo de oleaginosas, o más etanol, en ese caso ampliando el área de caña de azúcar o maíz.
Las alternativas componen seis escenarios en que se combinan las prioridades a las distintas materias primas y la opción por producir otros combustibles, como el SAF y el diésel verde, distinto del biodiésel.

Alternativas persistentes
“El biodiésel presenta un problema por ser un compuesto orgánico degradable”, inestable, mientras el diésel verde es producto del mismo aceite vegetal pero sometido a un hidrotratamiento y tiene “propiedades físico-químicas similares a la del diésel mineral”, explicó Roberto Kishinami, físico y especialista estratégico del no gubernamental Instituto Clima y Sociedad.
El diésel verde, aseguró, sustituye plenamente el diésel fósil sin dañar los vehículos y tiene la ventaja de emitir menos contaminantes urbanos que el biodiésel, como material particulado fino, monóxido de carbono y óxido de nitrógeno.
“Las decenas de plantas de biodiésel (instaladas en Brasil) van a desparecer en algún momento. Fueron una solución temporal, favorecida por el excedente de aceite de soja, cuando el salvado de soja tenía una demanda creciente”, como alimento ganadero, señaló Kishinami a IPS por teléfono desde São Paulo.
En su evaluación la transición energético y la descarbonización de los transportes y de la industria necesitan los combustibles sostenibles, ya que la electrificación no es económicamente viable en todas las actividades. La combinación de las dos soluciones deberá imponerse.
La creación de un mercado internacional de esos combustibles, especialmente los biocombustibles, depende de normas y patrones vigentes en el mundo, difíciles de satisfacer las exigencias europeas.
Además, enfrenta las cuestiones geopolíticas, como “la guerra comercial Estados Unidos-China que dominará las próximas décadas”, concluyó Kishinami.
La producción de biocombustibles en Brasil no crece solo por expansión de los cultivos, sino también por avances tecnológicos y aprovechamiento de residuos.
Ya se produce el etanol de segunda generación, a partir de la paja de la caña, y el biometano, que equivale al gas natural, por la biodigestión de la vinaza generada en la producción del etanol, apuntó Silva.
También se empieza a cultivar la palma de macauba (Acrocomia aculeta), que recibe diferentes nombres en América Latina y tiene una alta productividad de aceite.
La electrificación llevará tiempo. Es relativamente rápida en los vehículos ligeros, pero lenta en los vehículos pesados, cuya vida útil alcanza cerca de 20 años. Es donde la descarbonización se hace por los biocombustibles, sostuvo Silva.
“La transición en los transportes seguirá por lo menos hasta 2050”, luego los biocombustibles podrán atender otras demandas, incluso la generación eléctrica, concluyó en entrevista telefónica a IPS desde São Paulo.
El compromiso de cuadruplicar los combustibles sostenibles es positivo, pero no puede dominar “de ninguna manera” el debate energético en la COP30, advirtió Angelo.
“El éxito de la COP30 depende de promover la implementación de una transición justa, ordenada y equitativa para eliminar los combustibles fósiles, que son la principal causa del recalentamiento global”, concluyó.
ED: EG