Indígenas quieren ser actores centrales en la COP climática en Brasil

El Campamento Tierra Libre, que se celebra anualmente durante una semana en Brasilia, promovido por la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil, alentó este año la participación indígena en la COP30 del clima, en noviembre. Para eso creó una comisión internacional para coordinar una protagónica presencia en Belém do Pará, la ciudad amazónica brasileña que acogerá la cumbre. Imagen: Joédson Alves / Agência Brasil

RÍO DE JANEIRO – Entre los cerca de 50 000 participantes en la cumbre climática  mundial de este año, en Belém do Pará, ciudad del norte amazónico de Brasil, en noviembre, de 3000 a 4000 serán indígenas en busca de protagonismo en las negociaciones de más de 190 países.

“Queremos que los pueblos indígenas sean actores centrales en ese proceso de discusiones y negociaciones para que nuestras propuestas sean consideradas”, afirmó a IPS Kleber Karipuna, uno de los coordinadores ejecutivos de la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (Apib).

Por eso otra meta del movimiento es acreditar 1000 indígenas a la Zona Azul de la 30 Conferencia de las Partes de la Convención del Clima (COP30) que tendrá lugar del 10 al 21 de noviembre, anunció Karipuna, que representa la Coordinación de las Organizaciones Indígenas de la Amazonia Brasileña (Coiab) en la Apib, compuesta de siete organizaciones regionales.

La Zona Azul es el área reservada a los cerca de 7000 delegados de los gobiernos y funcionarios de las Naciones Unidas, que acogerá el Parque de la Ciudad en construcción en 500 000 metros cuadrados antes ocupados por un aeropuerto. Es donde se efectuarán las negociaciones oficiales de los acuerdos, metas y la declaración final de la COP30.

“Lo que buscamos es un camino del equilibrio para que la humanidad, por medio de sus gobiernos, pueda vivir en armonía con el medioambiente, algo que los indígenas ya practican hace muchos siglos”: Marcio Astrini.

Como en las otras cumbres climáticas, también habrá la Zona Verde destinada a los representantes de la sociedad civil, con sus debates y actividades culturales.

Además de las manifestaciones y foros que se promueven en esa zona, como forma de presión sobre los negociadores gubernamentales, la sociedad civil “tiene voz dentro del rito formal de las conferencias en los espacios que le ofrece el país anfitrión”, explicó Marcio Astrini, secretario ejecutivo del brasileño Observatorio del Clima, una coalición de 133 organizaciones no gubernamentales.

Sonia Guajajara, ministra de los Pueblos Indígenas, delante a la izquierda, y Marina Silva, ministra de Medio Ambiente, a la derecha, en un acto en defensa de los derechos indígenas celebrado en Brasilia: Imagen: Joédson Alves / Agência Brasil

Belém destaca el rol indígena

En la COP30 los indígenas tendrán una fuerte presencia por el papel que juegan en el tema ambiental, especialmente en una conferencia organizada por un gobierno que creó el Ministerio de los Pueblos Indígenas y eligió como escenario una ciudad de la Amazonia. donde se concentra la mayor cantidad de los pueblos originarios y de los bosques del país.

“Ese tipo de participación no es natural, necesita ser promovida por quien preside la conferencia, que es estatal y diseñada para la acoger los delegados que representan países”, realzó Astrini a IPS por teléfono desde São Paulo.

Por eso la presencia indígena en la COP30 dependerá de decisiones del anfitrión, el gobierno brasileño, recordó. Creció en los últimos años su participación en el ámbito formal de las conferencias climáticas, pero limitada hasta ahora.

“La voz de los indígenas sería muy bienvenida, no solo para que hablen, sino principalmente para que realmente los escuchen los que pueden tomar decisiones”, destacó el activista.

“La demarcación y protección de las tierras indígenas es una política de enfrentamiento de la crisis climática, una estrategia de mitigación y adaptación a esa crisis”: Kleber Karipuna.

“Lo que buscamos es un camino del equilibrio para que la humanidad, por medio de sus gobiernos, pueda vivir en armonía con el medio ambiente, algo que los indígenas ya practican hace muchos siglos”, argumentó.

“Si alguien debe aprender de alguien, somos nosotros que tenemos que aprender con ellos”, concluyó.

Representantes de pueblos originarios de muchos otros países serán parte de los miles que espera reunir la Apib en Belém, pero una masiva mayoría seguramente será brasileña, favorecida por la proximidad.

El Parque de la Ciudad, durante su construcción donde se ubicaba un aeropuerto en la ciudad brasileña de Belém, acogerá la Zona Azul, en que delegaciones gubernamentales y funcionarios de Naciones Unidas negociarán las decisiones de la COP30. La Zona Verde, la de la sociedad civil, incluyendo a los pueblos indígenas, estará desperdigada por el resto de la ciudad amazónica. Imagen: Mario Osava / IPS

Decuplicar presencia indígena

En la COP28, en Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos, estuvieron cerca de 300, un tercio brasileño, según la ministra brasileña de los Pueblos Indígenas, Sonia Guajajara. En Belém se pretende decuplicar esa presencia.

Desde Dubái, en diciembre de 2023, cuando se anunció a Brasil como sede de la COP30, empezaron las gestiones para una participación de indígenas como “actores centrales” en Belém, evocó Karipuna, quien adoptó como apellido el nombre de su pueblo, que vive en el estado de Amapá,el extremo norte de Brasil, en la frontera con la Guyana francesa.

