Financiación climática, primera víctima del auge del militarismo, alerta ante la COP30

En una entrevista exclusiva, el principal experto en clima de Pakistán, Ali T. Sheikh, habla sobre las corrientes geopolíticas que marcan la COP30, por qué la financiación climática está en riesgo y cómo Pakistán puede recuperar su voz en el escenario mundial.

Ali T. Sheikh, principal experto en desarrollo sostenible y cambio climático en Pakistán. Imagen: Zofeen Ebrahim / IPS

ISLAMABAD – A medida que se aproxima la COP30 en medio de nubes geopolíticas cada vez más oscuras, marcadas por el auge del extremismo de derecha, el retroceso corporativo y el creciente militarismo, Ali T. Sheikh, principal experto en desarrollo sostenible y cambio climático de Pakistán, observa la mayor reunión diplomática del mundo con una mezcla de aprensión y cautela.

En este complejo escenario, entender cómo funcionan las Conferencias de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (Cmnucc) y quién tiene un asiento en la mesa se vuelve aún más crítico.

Las COP son órganos de toma de decisiones de los acuerdos internacionales, en los que participan agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales como observadores acreditados. El sector privado suele unirse a las delegaciones gubernamentales, pero no tiene estatus oficial de observador.

Entre el 11 y 21 de noviembre, con una previa cumbre de gobernantes, se realizará la COP30 en la ciudad amazónica de Belém do Pará, en el norte de Brasil.

En este frágil contexto, el aumento del gasto militar global añade otra capa de incertidumbre a unos compromisos de financiación climática ya debilitados.

Este incremento del gasto militar, señaló Sheikh, tendrá consecuencias de gran alcance. En julio de este año, los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan) acordaron aumentar en 5 % su gasto en defensa como proporción del producto interno bruto.

“El golpe caerá sobre la financiación climática”, temió Sheikh. “Dará vuelta el mundo y deshará 30 años de cooperación climática desde la primera COP”, añadió.

Tras tres años consecutivos en los que Estados autocráticos productores de petróleo fueron anfitriones del evento, será un cambio significativo que las discusiones climáticas se celebren en Brasil, un país donde los derechos indígenas, la conservación de bosques y biodiversidad son tradicionalmente más fuertes.

“Pakistán tiene mucho que aprender”, dijo Sheikh, una voz ferozmente independiente, pese a haber formado parte de varios grupos de trabajo gubernamentales sobre cambio climático, pasados y presentes.

Pero el reciente discurso de 56 minutos del presidente Donald Trump en la Asamblea General de la ONU, el 23 de septiembre, en el que calificó el cambio climático como “el mayor fraude de todos los tiempos”, las energías renovables como “una broma” y “demasiado caras”, y la huella de carbono como “un invento de gente con malas intenciones”, solo ha empeorado las cosas para países como Pakistán.

Está nación del sur de Asia ocupa el primer lugar entre los diez países más afectados en el Índice de Riesgo Climático 2025 de GermanWatch, principalmente por “pérdidas económicas relativas excepcionalmente altas”.

“Desde la perspectiva de un país en desarrollo como Pakistán, declaraciones que desestiman el cambio climático como un ‘fraude’ no son solo políticamente cargadas: son una negación profunda de la realidad vivida por la gente”, dijo Sheikh.

“Ya estamos en la primera línea, experimentando sus devastadores impactos. Las catastróficas inundaciones de 2022 y 2025, que sumergieron un tercio de nuestro país y desplazaron a millones, son un recordatorio contundente de que el cambio climático no es una amenaza futura: es inmediata y existencial”, añadió.

El costo económico y humano, añadió, es inmenso. La inundación de 2022 causó daños superiores a 30 000 millones de dólares e “hizo retroceder a Pakistán varios años”.

Sobre la descalificación de Trump sobre la energía verde, Sheikh señaló que demonizarla es comprender fundamentalmente mal la situación para países como Pakistán.

Dos hombres caminan entre el agua en su aldea inundada en Matiari, en la sureña provincia paquistaní de Sind, tras las inundaciones de 2022. Ali T. Sheikh afirma que la crisis climática y la transición a energías limpias son cuestiones de supervivencia nacional y estabilidad económica. Imagen: Asad Zaidi / Unicef
Una vivienda reparada con la ayuda del Proyecto de Reconstrucción de Viviendas de Emergencia por las Inundaciones en Sind. Imagen: SPHFHANDS

“Para nosotros, una transición hacia energías limpias y una mayor resiliencia climática no es una opción política: es una cuestión de supervivencia nacional y estabilidad económica”, explicó.

“Se trata de proteger nuestra columna vertebral agrícola, que alimenta a millones frente a temporadas de monzones impredecibles y sequías. Se trata de resguardar nuestras ciudades y comunidades rurales de inundaciones y olas de calor”, añadió el experto.

Aunque criticó con dureza las declaraciones de Trump, Sheikh subrayó que la respuesta de Pakistán debe ir más allá de la protesta y orientarse hacia un compromiso con visión de futuro.

Dijo que, cuando Pakistán viaje a Brasil, no debería ir “a pedir, sino a ofrecer una asociación”.

“Tenemos mucho que aportar y varios proyectos exitosos que mostrar, uno de ellos es el proyecto de vivienda de la provincia de Sind para los afectados por las inundaciones. Incluso en las actuales, logramos evacuar a más de tres millones de personas, una cifra nada despreciable”.

