La sobredosis de renovables, un nuevo riesgo energético en Brasil

La complejidad del sistema eléctrico brasileño evolucionó de un modelo basado en la hidroelectricidad complementado por la termoelectricidad hacia una combinación de fuentes diversas, sin planificación y con bajo control, cuyo exceso de generación intermitente amenaza con provocar apagones. Imagen: Mario Osava / IPS

RÍO DE JANEIRO – Las fuentes eólica y solar de electricidad, esenciales a la transición energética para mitigar la crisis climática, se convirtieron en un riesgo de apagones eléctricos en Brasil.

Se trata de un remedio que, en exceso, se convierte en veneno. El crecimiento acelerado y sin planificación de esas alternativas generó dificultades operacionales al sistema eléctrico brasileño, que es interconectado nacionalmente.

Un apagón ocurrido el 15 de agosto de 2023, que afectó 27 % del suministro en áreas dispersas por casi todo el país, fue la gran alarma de la inseguridad. Empezó en la transmisión de parques generadores eólicos y solares en el estado de Ceará, en la región Nordeste de Brasil.

Casi se repitió en abril y agosto de este año por exceso de generación, según el Operador Nacional del Sistema (ONS), un organismo de carácter privado, pero representativo de todos los sectores involucrados y de los consumidores y que coordina y controla el suministro en todo el país.

Un sistema eléctrico funcional exige excedentes, la energía tiene que estar disponible en todos los enchufes para el consumo eventual. Pero “demasiado exceso provoca problemas”, señaló Luiz Barata, ex director general del ONS y actual presidente del no gubernamental Frente Nacional de los Consumidores de Energía.

La proliferación de plantas de energía solar y eólica en Brasil generó desequilibrios entre oferta y consumo que son apuntados como causas de dificultades operativas en una distribución eficaz, como las que causaron la interrupción del suministro en 25 de los 26 estados brasileños el 15 de agosto de 2023. Imagen: Fotos Públicas

Renovables en tela de juicio

La intermitencia de las fuentes eólica y solar, las que más crecieron en la última década, agrava los riesgos, por su origen no controlable. Se trata de una energía que depende de la naturaleza, de cuando hay viento y sol.

Todo se enreda más aún con la generación distribuida, también conocida como descentralizada, que convierte a consumidores en productores de su propia electricidad en 3,8 millones de microplantas residenciales o de grupos de personas o pequeñas empresas.

Esa generación dispersa ya supera 43 gigavatios de potencia, según datos de la Agencia Nacional de Energía Eléctrica (Aneel), el órgano regulador del sector.

Eso representa cerca de 18 % de la capacidad generadora total del país y la fuente solar fotovoltaica domina el segmento, con participación de 95 %.

“Brasil tiene uno de los sistemas eléctricos más complejos del mundo. Ningún país tiene la diversidad de fuentes como la nuestra”: Luiz Barata.

“Además de incontrolable, por depender del sol, tampoco se puede interrumpir la generación distribuida, que queda fuera del control del ONS”, advirtió Barata, un ingeniero eléctrico.

El ONS lo que hace es un recorte (curtailnment, en inglés, según el argot del sector) del aporte de algunas fuentes generadoras cuando el exceso de oferta amenaza el sistema. En general la interrupción afecta la generación eólica y solar, mas lejana del área de mayor consumo.

El Nordeste, favorecido por vientos fuertes y regulares y por la radiación solar, concentra la mayor parte esas fuentes, mientras el gran consumo de electricidad ocurre en el Sudeste, la región más poblada e industrializada de Brasil.

Parques eólicos ocupan cerros y montañas en toda la región Nordeste de Brasil, convertida en proveedora de electricidad para todo el país. La intermitencia de esa fuente, con la generación concentrada en las noches, contribuyó al riesgo de apagones en el país. Imagen: Mario Osava / IPS

Futuro incierto

La tendencia es que los problemas operacionales del sistema eléctrico se agraven porque la generación distribuida sigue en expansión, por los estímulos legales de que disfruta, y sin planificación, ya que es producto de decisiones individuales.

De enero a agosto de 2025, el ONS descartó 17,2 % de la generación eólica y solar posible en el país, lo que corresponde a 7 % del consumo mensual del país. Ello triplicó los recortes respecto al mismo período de 2024, según análisis de Volt Robotics, empresa de consultoría energética.

“El exceso de oferta es solo parte del problema, no el único. Otra causa es la deficiencia del sistema de transmisión, que imposibilita el transporte en determinado momento de la energía generada en el Nordeste a otras regiones. Se impone entonces el recorte de la generación”: Joilson Costa.

En agosto el descarte alcanzó 57 % de la generación de las nuevas renovables por exceso de oferta.

“Brasil tiene uno de los sistemas eléctricos más complejos del mundo. Ningún país tiene la diversidad de fuentes como la nuestra”, resumió Barata a IPS, por teléfono desde Brasilia.

