GINEBRA – Los aranceles masivos y otras medidas restrictivas anunciadas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, podrían tener un impacto catastrófico en los países en desarrollo, advirtió el Centro de Comercio Internacional (ITC en inglés).
Sumados a los recortes de ayuda, dispuestos por Washington y seguidos por otras naciones el Norte industrializado, esos impuestos “gestan una tormenta perfecta” en los países menos adelantados, según el ITC, una agencia de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y ONU Comercio y Desarrollo (Unctad).
Trump envió esta semana cartas a los líderes de Bangladesh, Bosnia y Herzegovina, Camboya, Corea del Sur, Indonesia, Japón, Kazajistán, Laos, Malasia, Myanmar, Serbia, Sudáfrica, Tailandia y Túnez, indicándoles nuevos aranceles para las mercancías enviadas desde cada país a Estados Unidos.
Las nuevas tasas, que oscilarán entre 25 % y 40 %, entrarán en vigor el 1 de agosto, tras una pausa dispuesta por Trump el pasado abril.
Adicionalmente, amenazó con un arancel extra de 10 % a los países que se alineen con ciertas políticas del grupo Brics, que integran Arabia Saudita, Brasil, China, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía, India, Indonesia, Irán, Rusia y Sudáfrica, y tiene a otras 10 naciones como asociados.
También anunció un arancel de hasta 50 % a las importaciones e cobre, similar a las que dispuso para las de acero y aluminio, y amenazó con pechar con hasta 200 % las importaciones del sector farmacéutico.
El ITC advierte de que las economías no industrializadas padecen de manera desproporcionada las consecuencias de la incertidumbre en el comercio internacional que causan esos impuestos estadounidenses a los bienes importados.
Los países en desarrollo enfrentan costos más altos al exportar bienes tales como prendas de vestir y productos agrícolas a Estados Unidos, indicó el ITC.
Su directora ejecutiva, Pamela Coke-Hamilton, dijo en esta ciudad suiza que, si bien la pausa a los aranceles recíprocos proporcionó cierto alivio en abril, se agregó un impuesto 10% a los derechos ya existentes. Con esos aranceles Trump apunta a equilibrar la balanza comercial de Estados Unidos con cada país que comercia.
Aunque los aranceles recíprocos ya no entrarán en vigor este miércoles 9 de julio, sino el 1 de agosto, “la medida prolonga el periodo de incertidumbre, poniendo en peligro las inversiones a largo plazo y los contratos comerciales, generando así un clima de incertidumbre adicional”, apuntó la titular del ITC.
Coke-Hamilton recordó que los países que afrontan los aranceles recíprocos más elevados son también los menos desarrollados, citando los casos de Lesoto, Laos, Madagascar y Myanmar, que enfrentan impuestos de entre 40 % y 50 %.
Laos y Myanmar están sujetos ahora a un arancel de 40%, inferior a las tasas iniciales de 48 % y 44 %, respectivamente; sin embargo, sigue siendo uno de los más altos anunciados hasta ahora.
La directora del ITC detalló que en Lesoto, “el futuro de la industria más grande del país -la del vestido- está en juego y decenas de miles de empleos están en riesgo».
Otro ejemplo es Vietnam, uno de los tres países que negocian una nueva tarifa con Washington: más de la cuarta parte de sus exportaciones van a Estados Unidos y ahora está sujeto a aranceles de 20 %.
“las exportaciones vietnamitas de automóviles y productos relacionados a Estados Unidos totalizaron 937 millones de dólares el año pasado, y los aranceles recientemente acordados podrían reconfigurar el comercio entre ambos países, lo que repercutiría en otros países de la región”, abundó Coke-Hamilton.
Por otra parte, los drásticos recortes en la ayuda al desarrollo agravan la incertidumbre suscitada por los aranceles y las medidas comerciales conexas, golpeando doblemente a las economías en desarrollo.
El ITC espera que los países del G7 (Grupo de los Siete, las economías occidentales más ricas), de los que dependen tres cuartas partes de la asistencia oficial al desarrollo, reduzcan su gasto en ayuda en 28 % el próximo año con respecto a 2024.
Eso representaría la mayor reducción de la ayuda desde la creación del G7 hace 50 años.
Ante tan sombrío panorama, el ITC abogó por una mejor integración en los países en desarrollo, y por la transformación de las mercancías antes de la exportación, con el fin de conservar un mayor valor.
Se trata de convertir la agenda de las pequeñas empresas en una agenda global, apuntó Coke-Hamilton.
“Cuando esas pequeñas empresas de los países en desarrollo logran continuar o ampliar sus operaciones, contribuyen a la estabilidad, ya que representan 90 % de todas las empresas y dos tercios de los empleos a nivel mundial”, apuntó.
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