NAIROBI — El principal negociador de Gambia en materia de mitigación cree que la 30 Conferencia de las Partes (COP30) sobre cambio climático ofrece una oportunidad única para reequilibrar el liderazgo climático mundial.
«Esta COP no puede quedar envuelta en la vaguedad. Hay demasiado en juego», afirma Malang Sambou Manneh en una entrevista con IPS, cuando se acercan las nuevas negociaciones sobre el clima. Identificó una amplia gama de cuestiones que se espera que definan las COP30, que acogerá la ciudad de Belém do Pará, en el norte de Brasil, entre el 10 y el 21 de noviembre.
La comunidad climática mundial se congregará por primera vez en la Amazonia, la selva intacta más grande del mundo, donde viven más de 24 millones de personas solo en Brasil, incluidos cientos de pueblos indígenas. Aquí, los delegados se enfrentarán cara a cara con la realidad del cambio climático y verán lo que está en juego.
La COP30, la cumbre anual sobre el clima de las Naciones Unidas, promete ser inclusiva y centrada en las personas. Pero con una geopolítica fragmentada y frágil, las negociaciones para alcanzar el mejor acuerdo climático no serán fáciles.
Sambou, un destacado negociador climático que ha asistido a todas las COP, afirma que un Sur global unificado está a la altura de la tarea.

Destacó en particular la necesidad de un «enfoque inquebrantable en la mitigación o en las acciones para reducir o prevenir las emisiones de gases de efecto invernadero».
Consideró que el Programa de Trabajo sobre Mitigación es fundamental, ya que es un proceso establecido por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Cmnucc) en la COP26 para ampliar urgentemente la ambición y la implementación de los esfuerzos para mitigar el cambio climático a nivel mundial. Esa COP se celebró en la ciudad escocesa de Glasgow en 2021.
Sambou habló sobre las diferencias entre la COP30 y las conferencias anteriores por las especiales expectativa del Sur global, el problema de los combustibles fósiles y la tantalesca financiación climática.
Detacó que «al igual que ocurrió en Bakú, Azerbaiyán, con la COP29, Belém será una ‘COP financiera’, ya que la financiación climática sigue siendo el principal obstáculo. Las negociaciones serán difíciles, pero preveo un mejor resultado en esta ocasión».
Se espera que pronto se publique la Hoja de ruta de Bakú a Belém hacia 1,3 billones (millones de millones) de dólares, en la que se esboza un marco de las presidencias de la COP29 y la COP30 para ampliar la financiación climática para los países en desarrollo hasta al menos 1,3 billones de dólares anuales para 2035.
A diferencia de conferencias anteriores, la COP30 se centra en cerrar la brecha de ambición identificada por el Balance Mundial, una revisión periódica que permite a los países y otras partes interesadas, como el sector privado, hacer un inventario para evaluar el progreso colectivo del mundo en el cumplimiento de sus objetivos climáticos.
El primer balance se completó en la COP28 en 2023, celebrada en Dubái, revelando que los esfuerzos actuales son insuficientes y que el mundo no está en camino de cumplir el Acuerdo de París, alcanzado en la capital francesa en la COP21, en 2015.
Pero aunque el Acuerdo de París, un tratado internacional jurídicamente vinculante sobre el cambio climático, partió con muy buen pie cuando entró en vigor en noviembre de 2016, esa unidad está hoy lejos de estar garantizada.
Siempre iba a ser difícil encontrar oportunidades de acción climática sostenibles y de gran impacto en medio de la turbulencia geopolítica. El presidente Donald Trump no solo retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París, sino que ahora se ha reactivado en contra de los programas climáticos y apoya firmemente los combustibles fósiles. Y peor aún hay quienes escuchan su mensaje.
Sambou afirma que, aunque esta postura «podría afectar a la transición de los combustibles fósiles a las energías limpias, son muchos más los países que están a favor de las energías renovables que los que se oponen a ellas».
