Un proyecto keniano es el primero de África validado según norma europea de carbono

Trabajadores de Tera, una empresa keniana de tecnología climática, inspeccionan parcelas donde se aplica fertilizante mezclado con biocarbón para mejorar la salud del suelo y retener el carbono. Imagen: Chemtai Kirui / IPS

KISUMU, Kenia – En junio, la empresa keniana de tecnología climática Tera se convirtió en el primer desarrollador de proyectos africanos en obtener la validación independiente y el registro de su iniciativa de eliminación de carbono según Riverse, una norma europea para soluciones climáticas de ingeniería.

La validación confirma que el diseño del proyecto y el marco de supervisión digital de Tera cumplen los estrictos criterios científicos de Riverse, lo que le permite emitir créditos de carbono una vez verificados.

El proyecto figura ahora en el Registro Rainbow de Riverse, de acceso público, que proporciona documentación transparente de los proyectos validados y realiza un seguimiento de los créditos a través de su emisión y retirada.

Tera recoge bagazo, el material seco y fibroso que queda después de triturar la caña de azúcar, de los molinos de Kisumu, la tercera ciudad más grande de Kenia en la cuenca del lago Victoria, conocida por sus plantaciones y fábricas de caña de azúcar que la circundan.

En su planta piloto, los residuos de caña de azúcar se introducen en una unidad de pirólisis, una máquina especializada que calienta el material en ausencia de oxígeno para producir biocarbón, una sustancia porosa y rica en carbono.

Cuando se aplica al suelo, el biocarbón ayuda a que la tierra retenga el agua y los nutrientes, lo que mejora la salud de los cultivos y, al mismo tiempo, retiene el carbono para que no se escape a la atmósfera en forma de dióxido de carbono (CO₂), según Erick Kiplangat Ronoh, experto en biosistemas e ingeniería medioambiental de la Universidad de Agricultura y Tecnología Jomo Kenyatta de Kenia.

«A diferencia de los residuos vegetales comunes, que se descomponen y liberan carbono, el biocarbón lo estabiliza en una forma que puede permanecer en el suelo durante largos periodos», explica Ronoh.

A menudo se describe como un proceso que convierte los residuos agrícolas en una «esponja» que mejora la retención de agua, la fertilidad del suelo y el almacenamiento de carbono a largo plazo.

Tera mezcla el biocarbón con fertilizantes orgánicos que vende a los agricultores de toda la región, con el objetivo de mejorar las cosechas y restaurar los suelos degradados, al tiempo que sienta las bases para la generación de créditos de carbono.

«Estamos devolviendo la vida al suelo», afirma Rob Palmer, director ejecutivo de Tera. «El biocarbón mejora los rendimientos, reduce la dependencia de los fertilizantes inorgánicos y aumenta la resistencia a la sequía. Pero para poder ampliar nuestra escala, necesitábamos demostrar la validez científica, que es lo que proporciona la validación de Riverse», detalla.

Palmer describió la validación como «un paso crucial», que fue posible gracias al sistema de seguimiento de Tera, que supervisa todas las etapas, desde la recogida del bagazo hasta la aplicación del biocarbón.

Tera no trabajó sola. Para garantizar que el ahorro de carbono sea medible y verificable, se asoció con otra empresa keniana, Cynk, una empresa tecnológica que crea sistemas digitales para el seguimiento de datos medioambientales, con el fin de diseñar un sistema personalizado de medición, notificación y verificación (MRV, en inglés) que supervisa y documenta los datos de eliminación de carbono en cada etapa.

El sistema de Cynk utiliza sensores del internet de las cosas (IoT, en inglés) y paneles de control en tiempo real para crear un registro auditable y a prueba de manipulaciones de todo el proceso, desde el pesaje de la biomasa hasta la supervisión de las temperaturas de pirólisis y la localización de los lugares donde se aplica el biocarbón.

«Ese nivel de detalle es esencial para una trazabilidad completa», afirmó Kelvin Gitahi, director de tecnología de Cynk.

Gitahi explica que los sistemas tradicionales de créditos de carbono solían basarse en documentos y hojas de cálculo para demostrar los créditos que reclamaban, lo que dificultaba la auditoría.

«Los registros suelen exigir pruebas de lo que se ha producido y dónde se ha aplicado», aseguró. «Históricamente, esto significaba recopilar los archivos manualmente. Esa falta de automatización dificultaba la creación de confianza», agregó.

