LA HABANA – La resolución que presenta anualmente Cuba ante la Asamblea General de las Naciones Unidas para pedir el fin del bloqueo económico que le impone Estados Unidos desde 1962, fue aprobada por la gran mayoría de los países votantes. Pero obtuvo menos respaldo que en años recientes, debido a una campaña previa de Washington.
Con 165 votos a favor, ganó la propuesta de La Habana titulada “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”, mientras recibió siete votos en contra por este documento (la mayor cantidad desde que empezó a discutirse en 1992) y 12 abstenciones.
Si bien en 2024 apenas Estados Unidos e Israel se opusieron, y Moldavia se abstuvo, en la moción de este miércoles 29 se sumaron a los votos en contra Argentina, Hungría, Macedonia del Norte, Paraguay y Ucrania, así como se abstuvieron varias naciones de Europa del Este y otras como Costa Rica y Marruecos.
“Tenemos información fidedigna de las presiones intimidatorias y engañosas que está ejerciendo el gobierno de los Estados Unidos sobre varios países, con el objetivo de obligarlos a modificar la posición tradicional e histórica que han asumido y sostenido en apoyo a la resolución contra el bloqueo”, denunció en una conferencia de prensa el martes 22 el ministro de Relaciones Exteriores cubano, Bruno Rodríguez.
“Nadie en su sano juicio se va a creer el cuento de que Cuba puede comerciar libremente con cualquiera, y que todo es hechura del gobierno cubano. Eso es totalmente falso, es una mentira brutal”: Carlos Alzugaray.
El jefe de la diplomacia de esta nación insular caribeña mostró a los medios locales dos cartas enviadas por el Departamento de Estado estadounidense, una del 8 de octubre y otras del 17 del mismo mes, a los representantes de naciones instándoles a rechazar la moción cubana.
“El sentido que tiene es desfigurar la realidad, fabricar un pretexto, pero es, sobre todo, repito, intimidar”, aseveró.
De acuerdo a Carlos Alzugaray, diplomático cubano y embajador ya retirado, que ha cumplido diferentes funciones en países como Japón, Bulgaria, Etiopía y Canadá, el esfuerzo diplomático que realizó Estados Unidos para voltear los resultados tradicionales de esta votación fue “brutal”.
“Está apelando a una campaña de mentiras mayor que la que nunca antes había utilizado, porque es realmente irrisorio decir que Cuba no tiene un bloqueo y que Cuba puede comerciar libremente con todo con todo el mundo”, dijo a IPS en una entrevista el día 28, mientras transcurrían en la sede de Nueva York los debates previos a la votación.
La mayor evidencia de ello, agregó, es que Estados Unidos tiene la Oficina de Control de Activos Extranjeros (Ofac, en inglés), que se encarga de perseguir y sancionar cada operación comercial cubana donde quiera que ocurra, con un carácter extraterritorial que perjudica también a terceros países.
“Nadie en su sano juicio se va a creer el cuento de que Cuba puede comerciar libremente con cualquiera, y que todo es hechura del gobierno cubano. Eso es totalmente falso, es una mentira brutal”, reiteró.

Difíciles inicios de la resolución
La primera vez que se presentó este proyecto de resolución en la ONU –que no ha cambiado su contenido– fue en 1991, pero fue desestimado por presiones de Estados Unidos. Se trata desde entonces de que la comunidad internacional exprese su posición sobre el bloqueo economico, como llaman en Cuba a las sanciones, o el embargo, como las denomina, en Estados Unidos.
Al año siguiente, en 1992, logró someterse a votación y ganó con 59 votos a favor, tres en contra (Estados Unidos, Israel y Rumanía), y 71 abstenciones, así como se ausentaron los representantes de 46 países.
“Yo participé en el cabildeo inicial en el 92 y el 93 y fue bastante fuerte porque evidentemente había que romper la inercia y, además, Cuba decidió presentar la resolución sola, sin ningún tipo de acompañamiento. Un pequeño país sin recursos frente a Estados Unidos, uno con tremenda influencia en Naciones unidas”, dijo Alzugaray.
Según este diplomático, ayudó al éxito de la moción dos circunstancias peculiares de la época.
Primeramente, Estados Unidos había aprobado en 1992 la Ley Torricelli, su primer intento de codificar el bloqueo y que sumaba otras cláusulas con un impacto extraterritorial, como que las subisidiarias del país norteamericano que se encontraran en terceros países, no podían comerciar con Cuba, como estaba ocurriendo, lo cual enfadó a administraciones europeas, la de Canadá y México, y la de otros países.
En segundo lugar, había ganado Bill Clinton (1993-2001) en las elecciones en Estados Unidos de 1992, y muchos diplomáticos de la anterior gobernatura de George Bush padre (1989-1993) “se quedaron sin trabajo y todavía no habían tomado posesión los nuevos funcionarios”, dijo.