«Pero las cuestiones energéticas son complejas porque los combustibles fósiles han sido una forma de vida durante siglos, y los países desarrollados los han aprovechado para acelerar su desarrollo», renoce.
Más tarde, añade, «los países en desarrollo también comenzaron a descubrir su petróleo y gas, pero no deben tocarlos para acelerar su propio desarrollo y, en cambio, deben pasar a las energías renovables. Es una situación compleja».
Ilham Aliyev, presidente de Azerbaiyán, describió el petróleo como un «regalo de Dios» en la COP29 para defender la dependencia de su país de los combustibles fósiles a pesar de las preocupaciones por el cambio climático.
Esta declaración pone de relieve la complejidad de la situación, sobre todo porque se produjo solo un año después de que el histórico Consenso de los Emiratos Árabes Unidos, logrado en Dubái con gran esfuerzo en la COP28, incluyera la primera referencia explícita a «transición para abandonar todos los combustibles fósiles en los sistemas energéticos» en un acuerdo de la COP.
Como negociador, Sambou afirma que es muy consciente de esta dinámica, pero aconseja que la comunidad internacional «no combatirá con éxito los combustibles fósiles diciendo que son malos y perjudiciales; debemos hacerlo a través de la tecnología».
«Mostrando alternativas que funcionan, esta es una oportunidad para que el Sur global tome la iniciativa y presente las mejores prácticas en materia de energías renovables», aduce.
Y parece que hay pruebas que respaldan su optimismo. Un informe reciente muestra que la adopción de las energías renovables superará a la generación de carbón por primera vez en la historia en la primera mitad de 2025, y que la energía solar y eólica superarán el crecimiento de la demanda.
En esta ocasión, el Sur global tiene mucho trabajo por delante, ya que se espera que dé un paso al frente y proporcione el liderazgo que tanto se necesita, mientras los líderes occidentales se retiran para abordar los problemas urgentes de sus países, definidos por la escalada de las crisis económicas, los problemas de inmigración, los conflictos y el malestar social.
Sambou ve oportunidades en el liderazgo del mundo en desarrollo, especialmente a medida que se acumulan las pruebas científicas sobre los efectos de la crisis climática.
La Organización Meteorológica Mundial prevé que se mantengan las temperaturas globales récord, lo que aumentará los riesgos climáticos y podría marcar el primer quinquenio, 2025-2029.
Sambou afirma que no todo está perdido a la luz de los nuevos y ambiciosos planes de acción climática nacionales o las contribuciones determinadas a nivel nacional, las NDC.
En septiembre venció el plazo para presentar un nuevo conjunto de estas contribuciones, que servirán de guía para las negociaciones de la COP30.
Cada cinco años, se pide a los gobiernos signatarios del Acuerdo de París que presenten nuevos planes nacionales sobre el clima en los que se detallen objetivos más ambiciosos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y de adaptación.
«La ambición nunca ha sido un problema; lo que sigue siendo una cuestión apremiante es la falta de aplicación. Los planes de acción no pueden aplicarse sin financiación. Por eso es preocupante la fragmentación política actual, ya que si alguna vez ha habido un momento para permanecer unidos, es ahora. La supervivencia de la humanidad depende de ello», subraya.
Y añade: «En lugar de limitarnos a establecer nuevos objetivos en Belém, esta vez es mejor que impulsemos unas pocas soluciones escalables, compromisos de los que podamos responsabilizarnos firmemente, que 200 páginas de resultados que nunca se traducirán adecuadamente en acciones climáticas».
A pesar de los numerosos retos que se plantean y de dar un paso adelante y dos atrás aquí y allá, desde el corazón de la selva amazónica, se espera que el énfasis de la COP30 en el papel fundamental de los bosques tropicales y las soluciones basadas en la naturaleza impulse de manera significativa las medidas en favor del crecimiento medioambiental y económico.
T: MF / ED: EG