NACIONES UNIDAS – La comunidad internacional se reunió en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para una reunión de alto nivel, esta vez para movilizar apoyo político ante la persecución de los musulmanes rohinyás y otras minorías en Myanmar.
Representantes de grupos de defensa de los rohinyá, del sistema de la ONU y de los Estados miembros se reunieron en la Asamblea General para abordar los desafíos que enfrentan los musulmanes rohinyá y el contexto más amplio de la situación política y humanitaria en Myanmar.
La presidenta de la Asamblea General de la ONU, la alemana Annalena Baerbock, destacó que la conferencia brindó la oportunidad de escuchar a las partes interesadas, en particular a los representantes de la sociedad civil con experiencia en el terreno.
“Los rohinyá necesitan el apoyo de la comunidad internacional, no solo con palabras, sino con hechos”, afirmó.
Baerbock añadió que existe una “urgente necesidad de fortalecer la solidaridad internacional y aumentar el apoyo”, así como de esforzarse por alcanzar una solución política con la participación inequívoca de los rohinyá.
“La violencia, la privación extrema y las violaciones masivas de derechos humanos han alimentado una crisis de grave preocupación internacional. La comunidad internacional debe asumir sus responsabilidades y actuar. Nos solidarizamos con los rohinyá y con todo el pueblo de Myanmar en su momento de mayor necesidad”, declaró Volker Türk el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
En los ocho años transcurridos desde que más de 750 000 rohinyás huyeron de la persecución y cruzaron la frontera hacia Bangladés, la comunidad internacional ha tenido que lidiar con una de las situaciones de refugiados más intensas que se recuerdan.
Los asistentes a la conferencia, celebrada el 30 de septiembre, hablaron sobre cómo abordar las causas fundamentales que llevaron a esta prolongada crisis: la opresión y persecución sistemáticas a manos de las autoridades de Myanmar y los disturbios en su estado de Rakáin.

El ascenso de la junta militar en 2021 solo ha provocado mayor malestar e inestabilidad en Myanmar y ha hecho mucho más precaria la posibilidad de un retorno seguro y sostenido. Su persecución no ha hecho más que intensificarse a medida que las comunidades rohinyás que aún residen en Rakáin se ven atrapadas en medio de los conflictos entre la junta y otros grupos militantes rebeldes, incluido el Ejército de Arakán.
En la inauguración de la conferencia, activistas en favor de los refugiados rohinyá señalaron que la opresión sistémica es anterior a la crisis actual.
«Este es un momento histórico para Myanmar. Pero era algo que debía haberse hecho hace tiempo. Nuestro pueblo ya ha sufrido bastante. Para las minorías étnicas, desde los kachin hasta los rohinyá, el sufrimiento se ha extendido por décadas», dijo Wai Wai Nu, fundadora y directora ejecutiva de la Red de Mujeres por la Paz.
«Ya han pasado más de ocho años desde que se expuso el genocidio rohinyá. ¿Dónde está la justicia para los rohinyá?», preguntó Maung Sawyeddollah, fundadora de la Red de Estudiantes Rohinyá.
Para las Naciones Unidas, la crisis de refugiados rohinyá representa el dramático impacto de la falta de financiación en sus operaciones humanitarias. El secretario general de la ONU, António Guterres, afirmó durante su visita a los campos de refugiados en Bangladés en abril que «Cox’s Bazar es la zona cero del impacto de los recortes presupuestarios».
Los recortes de financiación a agencias como el Fondo de las Naciones para la Infancia (Unicef) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) han mermado su capacidad para llegar a las personas necesitadas.
El PMA ha advertido que su asistencia alimentaria en los campos de refugiados se agotará en dos meses a menos que reciba más fondos. Sin embargo, hasta la fecha, el Plan de Respuesta para los Refugiados Rohinyá de 2025, de 934,5 millones de dólares, solo cuenta con 38 % de financiación.

“La respuesta humanitaria en Bangladesh sigue padeciendo una grave escasez de fondos, incluso en áreas clave como la alimentación y el combustible para cocinar. Las perspectivas de financiación para el próximo año son sombrías», dijo Filippo Grandi, alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
Añadió que «a menos que se disponga de más recursos, a pesar de las necesidades, nos veremos obligados a realizar más recortes mientras nos esforzamos por minimizar el riesgo de perder vidas: niños que mueren por desnutrición o personas que mueren en el mar a medida que más refugiados se embarcan en peligrosas travesías en barco”.