Las primeras reuniones con el gobierno brasileño, con Guajajara directamente, ministra desde el inicio de 2023, y la diplomacia brasileña, abrieron la posibilidad de la presencia indígena en las negociaciones, una prerrogativa casi siempre negada antes a representantes de la sociedad civil, recordó.

La propuesta básica del movimiento indígena brasileño es la incorporación de sus propuestas en su actualización de las políticas climáticas nacionales, las llamadas Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) que los gobiernos deben presentar a la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (Cmnucc).

Las NDC contienen los compromisos y metas que asume cada país para cumplir los acuerdos de París, aprobados en la COP21 que tuvo lugar en la capital francesa en 2015, para limitar a 1,5 grados centígrados el recalentamiento del planeta en este siglo, en una meta ya cerca de ser superada.

La demarcación de los territorios, el financiamiento climático directamente a los pueblos indígenas para apoyar sus proyectos de protección y gestión de sus tierras y otras actividades, además del reconocimiento de las tecnologías indígenas, son las principales propuestas de la llamada “NDC indígena”.

“La demarcación y protección de las tierras indígenas es una política de enfrentamiento de la crisis climática, una estrategia de mitigación y adaptación a esa crisis”, sostuvo Karipuna en diálogo con IPS desde Brasilia.

El financiamiento directo a los proyectos indígenas es “una propuesta bien acogida” por los países y sus fuentes, organizaciones filantrópicas y sectores de la cooperación internacional de los gobiernos, celebró.

En el tema tecnológico, se reclama “el reconocimiento de técnicas ancestrales, milenarias, de los pueblos indígenas, por ejemplo, en el cuidado de la tierra, la biodiversidad y el suelo, teniendo en cuenta que 80 % de la biodiversidad del planeta está en los territorios de esos pueblos”, planteó.

“Nada más justo que valorar esas tecnologías tradicionales que los pueblos desarrollaron en sus territorios, con buenos resultados en la protección de la biodiversidad, de la tierra y de la vida en todo el planeta”, acotó.

Activistas protestan por el fracaso de la COP29 en Bakú, capital del Azerbaiyán. Los pueblos indígenas esperan que la situación no se repita en la COP30 en la ciudad amazónica de Belém, en el norte de Brasil. Imagen: RS / Fotos Públicas

Diplomacia indígena

Pero todo eso “demanda mucha articulación política, mucha negociación y diplomacia indígena para que se vaya entendiendo su importancia”, admitió.

Por eso, además de la cantidad de participantes, el movimiento indígena trata de calificar su participación no solo en las COP del clima, sino también en las de biodiversidad, de desertificación, de los océanos y en otros foros, explicó Karipuna.

Además de la COP, “que confirma y da visibilidad a los acuerdos políticos”, hay debates y negociaciones en el Caucus indígena, instancia oficial dentro de las conferencias de las Naciones Unidas en que dialogan pueblos de todo el mundo, en órganos técnicos de los negociadores y plataformas nacionales y regionales.

De hecho, dentro de la CMNUCC se creó en 2015 la Plataforma de Comunidades Locales y Pueblos Indígenas, para articular una relación especial de los grupos originarios con los 193 gobiernos parte de las COP y la propia Convención.

Dos años después, en 2017, en una reunión en Bonn, donde tiene su sede la Cmnucc, se fijó en una decisión que esa plataforma debía “reforzar los conocimientos, las tecnologías, las prácticas y los esfuerzos de las comunidades locales y los pueblos indígenas para hacer frente al cambio climático y darle respuesta”.

Pero no ha habido hasta ahora avances concretos en esa dirección en las COP anuales celebradas desde entonces, y los pueblos indígenas siguen sin formar parte de las discusiones y decisiones de las COP climáticas, por lo que siguen demandando su «participación plena» en las cumbres y toma de decisiones.

En Brasil, por su parte, el gobierno creó el Círculo de los Pueblos para ampliar las discusiones y las contribuciones de la sociedad civil a la COP30.

Para promover el diálogo entre los pueblos y con el gobierno brasileño y la Cmnucc, la Apib creó el 10 de abril la Comisión Internacional Indígena, con el objetivo de reforzar la participación en Belém.

“Queremos una participación calificada y de fuerte presencia”, subrayó Karipuna.

La COP30, sin embargo, enfrenta riesgos de barreras a su éxito. Solo 19 países, un décimo del total, ya renovaron sus NDC ante las Naciones Unidas, por eso el plazo para su entrega se prorrogó de febrero de 2025 a septiembre.

Las crisis actuales, agravadas por las guerras en Ucrania y en Gaza, además de la decisión de retirarse del Acuerdo de París del actual gobierno de Estados Unidos, presidido por Donald Trump, auguran dificultades.

El financiamiento de los planes climáticos, cuya meta reclamada por los países en desarrollo era de 1,3 billones (millones de millones) de dólares anuales hacia 2035, se tuvo que conformar con 300 000 millones en la COP29, en Bakú, capital de Azerbaiyán, y aun así difícilmente se cumplirá.

Además de ese desafío, la COP30 tratará de temas como la reducción de las emisiones de los gases invernadero, adaptación a los eventos climáticos extremos, transición energética y, más visible en la Amazonia, la preservación de los bosques y la biodiversidad.

ED: EG

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