Por el contrario, el sistema automatizado de Cynk convierte las lecturas de los sensores y los datos espaciales en estimaciones cuantificables de la eliminación de carbono, lo que minimiza los errores humanos y permite realizar auditorías independientes.

«Está diseñado para ser a prueba de manipulaciones», afirmó Gitahi. «Desde la báscula que mide las cargas de bagazo de los camiones hasta los kilos exactos de biocarbón aplicados, todo se registra automáticamente», añadió.

Se basa en pruebas y es trazable, «por lo que no hay posibilidad de manipular las cuentas», como él mismo afirmó.

Diagrama que muestra cómo el sistema desarrollado por la empresa keniana Cynk rastrea la producción de biocarbón de Tera desde el bagazo hasta la aplicación en la granja. Infografía: Cynk

Este riguroso control es esencial en virtud del artículo 6 del Acuerdo de París sobre cambio climático, que exige un MRV transparente y sólido para evitar la doble contabilización en los mercados internacionales de carbono.

Riverse es uno de los 13 estándares globales respaldados por Icroa, el principal organismo de acreditación del mercado voluntario de carbono,  y validó que Tera es el primer proyecto que ha certificado y que puede demostrar científicamente que su biocarbón mantendrá el carbono estable durante muchos años.

«Tera tuvo que cumplir doce criterios», afirmó Samara Vantil, responsable de operaciones de certificación de Riverse. «Entre ellos se incluía demostrar la trazabilidad completa, utilizar únicamente biomasa residual y demostrar que el proyecto era financieramente adicional», agregó.

Cada año se revisan más de 20 puntos de datos para confirmar el cumplimiento continuo.

La validación bajo Riverse suele tardar entre dos y tres meses, y los proyectos están sujetos a auditorías anuales durante al menos cinco años y a reevaluaciones periódicas para permanecer en la lista.

Riverse también opera una plataforma pública que divulga datos a nivel de proyecto, desde el abastecimiento de materias primas hasta la emisión de créditos, en un esfuerzo por abordar las preocupaciones sobre la transparencia en el mercado voluntario de carbono (VCM, en inglés), donde las empresas y organizaciones compran créditos para compensar las emisiones fuera de los esquemas de cumplimiento regulados.

Este escrutinio se considera vital, ya que Europa busca obtener más eliminaciones de carbono de África.

Una reciente propuesta de la Unión Europea incluye posibles permisos para que los Estados miembros utilicen «créditos internacionales de alta calidad» para compensar las emisiones difíciles de reducir a partir de mediados de la década de 2030.

Si se aprueba, podría impulsar significativamente la demanda de proyectos rigurosamente verificados como el de Tera, que siguen siendo poco frecuentes en el continente.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

«Kenia es un punto caliente emergente para la eliminación de carbono en África», dijo Ludovic Chatoux, cofundador y director ejecutivo de Riverse. «Su combinación de electricidad renovable, su suministro fiable de materias primas y sus políticas de apoyo la hacen atractiva para la eliminación de carbono mediante ingeniería», planteó.

Ese entorno político incluye el proyecto de ley de comercio de créditos de carbono y reparto de beneficios de Kenia, que establece un organismo para gestionar el comercio de carbono y el reparto de beneficios, y la Ley de Cambio Climático, que proporciona un marco legal para los mercados de carbono.

En cuanto a los mercados de carbono, el Reglamento sobre el Cambio Climático de 2024 detalla aún más los mecanismos de registro, certificación y creación de un Registro Nacional de Carbono.

Chatoux dijo que Riverse también está evaluando proyectos que se desarrollan en Nigeria y Ghana, lo que refleja lo que él denominó una «perspectiva alcista» para el continente.

Añadió que el objetivo de Riverse es canalizar la financiación hacia proyectos que eliminen o eviten de forma demostrable el CO₂, argumentando que se necesita una mayor transparencia para contrarrestar el greenwashing en el mercado voluntario.

A nivel mundial, los créditos de eliminación de carbono mediante ingeniería, como el biocarbón o la captura directa de aire, alcanzan precios significativamente más altos que la mayoría de las compensaciones basadas en la naturaleza.

Los datos de las plataformas de seguimiento CDR.fyi y Puro.earth muestran que, en 2024, las eliminaciones mediante ingeniería alcanzaron un promedio de alrededor de 320 dólares por tonelada, mientras que el biocarbón se cotizaba a aproximadamente 140 dólares a mediados de 2025.

Por el contrario, incluso los créditos forestales de alta calidad suelen alcanzar entre ocho y 15 dólares estadounidenses.

