NACIONES UNIDAS – Cerca de 138 millones de niños y niñas se encontraban en situación de trabajo infantil en 2024, de los cuales 54 millones realizando trabajos peligrosos que pueden poner en riesgo su salud, seguridad o desarrollo, indicó un informe de la Organización Mundial del Trabajo (OIT) y Unicef.
Catherine Russell, directora ejecutiva de Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) dijo que “el mundo ha logrado avances significativos en la reducción del número de niños obligados a trabajar. Sin embargo, demasiados siguen trabajando en minas, fábricas o campos, a menudo realizando trabajos peligrosos para sobrevivir”.
Los datos del informe, presentado este miércoles 11, muestran una reducción total de más de 20 millones de niños desde 2020, revirtiendo un alarmante repunte entre 2016 y 2020. A pesar de esta tendencia positiva, el mundo no ha alcanzado su objetivo de eliminar el trabajo infantil para 2025.
Desde el año 2000, el trabajo infantil se ha reducido casi a la mitad, de 246 millones a 138 millones. Para acabar con él en los próximos cinco años, las tasas actuales de progreso tendrían que ser 11 veces más rápidas.
“El mundo ha logrado avances significativos en la reducción del número de niños obligados a trabajar. Sin embargo, demasiados siguen trabajando en minas, fábricas o campos, a menudo realizando trabajos peligrosos para sobrevivir”: Catherine Russell.
Gilbert Houngbo, director general de la OIT, apuntó que “los niños deben estar en la escuela, no trabajando, y los padres deben recibir apoyo y tener acceso a un trabajo decente que les permita que sus hijos estén en la escuela y no vendiendo cosas en los mercados o laborando en las granjas familiares para ayudar a mantener a su familia”.
Agregó que “las conclusiones de nuestro informe ofrecen esperanza y muestran que es posible avanzar. Pero no debemos cegarnos, aún nos queda un largo camino por recorrer antes de alcanzar nuestro objetivo de erradicar el trabajo infantil.
Según los datos, la agricultura sigue siendo el mayor sector de trabajo infantil, con 61 % de todos los casos, seguido de los servicios (27 %), como el trabajo doméstico y la venta de productos en los mercados, y la industria (13 %), lo que incluye la minería y la manufactura.
Asia y el Pacífico lograron la reducción más significativa de la prevalencia desde 2020, con un descenso de la tasa de trabajo infantil de seis a tres por ciento, de 49 millones a 28 millones de niños.
En América Latina y el Caribe, aunque la prevalencia del trabajo infantil se mantuvo igual en los últimos cuatro años, el número total de niños afectados se redujo de ocho a siete millones, según el informe.
África al sur del Sahara sigue soportando la carga más pesada, con casi dos tercios de todos los niños que trabajan, unos 87 millones.
Aunque la prevalencia se redujo de 24 a 22 %, el número total se ha mantenido estancado en ese continente, en un contexto de crecimiento demográfico, conflictos actuales y emergentes, pobreza extrema y sistemas de protección social al límite.
El trabajo infantil compromete la educación de los niños, limitando sus derechos y sus oportunidades futuras, y poniéndolos en peligro de sufrir daños físicos y mentales, destaca el informe.
También es consecuencia de la pobreza y la falta de acceso a una educación de calidad, lo que empuja a las familias a enviar a sus hijos a trabajar, y perpetúa los ciclos intergeneracionales de privación.
“Sabemos que es posible avanzar hacia la erradicación del trabajo infantil aplicando salvaguardias jurídicas, ampliando la protección social, invirtiendo en educación gratuita y de calidad, y mejorando el acceso de los adultos a un trabajo decente”, señaló Russell.
Para acelerar el progreso, el documento de Unicef y la OIT pide a los gobiernos seis grupos de medidas, comenzando por invertir en protección social para los hogares vulnerables, incluyendo redes de seguridad social, para que las familias no recurran al trabajo infantil.
Luego, reforzar los sistemas de protección de la infancia para identificar, prevenir y responder a los niños en situación de riesgo, y proporcionar acceso universal a una educación de calidad, especialmente en las zonas rurales y afectadas por crisis.
Se debe garantizar el trabajo decente para adultos y jóvenes, incluido el derecho de los trabajadores a organizarse y defender sus intereses.
Se pide hacer cumplir las leyes y la responsabilidad de las empresas para acabar con la explotación y proteger a los niños en todas las cadenas de suministro.
Los organismos advierten de que es más necesario que nunca mantener y aumentar la financiación, tanto mundial como nacional, si se quieren mantener los logros recientes.
Las reducciones en el apoyo a la educación, a la protección social y a los medios de subsistencia pueden llevar a familias ya de por sí vulnerables al borde del abismo, concluye el reporte.
A-E/HM