Como país de acogida de más de un millón de refugiados desde 2017, Bangladés ha soportado la peor parte de la situación.
Yunus, el asesor principal bangladesí, afirmó que el país enfrenta sus propios desafíos de desarrollo y problemas sistémicos relacionados con la delincuencia, la pobreza y el desempleo, y ha tenido dificultades para apoyar a la población refugiada incluso con la ayuda de organizaciones humanitarias.
Hizo un llamamiento a impulsar las repatriaciones, la estrategia para garantizar el regreso seguro de los rohinyás a Rakáin.
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«Ante la disminución de la financiación, la única opción pacífica es iniciar su repatriación. Esto implicará muchos menos recursos que continuar con su protección internacional. Los rohinyás han expresado constantemente su deseo de regresar a casa», afirmó Yunus. «El mundo no puede seguir haciendo esperar a los rohinyás para que regresen a casa», añadió.
Junto con la ONU, Myanmar y Bangladés, los países vecinos y de acogida también tienen un papel que desempeñar.
Los bloques regionales como la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) también son cruciales para apoyar a la población rohinyá, así como para liderar el diálogo con otras partes interesadas en toda la región.
“En mis contactos con las partes interesadas de Myanmar, he enfatizado que la paz en Myanmar seguirá siendo difícil de alcanzar hasta que se establezca un diálogo inclusivo entre todas las partes interesadas”, dijo Othman Hashim, enviado especial de la presidencia de la Asean para Myanmar.
Añadió que «para las acciones en Myanmar, el primer paso crucial es detener las hostilidades y la violencia. La violencia prolongada solo exacerbará la miseria del pueblo de Myanmar, incluyendo a los rohinyá y otras minorías”.
“Los países que acogen refugiados necesitan apoyo sostenido. Es necesario profundizar la cooperación con la ONUDD (Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito], el Acnur y la OIM (Organización Internacional para las Migraciones)”, dijo Sugiono, ministro de Asuntos Exteriores de Indonesia.
Apoyar a los rohinyá más allá de las necesidades humanitarias y de emergencia también requeriría invertir recursos en educación y oportunidades de empleo.
Se alentó a las partes involucradas a apoyar políticas de reasentamiento que ayuden a las comunidades a asegurar sustento a largo plazo o a ampliar las oportunidades de trabajo a largo plazo, como en Tailandia, donde recientemente se otorgó a los refugiados de larga estancia el derecho a trabajar legalmente en el país.
«Cualquier iniciativa para los rohinyá sin rohinyá en el campamento, desde la toma de decisiones hasta la construcción de la nación, es insostenible e injusta. La ONU debe movilizar recursos para empoderar a los rohinyá. No somos solo víctimas; tenemos el potencial de marcar la diferencia», dijo Sawyeddollah.
Como uno de los pocos representantes rohinyá presentes que había vivido previamente en los campamentos de Cox’s Bazaar, Sawyeddollah describió los desafíos que enfrentó para cursar estudios superiores cuando solicitó admisión en más de 150 universidades de todo el mundo, pero no logró entrar en ninguna.
Ingresó a la Universidad de Nueva York con una beca, siendo el primer refugio rohinyá en asistir a ese claustro. Reiteró que las universidades tienen la capacidad de ofrecer becas a estudiantes rohinyá, citando el ejemplo de la Universidad Asiática de Mujeres en Chittagong, Bangladés, que ofrece becas a niñas rohinyá desde al menos 2018.
La conferencia instó a la adopción de medidas viables que aborden diversas áreas clave de la situación de los refugiados rohinyá. Esto incluye aumentar la financiación de la ayuda humanitaria en Bangladés y Myanmar, y en particular, promover la justicia y la rendición de cuentas conforme al derecho internacional.
Türk y otros funcionarios de la ONU reiteraron que resolver la inestabilidad y las tensiones políticas en Myanmar es crucial para resolver la crisis de refugiados.
Kyaw Moe Tun, representante permanente de la opositora República de la Unión de Myanmar ante la ONU, culpó a la junta militar de la situación actual del país e instó a los Estados miembros a negarse a apoyarla política o financieramente.
«Solo podremos obtener resultados actuando juntos para poner fin a la dictadura militar, su golpe de Estado ilegal y su cultura de impunidad. En un momento en que los derechos humanos, la justicia y la humanidad se encuentran bajo grave ataque, les rogamos que nos ayuden en nuestro genuino esfuerzo por construir una unión democrática federal basada en estos mismos principios», destacó.
T: MLM / ED: EG