También se estaban creando las bases de la Organización Mundial del Comercio (OMC), la única organización internacional que se ocupa de las normas que rigen el comercio entre los países, y que sustituyó oficialmente en 1995 al antiguo Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, vigente desde 1947.
“La OMC tenía la voluntad de dejar atrás estos tipos de obstáculos ‘extracomerciales’, o sea, de rechazo a todo límite del comercio por razones que no sean estrictamente comerciales. Se suponía que se establecería un mecanismo mucho más puro y limpio sobre estos fenómenos”, explicó Alzugaray.
Entonces esa posición “arrogante” de Estados Unidos con respecto al comercio con Cuba, enfadó mucho a países, agregó.
“Ya después la resolución tuvo un aumento de los votos a favor y ya hoy es como una ‘crónica de una muerte anunciada’”, para Estados Unidos, opinó.
No obstante, como el fin de las sanciones unilaterales de Estados Unidos es una cuestión vital para el desarrollo de la economía de la isla, la cancillería cubana siempre ha tratado esta votación como un asunto prioritario.
“Todas las embajadas y dependencias del Ministerio (de relaciones exteriores) tienen como tarea primordial garantizar ese voto y, con mucho tiempo de anticipación, monitorean la actitud de los países y contactan a quienes tengan que contactar”, dijo el exembajador.
En algunos casos el trámite no es muy complejo: se contacta a la cancillería “amiga”, se le entrega el proyecto de resolución y sele dice que se espera el voto favorable y “no pasa mucho más”.

¿Bloqueo o embargo?
Según coinciden varios politólogos, existe un debate sobre si las medidas coercitivas unilaterales que impone Estados Unidos a Cuba se considera un “bloqueo”, como sostiene La Habana, o un “embargo”, como lo Washington.
“Lo primero que se debe remarcar es que esa distinción no es solo técnica o del derecho internacional, sino ideológica”, dijo a IPS Iramís Rosique, miembro del consejo editorial de La Tizza, una revista cubana enfocada en debates políticos y pensamiento crítico.
Según Rosique, quienes defienden el término “embargo”, intentan restarle peso; pero el embargo es un problema bilateral entre dos Estados, y el carácter extraterritorial de esas sanciones, cuando provienen de Estados Unidos, “el centro de la economía mundial”, en la práctica resulta en “un aislamiento de la economía cubana” sin necesidad de realizar un cerco naval, como define que sería un verdadero bloqueo los partidarios del otro concepto.
Si bien Estados Unidos no es el único país que impone sanciones a otros, de acuerdo a Rosique y Alzugaray, la justicia de estas depende, en cierta medida, de su carácter unilateral.
“El derecho internacional sí contempla las sanciones y determinadas medidas coercitivas, pero que deben tomarse en el seno de tratados internacionales y organismos multilaterales. Estados Unidos no está habilitado ni moral ni jurídicamente para aplicar medidas coercitivas unilaterales a ningún país, porque no es la policía del mundo”, acotó Rosique.
Según los datos más recientes del cubano Ministerio de Relaciones Exteriores, el impacto económico de este cerco económico y financiero causó “daños y perjuicios materiales”, entre el 1 de marzo de 2024 al 28 de febrero de 2025, estimados en unos 7556 millones de dólares, un incremento de 49 % con respecto al periodo anterior.
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Sin embargo, en un sondeo realizado por IPS a varios cubanos, muchos no consideraban que el “bloqueo” –todos usaron ese concepto– fuera la principal fuente de los problemas económicos de Cuba, aunque estaban conscientes de que realmente afectaba.
“El bloqueo es injusto, sí. Y realmente afecta. Yo misma quisiera poder tener una cuenta bancaria que funcione fuera de Cuba. Pero estoy cansada de que lo usen (el gobierno) como excusa todo el tiempo para cualquier problema que ocurre en el país”, dijo a IPS Betsy González, la administradora de un pequeño negocio en La Habana.
Rosique –también Alzugaray– ha notado cómo la percepción sobre el bloqueo dentro de Cuba se ha ido dirigiendo hacia la minimización de su impacto: “Creo que el gobierno cubano no ha tenido tanto éxito últimamente en convencer a las personas del efecto del bloqueo sobre la economía cubana”, dijo el primero.
Para este maestrante en derechos humanos, se ha utilizado el bloqueo “como chivo expiatorio de todas las culpas”, incluso en problemas en los que el bloqueo no ha sido el principal detonante.
“El discurso oficial de los últimos años ha sido muy poco autocrítico… Es el discurso oficial quizás menos autocrítico que hemos tenido en mucho tiempo… y eso hace que la subjetividad política colectiva, en rechazo a eso, se desplace a una posición directamente contraria”, afirmó.
ED: EG