Esta diferencia de precios «refleja la mayor durabilidad y auditabilidad de las eliminaciones artificiales», afirmó Ronoh.

A diferencia de los árboles, que pueden perder el carbono almacenado debido a incendios, plagas o tala, el biocarbón retiene el carbono en el suelo y está diseñado para mantenerlo estable durante cientos o miles de años.

No obstante, advirtió que, aunque el biocarbón se considera ampliamente una solución climática prometedora, sus beneficios dependen de estrictos controles de calidad y de una producción sostenible.

«Si la biomasa está contaminada, puede introducir metales pesados o toxinas en el suelo», aseguró Ronoh. «Y si se aplica en exceso o se fabrica sin métodos estandarizados, el biocarbón puede dañar la estructura del suelo y la absorción de nutrientes», añadió.

A pesar de los esfuerzos mundiales por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, las concentraciones atmosféricas siguen aumentando, especialmente el dióxido de carbono, el principal impulsor del cambio climático provocado por el ser humano.

Según la Organización Meteorológica Mundial, los niveles de CO₂ son ahora más de 50 % superiores a las concentraciones preindustriales, lo que supone un nuevo récord. Esto ha intensificado los llamamientos a la eliminación permanente del carbono para complementar la reducción de emisiones.

Las estrategias de eliminación de carbono en la agricultura, que antes se consideraban marginales en la política climática, están ganando reconocimiento como complementos esenciales a la reducción de emisiones, especialmente en sectores difíciles de descarbonizar.

Este cambio se subraya en el informe del Grupo de Trabajo III del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) de 2022 y en el análisis de Carbon Direct, que hacen hincapié en que para alcanzar el objetivo de 1,5 °C no solo será necesario reducir drásticamente las emisiones, sino también desplegar a gran escala la eliminación de dióxido de carbono, incluyendo enfoques terrestres como el biocarbón.

En Kenia y en toda la región, existe un impulso creciente para ayudar a los agricultores a adaptarse al cambio climático mediante prácticas climáticamente inteligentes y a mitigarlo mediante técnicas de agricultura de carbono.

Peter Wachira, asesor regional para proyectos de carbono en Vi Agroforestry, una organización no gubernamental que promueve el uso sostenible de la tierra a través de iniciativas como el Proyecto de Carbono Agrícola de Kenia (KACP, en inglés), afirmó que estos enfoques ofrecen importantes beneficios climáticos y económicos.

«Al adoptar técnicas sostenibles como el compostaje, la agrosilvicultura y el reciclaje de residuos agrícolas, los agricultores pueden capturar carbono, mejorar la seguridad alimentaria y aumentar los ingresos de los hogares», dijo Wachira.

Sin embargo, advirtió que los sistemas de créditos de carbono deben diseñarse para beneficiar a quienes realizan el trabajo.

«El mercado del carbono debe, ante todo, mejorar los medios de vida de los agricultores», afirmó. «Y no podemos olvidar que la reducción de las emisiones debe seguir siendo responsabilidad del Norte global. Las comunidades de aquí están pagando el precio de una crisis que no han creado», agregó.

Los debates sobre el mercado del carbono en Kenia también han evolucionado, pasando de la resistencia inicial por el temor a que se permitiera la contaminación continuada a debates en curso sobre cómo garantizar la transparencia, una verificación sólida de los créditos y un reparto equitativo de los beneficios con las comunidades locales.

Gitahi afirmó que Kenia ha demostrado que puede ofrecer el tipo de sistemas creíbles y transparentes que el mundo exige.

«Kenia ofrece lo que el mercado mundial necesita. Es la prueba de que los proyectos aquí pueden validarse según los estándares globales», afirmó. «Nuestra transparencia digital muestra la solidez de la capacidad tecnológica local, la experiencia local y la disposición de las comunidades a participar y aportar sus opiniones», agregó.

Añadió que es raro ver a todos estos actores —desde los gobiernos que crean políticas hasta las comunidades que dan forma a los proyectos y los inversores que muestran su confianza— trabajando juntos.

«Esto demuestra que Kenia ya está preparada para ello», consideró.

Para Tera, el reto ahora es aprovechar esa preparación y ampliar su modelo a todo el continente.

No hay un reglamento para América y otro diferente para África, afirmó Palmer.

«Lo que hemos demostrado es que un proyecto africano de carbono puede cumplir los mismos estándares globales. Ahora que tenemos una forma de demostrar que nuestro modelo funciona, que no está limitado por la materia prima, la ubicación o la demanda, solo necesitamos el capital para ampliarlo», conluyó.

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