BUENOS AIRES – Pasó los últimos meses a la defensiva. Como si hubiera encontrado un límite en el camino de vértigo que en 2023 lo llevó de ser un panelista de TV escandaloso a la presidencia de Argentina. Como si el personaje que atrajo por su furia a una mayoría de argentinos también furiosos hubiese sucumbido ante la realidad de un país que, desde que él llegó, se hundió aún más en su largo proceso de deterioro económico y social.
Tanto fue así que, frente al desafío de la elección legislativa de medio término, el ultraderechista Javier Milei asumió públicamente su destino de un resultado modesto que lo condenaría buscar el diálogo y los consensos que despreció desde el comienzo de su mandato. Hasta había abandonado los insultos permanentes, con los que instaló un clima de odio y vulgaridad permanentes en el debate público.
Sorpresivamente, sin embargo, ganó por amplio margen la elección del domingo 26 y salió fortalecido para encarar su programa radical de reformas.
“¿En la cabeza de quién estaba que pudiéramos ganar la provincia de Buenos Aires?”, se sorprendió el propio Milei al volver a un estudio de TV en la mañana posterior a la elección, con la resaca de un festejo inesperado y mientras el poder económico hacía su propia celebración, reflejada en la disparada de todos los indicadores del mercado financiero.
Buenos Aires, el distrito más grande del país concentra casi 40 % de los electores y allí el peronismo, principal fuerza política en los últimos 80 años, se había impuesto el 7 de septiembre en una elección legislativa provincial, por 14 puntos de diferencia. Esa derrota aplastante se transformó en victoria en apenas 50 días. La explicación no resulta fácil para los analistas políticos.
Pero el domingo electoral entregó mucho más que eso a la ultraderecha: La Libertad Avanza –partido fundado por Milei apenas en 2021- ganó en 16 de las 23 provincias del país y superó 40 % de los votos totales, con más de 15 % de ventaja sobre el peronismo.
“El resultado inesperado nos obliga a preguntarnos en qué medida quiénes votaron a los candidatos de Milei lo hicieron por encanto o por espanto”, dice a IPS el analista político Lucas Romero.
“El escenario es de freno de la actividad económica, destrucción de empleo, caída del poder adquisitivo y preocupación por la corrupción. Invita a pensar que los votos no reflejan satisfacción con Milei, sino la sensación de que lo alternativo es peor”, agrega Romero, director de la consultora Synopsis.
Se refiere a un peronismo que dejó el gobierno en 2023 con más de 200 % de inflación anual, no hizo autocrítica ni renovación y sigue teniendo como líder a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, con una condena por corrupción y en arresto domiciliario.
Los objetivos de Milei, según declaró, son ahora reformar los sistemas laboral, tributario y previsional, con la idea de “cambiar para siempre” este país sudamericano de 46 millones de habitantes. Las ideas que sostendrás las reformas propuestas son las reducir el Estado al mínimo indispensable, borrar cualquier vestigio de justicia social y despojar de sus últimos obstáculos a las fuerzas del libre mercado, según lo expresado por Milei.
De todas maneras, aunque el gobierno ganó fuerza en el Congreso Nacional, donde ahora será la primera minoría, seguirá obligado a negociar con opositores, ya que quedó lejos de la mayoría propia tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado.

Crisis crónica
Argentina vive una crisis ya se hizo crónica: hace casi 15 años que no se crea empleo privado, mientras se deterioran los salarios de quienes tienen trabajo, especialmente de la masa creciente de personas que padece la informalidad. Son realidades previas a la llegada de Milei. Y son justamente las que generaron el enojo y el hartazgo de la sociedad con la clase política y la condujeron a dar el salto a lo desconocido en la elección presidencial de 2023.
Desde la llegada de Milei a la presidencia, sin embargo, el escenario se agravó. Datos oficiales indican que entre noviembre de 2023 y abril de 2025 se perdieron en Argentina 183 447 puestos de trabajo. Más de 55 000 fueron puestos en el empleo público, víctimas de la célebre motosierra con la que Milei prometió reducir brutalmente el tamaño del Estado.
El malestar social y el deterioro de la confianza en el gobierno de Milei fue reflejado en todos los estudios recientes de opinión pública, en donde muchos que tienen trabajo son pobres: 53 % de las personas dice que no llega a fin de mes y 30 % afirma que lo hace “con lo justo”, según un estudio de la consultora Escenarios.
Milei responsabiliza a la situación laboral a una legislación que supuestamente protege en exceso a los trabajadores y castiga a los empresarios. Su reforma promete permitir fijación de salarios por productividad, promover la flexibilización horaria a criterio de los empleadores y la negociación de sueldos por empresas en lugar de por rama de actividad, lo que debilitaría fuertemente el poder de los sindicatos.
La reforma tributaria se propone reducir la carga impositiva en 30 % a las empresas y los sectores de mayor poder adquisitivo, lo que obligaría a profundizar un ajuste de las cuentas públicas que, en lo que va de la gestión de Milei, generó la supresión casi total de la obra pública, una disminución de 30 % de los ingresos de los jubilados y de 60 % del gasto en programas sociales.
La tercera reforma, la previsional refiere a una privatización del sistema, suba de la edad jubilatoria y eliminación de pensiones por viudez, entre otros mecanismos.
Trump como gran elector
Romero apunta que hubo una combinación de factores azarosos que, inesperadamente, terminaron favoreciendo a Milei.
El gobierno logró una fuerte reducción de la inflación –muy valorada por los argentinos-, apoyada en una fuerte valorización del peso, que se hizo cada vez más difícil de sostener.
En los últimos meses el enfriamiento de la actividad económica se hizo evidente, el Banco Central perdió reservas, se generó una crisis cambiaria y Argentina quedó al borde de un colapso económico y financiero del que lo rescató Donald Trump al anunciar una inédita intervención de Estados Unidos, con la disposición de 20 000 millones de dólares para sostener al peso argentino.
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Entrometiéndose en la política argentina de manera descarada, Trump recibió a Milei en la Casa Blanca, pidió a los argentinos que lo voten e intentó lo que muchos interpretaron como una extorsión. “Si pierde, no seremos generosos con la Argentina”, advirtió.
Pocos días después, el presidente norteamericano dio testimonio de la inoperancia de Milei y de su situación de extrema fragilidad al afirmar que había decidido a ayudar a los argentinos porque “se están muriendo; no tienen nada, están peleando por sus vidas”.
“Trump reforzó la construcción de una escena dramática para el caso de una derrota electoral de Milei”, dice Romero.
El analista político concluye: “Ya veníamos con una narrativa de que si Milei no ganaba se desbarrancaba la economía y hasta tal vez caía el gobierno. Esto había calado en los círculos más politizados y también en la gente común, que probablemente en gran medida creyó necesario rescatar a Milei, a pesar de no estar satisfecha con su gobierno”.
ED: EG