De un total de 236 gigavatios de capacidad instalada al final de 2024, la hidroelectricidad sigue siendo mayoritaria con 46,5 % del total, según la estatal Empresa de Investigación Energética. Pero ya no es tan dominante, en el año 2000 alcanzaba 89 %.

La fuente solar, con 20,5 %, la eólica con 12,5 % y las térmicas, que consumen combustibles fósiles y biomasa, con 18,6 %, ya superaban la hídrica en 2024 con tendencia a un mayor crecimiento.

Reforma necesaria

Hubo un cambio en la matriz eléctrica, que pasó de hidrotérmica, básicamente hidroeléctrica y complementada por centrales térmicas, para una creciente incorporación de las nuevas fuentes renovables, ante el abaratamiento de su implantación y la generación distribuida, destacó Barata.

Pero la legislación y las reglas no acompañaron esa transformación, señaló el experto, para quien la actividad necesita una amplia reforma en su estructuración, para reducir los riesgos y recuperar mejores condiciones de operación y planificación, recomendó.

“Es un sistema complejo en que medidas simples no solucionan”, sentenció.

Joilson Costa, coordinador del no gubernamental Frente por una Nueva Política Energética para Brasil y también ingeniero eléctrico, considera “incorrecto” atribuir los riesgos sistémicos solo al exceso de generación eólica y solar.

“El exceso de oferta es solo parte del problema, no el único. Otra causa es la deficiencia del sistema de transmisión, que imposibilita el transporte en determinado momento de la energía generada en el Nordeste a otras regiones. Se impone entonces el recorte de la generación”, argumentó.

Tampoco se puede decir que la generación distribuida está fuera de la planificación. La Empresa de Investigación Energética, del Ministerio de Minas y Energía, sí considera esa modalidad en sus planes porque “sus estudios y simulaciones le permiten hacer estimaciones”, aunque no pueda controlar la expansión de las microplantas, acotó Costa.

También las empresas distribuidoras de electricidad monitorean la evolución de la generación distribuida en sus redes y pueden actualizar mensualmente sus datos, realzó a IPS, por teléfono desde São Luis, capital del nororiental estado de Maranhão.

La generación distribuida, de pequeña escala y en general de placas fotovoltaicas en los techos residenciales o empresariales, ya suma 43 gigavatios de capacidad instalada en Brasil. Son 3,8 millones de plantas que benefician a siete millones de unidades consumidoras, sin el control necesario a la operación del sistema eléctrico nacional. Imagen: Mario Osava / IPS

Asincronía diaria

El gran factor de riesgo, sin embargo, es la falta de sincronía entre la generación y el consumo de las nuevas fuentes de electricidad, en sus ciclos diarios.

La generación solar ocurre durante el día, con el máximo cerca del mediodía, cuando es bajo el consumo. Declina justo cuando crece el consumo al final del día y comienzo de la noche, período en que se prenden las luces y aparatos domésticos, especialmente las duchas eléctricas, de uso generalizado en Brasil.

Las plantas eólicas, concentradas en el Nordeste, generan electricidad principalmente tarde en la noche, cuando el consumo vuelve a bajar.

Péricles Pinheiro, director de Nuevos Negocios de CHP, empresa de equipos y soluciones para generación a gas de Río de Janeito, identifica una tendencia a la crisis del sistema eléctrico brasileño en sus análisis permanentes del sector. “En cada verano, nuevas emociones”, bromea.


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En años pasados identificaba un riesgo en la proliferación de generadores a diésel que muchas empresas empleaban para eludir el costo más elevado de la electricidad en las horas de mayor consumo, en el comienzo de la noche.

Pero dejaron ese recurso porque migraron al mercado libre, que se amplió en Brasil en los últimos años, abaratando el costo energético para los grandes consumidores al permitirles elegir el proveedor.

Desaparecieron o mermaron así los generadores a diésel que ayudaban a reducir la curva ascendiente del consumo en las horas de mayor consumo, agravando la oscilación diaria de la demanda, en ciclos opuestos al de las fuentes eólica y solar, destacó Pinheiro a IPS.

La generación distribuida reduce la demanda de la red y la parte de la electricidad que maneja el operador del sistema, en una tendencia que agrava la inseguridad, acotó.

El ONS estima que hacia 2029 controlará menos de la mitad de la capacidad de generación instalada en el país, ampliando la incertidumbre operacional del sistema interconectado nacional.

La multiplicación de los centros de datos digitales (los data centers en inglés) en Brasil, que el gobierno trata de impulsar, se apunta como una forma de equilibrar consumo y oferta de electricidad en el país.

Pero esos enormes sumideros de energía consumirían el exceso durante el día, pero agrandarían la demanda en la noche, ya que operan las 24 horas, advirtió Pinheiro, que identifica otro riesgo en los vehículos eléctricos cuyas baterías consumen la electricidad de varias residencias en sus recargas.

ED: EG

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