Al mismo tiempo, destacó que Pakistán debe articular claramente sus prioridades para conseguir apoyo oportuno en la plataforma global. Entre ellas deberían figurar mejores normas de construcción para viviendas e infraestructuras resilientes, aprovechando la inteligencia artificial.

Junto a fijar prioridades claras, también instó a que la delegación oficial adopte un enfoque más estratégico.

“Nuestros pabellones en las COP suelen montarse de forma que terminamos hablándonos solo a nosotros mismos”, observó Sheikh. “En cambio, busquen oportunidades para presentar el caso de Pakistán en los pabellones de otros países u organizaciones, donde las audiencias son más amplias, diversas e influyentes”.

También señaló que la COP30 en Brasil presenta una valiosa oportunidad para avanzar en la cooperación climática regional, algo que Pakistán debería perseguir activamente.

“Todos los desafíos climáticos de Pakistán son regionales, ya sea olas de calor, desbordes de lagos glaciares en el Himalaya, lluvias torrenciales o tormentas tropicales en el mar Arábigo”, dijo, agregando que India y Pakistán deben encontrar una forma de dialogar. “Incluso una conversación modesta entre los dos vecinos podría marcar un primer paso crítico”.

Al referirse al Tratado de Aguas del Indo, que India ha mantenido en suspenso desde el ataque de Pahalgam en Cachemira administrada por India el pasado abril, Sheikh dijo que el espacio cada vez menor para el diálogo bilateral exige encontrar vías diplomáticas alternativas.

En este contexto, una plataforma internacional como la COP podría servir como espacio neutral para iniciar la cooperación en la gestión compartida de aguas transfronterizas, comenzando, al menos, con el intercambio oportuno y transparente de datos de precipitaciones monzónicas.

Pasando de la diplomacia al desafío más amplio de la financiación climática, recalcó la necesidad de un cambio de perspectiva.

“En lugar de ver la inversión climática como una carga”, dijo, era una “inversión esencial en el futuro, especialmente para países como el mío, que luchan por implementar estrategias de adaptación y mitigación a pesar de sus recursos limitados”.

Pero la ausencia de actores clave como Estados Unidos en esta COP plantea dudas sobre el compromiso global. “Tampoco estuvo en Azerbaiyán”, añadió Sheikh, en referencia a la COP29, celebrada en Bakú, la capital de ese país. “Eso no le impidió influir y afectar las negociaciones entre bastidores, a través de sus alianzas y compromisos financieros”.

La mayor selva tropical del mundo, que almacena enormes cantidades de gases de efecto invernadero, ofrece a la COP “una oportunidad de redimir su gloria pasada”, dijo.

Al mismo tiempo, Sheikh reconoció las crecientes críticas de que tales eventos se han vuelto “todo promesas vacías e inacción”, con las tres últimas conferencias incluso acusadas de estar manchadas por el dinero del petróleo.

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Pero cuando unos 50 000 visitantes (incluidos 150 jefes de Estado) lleguen a la puerta del río Amazonas, en Belém serán recibidos por una ciudad portuaria empobrecida y plagada de criminalidad de 2,5 millones de habitantes, donde la mayoría vive en asentamientos informales.

“Puede que lleve a desviar la conversación global no hacia criticar a los negacionistas, sino hacia una crisis de justicia para las naciones más afectadas por un problema que no crearon”, esperó Sheikh.

Reconociendo que era necesario “sacudir un poco las cosas” e inyectar más energía, Sheikh señaló que la COP30 afronta una vara mucho más alta.

Los países presentarán sus contribuciones determinadas a nivel nacional actualizadas para reducir emisiones, mientras que las naciones en desarrollo esperan acciones más firmes sobre adaptación, pérdidas y daños, mitigación y acceso a la financiación climática, temas especialmente difíciles de negociar.

Al celebrarse en Belém, se espera que Brasil muestre liderazgo en asuntos como deforestación, biodiversidad, derechos indígenas y justicia climática.

Sin embargo, cumplir con esas expectativas puede resultar complicado.

Con la deforestación y nuevas perforaciones petroleras en curso en el país, puede ser difícil que Brasil alcance esa vara alta. Junto con las tensiones geopolíticas, Sheikh señaló que la arquitectura financiera sigue siendo un cuello de botella. “Todavía tenemos que resolver quién paga, quién entrega y con qué rapidez”.

Aun así, desestimar a las COP como ineficaces sería una visión miope.

“Decir que nunca pasa nada y que es una pérdida de tiempo para todos es una visión simplista”, dijo Sheikh, que ha asistido a numerosas COP, tanto oficialmente como parte de la delegación de Pakistán como de forma independiente, “empezando el día sin desayunar, hablando o corriendo para asistir a innumerables eventos, yendo de un salón a otro, haciendo largas colas para un café y regresando al hotel exhausto y con hambre”.

Mientras todas las miradas se centren en el papel del país anfitrión para liderar las negociaciones, construir consensos y asegurar compromisos de financiación climática, Sheikh señaló que gran parte de la verdadera acción ocurre fuera de las salas plenarias.

Se refería a los acuerdos tras bambalinas entre sesiones, las promesas informales, el papel de los actores del sector privado y cómo naciones e intereses afines construyen coaliciones en silencio.

Según Sheikh, esta diplomacia fuera de escena suele ser más dinámica y, en muchos casos, más trascendental que lo que ocurre en el registro oficial, y mucho más interesante de observar desde la galería.

T: GM / ED: EG

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